miércoles, 31 de octubre de 2012

LA LEYENDA DEL DILUVIO

Hubo en cierta ocasión, dos jovencitas nativas, hermanas bellas, de cuerpo esbelto, labios sensuales, tenían 14 y 17 años y hacia poco habían sido presentadas en sociedad.

Como eran mayorcitas, salieron solas de paseo por los Caseríos, sus padres no las reclamaban, pero esperaban que cada cual trajera su marido a su regreso. Pasaron dos meses fuera de casa y emprendieron el regreso, la mayor iba en la popa sentada dirigiendo la canoa y la menor empujaba con una caña brava desde la proa.

La hermana mayor desde la popa oia susurrar un canto y como un fantasma que se acercaba hacia ella, que le decía: “Yo te persigo, yo te he pusangueado, estas presa de mi amor, no puedes huir de mí, nunca podrás seguir a otro”.

Paso la tarde y vino la noche, cuando llegaron al Caserío de sus padres y atracaron en el puerto, ellas saltan a tierra y aparece de pronto el sujeto misterioso, la nativa no se extraña al verlo a su lado y conversan los dos durante largas horas, después se retiran , ella se va a su casa y él se hunde en las aguas del rio.

El hombre era una boa, la nativa y la boa están enamorados. La boa proveía a la nativa de toda clase de alimentos: pescados, charapas, sajinos, venados, sachavacas, la nativa y sus padres estaban contentos de aquel personaje, ellos le daban chapo y masato en abundancia.

Pronto apareció embarazada la nativa y nació el niño, era robusto y alto, también se estiraba y se encogía como una lombriz del mismo modo que su padre la boa.

Cierto día, su padre, la boa fue de caza y su madre salió a traer leña, el niño quedo a cargo de su abuela, el niño se durmió y la anciana le acostó en la hamaca, la vieja también se durmió y se echó en el suelo sobre una estera.

Mientras ambos dormían, llego una procesión de víboras y treparon por el horcón donde estaba amarrado la hamaca, entrando en la cama del niño, anidaron unas sobre el niño, otras debajo de él, otras a los lados, con el fin de darle calor, todas ellas parientes del niño que venían a celebrar su nacimiento.

Al mediodía despertó la abuela y fue a ver al niño a su hamaca, cuando vio el montón de víboras, la vieja dio gritos de espanto que despertó al niño, el cual al verse acompañado de las víboras se rio y se alegró de tan buena compañía y siguió durmiendo. Pero, la abuela creyó que su nieto seria de la familia de las víboras y con cólera tiro al niño en el fuego.

El niño se estaba quemando en la candela y llorando desesperadamente, pero en esos instantes llegaba su madre trayendo la leña, echo agua a la candela, la apago y saco a su hijo pelado y en carne viva.

La madre le dijo a la anciana:¿Por qué metes a mi hijo en las brasas?. Se lanzó sobre la anciana,le jalo de los cabellos, le mordió, le abofeteo y en esos instantes llego la boa con sus dos hermanas para visitar a su sobrino.

Las boas fueron a la cama del niño, lo descubrieron y vieron el estado tan lamentable en que se encontraba y sin decir nada lo tomaron y se lo llevaron. Su madre y su abuela las siguieron para rescatar al niño, las boas entraron en el rio, bucearon hasta el fondo y golpeaban con sus colas la superficie del agua para impedir que las nativas les siguieran.

Las mujeres nativas lloraban inconsolables la desaparición del niño, sin esperanzas de rescatarlo. La boa padre quiso vengar con un castigo mayor que el divorcio, el mal trato que las mujeres habían dado a su hijo.

Reunidos dentro del agua los hermanos boas , acordaron mandar un diluvio que inundara toda la tierra, hasta el cerro más alto, con el cual se exterminara la raza nativa, solo las boas quedarían dentro del agua para devorar a los cadáveres.

El niño escuchaba lo que hablaba su padre y sus tíos, pero él se acordaba de su madre y sentía que ella muriese, por eso un día se escapó y fue a la casa de su madre y le dijo :”Mama, aquí te traigo una semilla de huito, siémbrala”.

La mujer la sembró y esa noche creció dos metros y seguía creciendo, después el niño fue al rio y trajo pescado en abundