miércoles, 25 de julio de 2012

EL PAJARO CHICUA

En la selva amazónica, son muchas las aves que cantan a nuestro alrededor. Pues, todos nosotros los pobladores amazónicos, conocemos a todas las aves por sus nombres y por sus coloridos plumajes y la forma de su pico. También algunos podemos distinguir sus huellas sobre la arena de las playas junto a los grandes ríos amazónicos.
Pero hay un pájaro, conocido como chicua que no siempre canta de la misma manera y su forma de cantar es para nosotros muy importante.
Cuando el pájaro Chicua canta así: ¡Ti-ti-ti-ti....! ¡Ti-ti-ti-ti…! todos nos ponemos muy alegres porque nos está avisando de que algo bueno nos va a suceder. Así pues, cuando un hombre se va al interior de la selva con su escopeta y su cerbatana, si de pronto escucha cantar al pájaro chicua ¡ti-ti-ti-ti...! ¡ti-ti-ti-ti...!, se llenará de gozo. Y ese día regresará al caserío cargando sobre sus hombros un animal comestible. El pájaro chicua le trajo buena suerte.

También, cuando una mujer ticuna va a pescar a algún río cercano, si de repente se oye cantar al pájaro Chicua así: ¡ti-ti-ti-ti...! ¡ti-ti-ti-ti…!, todos estamos seguros de que esta mujer volverá feliz a su casa con su canasta rebosante de muchos pescados, colgada en la cabeza.
Pero el pájaro Chicua no canta siempre igual. Cuando está descontento y molesto canta de otra manera: ¡Chi-cua!, ¡chi-cua!, ¡chi-cua...!. Y nosotros, cuando escuchamos cantar de ese modo nos ponemos muy tristes, la pena embarga nuestro corazón, porque es señal de que algo malo nos va a suceder.
Por eso, cuando vamos a cazar o pescar, o sencillamente estamos sentados conversando y escuchamos al pájaro Chicua cantar así: ¡Chi-cua! ¡Chi-cua! ¡Chi-cua!, de inmediato pensamos, preocupados, que algún tigre nos va a atacar o quizá una víbora nos va a morder. Tal vez, nos esté avisando alguna desgracia familiar o simplemente que el río va a crecer y se va a desbordar inundando los terrenos cultivados. Puede ser que nos esté advirtiendo que la caza o la pesca será un fracaso, que fallaremos el tiro y el animal escapará, o quién sabe, que uno de los presentes morirá pronto a causa de una enfermedad desconocida para los curanderos.
Ahora comprenderan por qué el canto del pájaro Chicua es para nosotros los habitantes amazónicos tan importante. Porque siempre nos avisa con su canto las buenas y malas noticias.

sábado, 21 de julio de 2012

EL MANACARACO

Jose Paima en uno de sus viajes de chapana,  encontró una bandada de manacaracos cerca de su nido, sigilosamente se acerco le cazo con una escopeta, encontrando un huevo en su nido, pensando que no obtendría mucho provecho para su hambre si lo comía, le dio a su joven esposa para que le diera el uso que considerara conveniente.
Prudencia tal como la conocían sus amigos, sin embargo prefirió no comerlo por que lo vio hermoso y lo puso con una gallina que estaba obando, con la ilusión y la curiosidad de tener un manocaraco que según le habían contado podría acostumbrarse y seria un excelente gallo de pelea si se cruzaba con una gallina fina.
Aproximadamente a al mes empezaron a nacer, primero nació un polluelo pequeño y manchado, mucho más pequeño que sus hermanos, que Prudencia lo reconoció como el manasho, alegrándose  por ello, la madre gallina extrañada lo cobijo con su ala, protegiéndolo de sus traviesos y mas grandes hermanos. 
Al crecer los polluelos, el Manasho  como solían llamarlo sus hijos compartía los juegos con sus hermanos, estos comían maíz y tomaban agua de los bebederos diariamente, y el buen  José amorosamente los llevaba adormir, encariñando con el pichón de ave silvestre al que llamaba cariñosamente "El Mano" y sus hermanos pollos. Cantaba con sus pollos, pavos, patos  y demás animales, pues el hombre pertenecía a un grupo religioso que solían cantar alabanzas los sábados y amaba mucho a las aves, a veces solía leerles salmos mientras las aves se subían a sus brazos.
Los pequeños escuchaban atentamente y según José entendían, pues este buen hombre alucinaba conversar con ellos según su esposa y pasaban largas horas en las tardes hablándoles y leyéndoles la vieja Biblia que les acompaña en sus reuniones sabatinas, desde hacía ya tantos años que ni el mismo sabia, les leía los sermones que preparaba para sus reuniones matinales, el pequeño recordaba mucho aquel sermón que decía : "...todo ser tiene un propósito en la vida...", y aveces se preguntaba que propósito le correspondía a él y por que era diferente a los demás, pero una fuerza interior inexplicable le impelía a seguir adelante, pero no sabia el rumbo.
 El mano, corría, saltaba y pronto aprendió a piar como un pollo mas, solo diferenciado de los demás pollos por su pequeño plumaje veteado de marrón y su inferior tamaño, y su tono agudo, que causaba risa entre sus hermanos y la protección de su madre comprensiva como toda madre, que quiere más al hijo más débil, pero él se daba cuenta que algo en él era diferente.
 El pichón .de manocaraco crecía muy ágil y habil, pero veía que sus hermanos pollos eran lentos no agitaban las alas como el y daban gritos diferentes a los de él.
 Con el paso del tiempo aprendió a piar al igual que sus sacha hermanos, más notaba que su voz nunca sería igual que sus hermanos, por alguna razón que desconocía.
 Un día una bandada de manocaracos generalmente acercaban a los árboles de renaco que crecían imponentes a unos cien metros del gallinero, y hacían resonar el ambiente con su canto madrugador y volaron a una velocidad increíble lo que era observado por el pequeño manocaraco, y generalmente los domingos escuchaba los cantos y sentía una nostalgia.
 La gallina tal vez comprendía y se apresuraba a protegerle bajo sus ala, para tranquilizar y en corazón de madre trataba de que no oyera esos gritos perturbadores, pero el manocaraco sufría,  sabia que algo había dentro de si que le llamaba hacia la manada de aves libres que cantaban.
 Un día el granjero copio una escopeta y cazo un de aquellos esbeltos y hermosos aves siendo observados por el  pichón, la madre corrió a abrigar protectoramente al oír el disparo, más el pequeño se quedó mudo del horror.
 El pequeño a veces se retiraba corriendo a un apartado árbol y solo trataba de entonar aquellas gritos que salían grotescamente de su garganta mientras soñaba, pero se decía así mismo que esas aves serian cazadas por la terrible escopeta.
 Sin embargo un día domingo mientras saltaba tirándose de un árbol tratando de remontar vuelo, escucho nuevamente el llamado y toscamente imito a las aves de brillante plumaje.
 Se admiro de lo bien que le salio y ensayo un salto y vio que sus alas respondían, pero no contó a nadie y gran nostalgia le invadió, algo estaba dividido en su alma el ser como sus hermanos y vivir una vida tranquila,  o vivir volando con su verdaderos hermanos y tal vez seria cazado por una bala, pero libre... horas se pasaba en el bosque cercano en profundas meditaciones.
 Una mañana mientras sus bullisocios visitantes estaban cantando en el bosque cercano oyeron el grito desabrido del polluelo congénere, se extrañaron inicialmente, pero algunos manocaracos se rieron, más  el más viejo de la bandada no se rió y acerco a explorar, lentamente se acerco y observo como por media hora como la pequeña ave hacia esfuerzos por afinar su canto y sus toscos vuelos, pero como cada vez le salían mejor, un gran respeto nació en el viejo pájaro por el pequeño animal que por extraña circunstancia se encontraba en lugar equivocado, callado regreso junto a su grupo y se quedo callado ante las preguntas y las risas de sus congéneres.
 El domingo siguiente cuando se había olvidado el incidente, se escucho nuevamente el sonido producido por el pichón que por alguna razón desconocida por ellos se encontraba con los humanos.
 El viejo animal se alejo sigilosamente hacia donde sabia que encontraría al párvulo tenaz, se escondió tras el matorral y cuando el polluelo saltaba del árbol para entrenar su vuelo, el ave mayor también salto y se encontró frente al aprendiz, este se asusto, mas el ave mayor extendió un ala protectora y acurruco al pequeño y le hablo, jovencito por algún designio mayor estas acá, no se la razón, solo se que sería muy bueno para la manada que nos cuentes el por que, veo aquí algo superior a mi entendimiento, vuelve acá.
El pequeño un poco por dar la contra como todo joven, le dijo yo solo soy un pollo diferente que ahorita volverá con sus hermanos, y se fue corriendo, tu no perteneces a este sitio, tu eres un manocaraco libre alcanzo a oir.
 La noche fue terrible, no pudo dormir, un grito retumbaba en su cabeza, tu eres un manocaracao libre..., vuelve con nosotros, cuéntanos, ayudanos....
 Un día sin embargo ocurrió algo que marcaría de por vida, acercando por unos matas se dirigió a la cocina donde siempre les daban de comer, mas lo que vio lo dejo mudo, la señora que siempre les acariciaba y los llamaba puyi,puyi,puyi..., mientras les daba su maíz molido agarraba al gallo de corral y le jalaba de la cabeza para matar al hermoso animal, se quedó petrificado, mas la señora dejo al gallo muerto y fue a la cocina, se acerco al animal muerto, topo sus plumas, mas tuvo que alejarse  corriendo pues la señora regresaba con una bandeja de agua caliente para desplumar al  gallo, se alejo corriendo asustado con un dolor en el corazón, pues avizoro por un instante el terrible fin que tarde o temprano llegaría.
 Se juro así mismo que a la mañana siguiente se alejaría  con su manada en busca de la libertad...
 Comprendió que a pesar de los peligros de ser cazados por la terrible escopeta prefería morir siendo libre, que morir con el cuello retorcido de manos sus seres a quienes había aprendido a querer, como le enseñara su papa José, si desde luego que emprendería vuelo y se uniría a la bandada.
 Sin embargo se juro a sí mismo que algo enseñaría a sus hermanos, aunque se entristeció por que estos nunca serian libres.
 Así un día mientras la bandada venia como todas las mañanas al árbol de renaco, se unió a la bandada pero se prometio a si mismo que volvería porque eran sus hermanos,... sus hermanos pollos, su mama gallina, su papa José.
José que desde un rincón de su huerta habia observado algo de estos movimientos, recito simplemente unos versos bíblicos : ...pero los que esperan en el SEÑOR renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán, y se retiro al bosque para que nadie viera que algunas lágrimas rebeldes corrían por rudos ojos de cazador...
A la Memoría de José Paima, un hombre integro del Huallaga.

martes, 17 de julio de 2012

L A P U S A N G A

Por : William Gallegos Arevalo
A sus cuarenta años, Esteban creyó llegado el momento de tomar la decisión más importante de su vida. Había descubierto que las hojas de los almanaques iban cayendo de a pocos, en la misma forma que la huimba lanza sus inflorescencias hacia el borde de los caminos.
A pesar de su apostura, jamás había tenido una enamorada, cosa que siempre lo atribuyo a su timidez, lo que significaba que nunca había estado encima de una mujer. Su drama era peor que el del Duque Fabrizio de la Salina según como nos cuenta Lampedusa en el Gatopardo y no porque le haya faltado oportunidad, puesto que su pinta era más que suficiente para que las hembras del pueblo hayan deseado acostarse con él.
La condición de célibe de Esteban no llamaba la atención de los varones, pues lo consideraban una decisión muy personal; eran las mujeres quienes se inquietaban, pues decían que un varón que no haya probado “cuchicara” era un tremendo desperdicio.
Fueron ellas las que le dieron el calificativo de “huiramazo”. Doña Cleofe, la más atrevida decía que por las puras tenía su pico e insinuaba que Esteban estaba “armado” con un poderoso pucunazo.
Esteban se sentía presionado por esa forma de crítica social y fue razón por la que se dijo que en algún momento tomaría cierta decisión. En efecto, ese momento llego una tarde de abril de cierto año cuando Esther, joven maestra recién egresada de la Escuela Normal de Mujeres, arribo a Chazuta en la tradicional balsa de treinta topas. Ese hecho fue crucial en su vida.
Esteban se enamoro de la recién llegada, pero, una vez mas , ese impulso natural de acercarse a ella chocaba con su timidez, por lo que sus “avances” terminaban en prontas retiradas y fue esta circunstancia lo que le hizo decidir para optar por un medio del que tenía dudas o sea recurriendo a la “pusanga”, arte en el que don Pishcon era un experto.
Don Pishcon Bailón había ganado fama de arreglador de entuertos con sus pócimas que se hicieron famosos en el Bajo Huallaga: era el mejor que preparaba la pusanga. Su fama de alquimista era notable y hacia maravillas con el bolaquiro para levantar muertos.
Preparar la pusanga requiere de mucho cuidado y de sus efectos conocemos algunos. A diferencia de preparados de otros brebajeros, don Pishcon obtenía un concentrado con la patita de tamrilla, el huevito de rimurucuy, el piquito de chorchochor, la alita de pucasinga y la lenguita de paujil, en una fórmula que sigue siendo un secreto. La mezcla adicionada de raíces, tiene que hervirse justo cuando canta el tatatao.
Tener la pusanga no es suficiente. La clave es untar el brebaje en el brazo de la persona amada, sin que esta se de cuenta y correr a esconderse por tres días haciendo una dieta rigurosa.
Esta comprobado que si el sujeto es visto en ese lapso, cambiara de gustos y sus combates futuros los librara con la retaguardia, lo que temia Esteban, pues le asustaba tener que dedicarse a la cosmetología.
Esteban logro untar la pusanga en el brazo de Esther y corrió al monte. Cumplido su retiro regreso al pueblo y se entero que ella estaba preguntando insistentemente y desesperadamente por el. El brebaje había surtido efecto.
Cuarenta años después me encontré con Esteban en Tarapoto,anciano y jorobado estaba, señal que había sabido recuperar el tiempo perdido subiendo al pijuayo quizás con demasiada frecuencia.
Estaba acompañado de Esther, bella , aun a pesar de los años y con ese mohín gracioso que siempre me había encantado.
La pusanga había hecho su efecto en esta pareja de esposos.

sábado, 14 de julio de 2012

EL TIGRE DE PIEDRA

Había en lo más espeso de la selva un hermoso tigre de piedra. Nadie sabía si se trataba de un verdadero tigre encantado o si era algún ídolo, resto de algún templo antiguo, pues delante de él se levantaba una especie de altar de piedra y tenía la boca abierta.
En un pueblo de la selva, vivía una viuda pobre y tenía dos hijos jovencitos. El mayor era inteligente pero egoísta y despiadado. El pequeño sencillo, bondadoso y hasta algo tonto.
Después de la muerte de su padre, el mayor se encargo del sustento de la familia y el menor aportaba casi poco, y un día el mayor le dijo a su hermano menor, que no quería verlo en la casa y que sería mejor que se marchara a buscar fortuna.
La pobre madre se disgusto mucho al enterarse de lo ocurrido y le dijo a su hijo menor:Muy bien, si tu hermano avaro y de duro corazón te echa de esta casa , yo me iré contigo, y en efecto, la madre siguió al hijo menor y abandono la casa.
Y caminaron , caminaron por la selva y descansaron en una chozita. Al dia siguiente, muy temprano , el hijo salió al bosque a cortar leña y al medio día en un lugar solitario encontró al tigre de piedra, se le acerco, le pidió ayuda para poder llevar a su madre todo lo necesario.

Y sin darse cuenta, pudo reunir pronto un tercio de leña que lo vendió a buen precio en el poblado cercano, con el dinero compro algo de víveres, repartió unas limosnas y adquirió dos antorchas para ofrecerlas al tigre de piedra en agradecimiento por el favor.

Al día siguiente encendió las dos antorchas y las coloco encima del altar de piedra y pidió de nuevo ayuda y protección al tigre de piedra: Dios de la selva y de pronto escucho al tigre que le decía:” Mañana por la mañana vuelve aquí y no olvides de traer un balde grande, porque quiero proporcionarte toda la riqueza que puedas desear”.

El joven le dio las gracias al tigre por su bondad y llevo una buena carga de leña al pueblo, la vendió y con el dinero compro un gran balde.

Al día siguiente volvió el muchacho al bosque, se arrodillo ante el tigre de piedra y el tigre le dijo:” Sostén el balde más abajo de mi boca y retíralo cuando este lleno, procurando que nada caiga al suelo, para que no te ocurra ningún mal”.

El joven puso el balde y el tigre empezó a vomitar un chorro de monedas de oro y cuando el balde estaba casi lleno, el joven aviso al tigre y paro la corriente de monedas.

De regreso, conto a su madre lo sucedido y le mostro el oro.La madre se asusto, pensando que su hijo era un ladrón, pero el le explico y su madre le creyo a su hijo bueno.

Despues la viuda y su hijo compraron una granja con numerosas cabezas de ganado y vivieron comodamente. El hermano mayor no tardo en enterarse del cambio de posición de su madre y hermano, y curioso, decidió hacerles una visita y averiguar el secreto del cambio.

Fue recibido con todo cariño en la granja y su hermano menor le conto lo sucedido con el tigre de piedra y le recomendó que imitase su ejemplo. El hermano mayor retorno a su casa lleno de envidia y aconsejado por su esposa, cogió un balde muy grande, compro dos antorchas y fue al lugar donde estaba el tigre de piedra, encendio las antorchas, los puso en el altar, se arrodillo y rogo al tigre.

En eso escucho:”¿ Quien eres? ¿Qué quieres?, pregunto el tigre con voz gruñona. Soy el hermano mayor del joven que vino aquí y le diste tanto oro y he venido para rogarte que hagas lo mismo conmigo.
Muy bien , dijo el tigre de piedra. Pon el balde debajo de mi boca y yo vomitare oro en el, pero cuando el balde este casi lleno, avísame, porque hay que evitar que caiga al suelo una partícula de oro, si eso sucede te vendrá una desgracia.

El muchacho sacudía ligeramente el balde de cuando en cuando para que el oro se igualase y entrara mas, pero , impulsado por la codicia, no avisaba al tigre de que el balde estaba ya casi lleno, hasta que rebaso y unas monedas cayeron a tierra y al instante paro el chorro y el tigre le dijo:”Tengo atascada una moneda grande en mi garganta, mete tu mano y sácala, rápidamente el joven introdujo el brazo en la boca del tigre para sacarlo, pero con rapidez el tigre cerro la boca, aprisionando el brazo derecho del codicioso.

El joven comenzó a llorar, a protestar y el tigre sordo a todos sus ruegos y suplicas, permanecía inmóvil. Lo peor fue, que al mirar a su balde, lleno poco antes de monedas de oro, observo horrorizado que solo contenía un montón de tierra y piedras.

La esposa del joven, tras larga espera, salió en busca de él y lo encontró, sin darse cuenta de la situación de su marido, le pregunto porque no había regresado a casa.

¡Oh, esposa mía! Contesto el desdichado. Me ha sucedido una cosa horrible y le explico todo. La pobre mujer lloro y rogo, pero el tigre no le hacía caso. Entonces, ella volvió a su casa para regresar luego trayéndole alimentos para su esposo, todos los días durante algún tiempo, la esposa visitaba a su esposo y el tigre de piedra no soltaba el brazo del joven.

La esposa se vio obligada a vender todo lo que tenia, incluso sus campos, sus ganados, para comprar alimentos a su esposo, hasta que ella enfermo y fue llorando a la selva, una vez al lado de su esposo, le dijo:”He vendido ya, todo lo que teníamos y vamos a morirnos de hambre, no tengo ni una moneda para comprar alimentos.

Al oír eso, el tigre de piedra se alegro tanto, que empezó a reírse: ja,ja,ja,ja abriendo sus mandíbulas y el prisionero retiro el brazo y se apresuro a huir, acompañado de su esposa y con sus hijitos fueron a casa del hermano menor, le contaron todo y le rogaron que les ayudase.

El menor reprocho a su hermano mayor su codicia y avaricia, pero como era bondadoso y no era rencoroso, regalo a su hermano una cantidad de oro para que adquiriese una pequeña granja en los alrededores.

El hermano orgulloso y su mujer se establecieron con la mayor modestia, en tanto que el menor vivió muchos años muy feliz, en unión de su madre y respetado por todos sus vecinos.

Carlos Velásquez Sánchez

martes, 3 de julio de 2012

MARAVILLOSOS VARILLALES

Escribe: José Álvarez Alonso

En estos días en que todo el mundo habla de caibros, vigas y horcones, con tanto puente y tabladillo para enfrentar las inundaciones, quizás pocos saben de dónde vienen y cómo son extraídos estos rectilíneos palos. La mayoría vienen del Nanay, donde la explotación de madera “redonda” (a diferencia de la madera de árboles maduros, o madera de “aserrío”) es una actividad tradicional y representa un importante rubro de ingresos para la población.

Los palos redondos son de varias calidades. Los mejores son extraídos de los famosos “varillales” o bosques sobre arena blanca, que aunque raros en la Amazonía peruana, ocupan una extensión respetable en la cuenca del Nanay (concretamente la margen derecha de la cuenca baja, en la R. N. Allpahuayo-Mishana, y en algunas zonas de la cuenca alta, especialmente en el Pintuyacu y en el alto Nanay).

Por razones geológicas las arenas blancas donde crecen los varillales aparecen como parches discontinuos: en realidad son playas ‘fósiles’ depositadas hace millones de años por un antiguo río. Son llamados ‘varillales’ precisamente porque suelen estar dominados por árboles juveniles, que tienen apariencia de “varillas”. El récord mundial de tallos arbóreos por hectárea se encuentra precisamente en un varillal de la Reserva Nacional Allpahuayo-Mishana (más de 8,000 tallos/ha, si mal no recuerdo). Esta característica es la que favorece la explotación comercial para materiales de construcción, algo que no ocurre en otras regiones amazónicas.

En estos varillales abunda el famoso “aceite caspi” (blanco y negro), una de las mejores maderas redondas para armazón de techos rústicos: mientras se mantenga protegido del agua aguanta décadas sin pudrirse ni ser atacado por la polilla ni el comején. Otras maderas de “primera” que abundan en varillales (aunque algunas también crecen en otros suelos pobres) son boa caspi, balata, lagarto caspi, remocaspi, tortuga caspi y quinilla. Debido a la creciente demanda, en los mercados de Iquitos cada vez hay menos aceite caspi y cada vez más “cualquier caspi”, palos de segunda y tercera calidad, incluyendo palos de purma como yanavara o huamansamana, o de tahuampa, que no tienen ni la dureza ni mucho menos la resistencia al ataque de los insectos del aceite caspi.

Según han demostrado los recientes estudios del Dr. P. Fine las plantas que viven en los varillales del Nanay, y especialmente el aceite caspi, han desarrollado un extraordinario mecanismo para defenderse del ataque de los insectos herbívoros: producen substancias tóxicas como alcaloides, terpenos y taninos. Estos últimos son los que dan el color oscuro al agua del Nanay, al ser lavados por las lluvias de las hojas secas y palos podridos. Huelga decir que en estos ecosistemas hay montón de especies únicas de plantas y animales, que sólo viven ahí, y entre ellas algunas especies nuevas para la ciencia, incluyendo la famosa Perlita de Iquitos (Polioptila clementsi) y otras más.

Me acabo de reencontrar en la comunidad de Diamante Azul, en el alto Nanay, con un antiguo amigo, don Francisco Guevara. En el 2003 tuve la oportunidad de observar cómo aprovechaba los palos redondos de un varillal en la quebrada Paujil, cerca de la comunidad de Alvarenga, la última del Nanay. Luego de cortarlos los pelaba en el lugar con el machete, y los dejaba apoyados en otros palos, para que escurriese la savia y se secasen algo. Pasados unos días comenzaba el transporte hasta el campamento a través de estrechas trochas practicadas en el varillal.

En el puerto al borde de la quebrada aprovechaba un despejo para solearlos, para que boyasen mejor, y de ahí los llevaba en bote al borde del río, donde armaría la balsa con la que habría de bajarlos hasta Iquitos. Ver armar una balsa de madera redonda es un espectáculo: primero construyen, con vigas y soleras sujetas con sogas del monte, un armazón flotante en cuadrilátero con refuerzos en cruz, para darle firmeza, y luego comienzan a colocar debajo los caibros, que son amarrados en haces de 20 o 30; algunas balsas llegan a transportar hasta 2 y 3,000 palos. Bajar estas balsas al garete también es un arte, por más que el cauce del Nanay sea bastante manso: deben vigilar constantemente y remar con esos enormes remos amarrados a largos palos para que la corriente no arroje la balsa contra una palizada, donde podría quedar atajada, y tendrían que desarmarla y volverla a armar de nuevo.

En esta visita, uno de los visitantes le preguntó a don  Francisco si hacían reforestación para que no se acabasen los palos en los varillales. “¿Reforestar? No, las madres semilleras del varillal son las que reforestan, botan su semilla, y vaya usted a ver sus plantoncitos como crecen, parece sembrado. Nosotros respetamos los árboles semilleros (las madres), respetamos a sus hijos pequeños (los plantones) y dejamos descansar el varillal luego de aprovechar la madera. Sólo sacamos los árboles bien rectos, los que tienen alguna torcedura o se abren los dejamos crecer para que den semilla. Vuelves luego de 3 o 4 años y ves de nuevo el varillal lleno de maderas.”

Confirmo a los visitantes que el manejo tradicional de los varillales ha demostrado ser bastante sostenible: muchos de estos bosques han sido explotados intensamente desde hace más de 50 o 60 años, y siguen produciendo buena cantidad de madera. La clave está en el respeto a los árboles semilleros, el respeto a la regeneración natural, y la tala de bajo impacto.

Tanto es así que el INRENA hace años aprobó el aprovechamiento comercial de madera redonda en algunos varillales dentro de la Reserva Nacional Allpahuayo – Mishana, único caso en el Perú (ya que la Ley de Áreas Naturales Protegidas prohíbe expresamente el aprovechamiento comercial de madera). El argumento fue el estado saludable de estos bosques luego de décadas de manejo intensivo. Sin embargo, la industria forestal de Loreto, con todos sus asesores y planes de manejo, ha extirpado las poblaciones comerciales de las especies más valiosas, especialmente cedro y caoba. Deberían aprender de las comunidades a manejar el bosque.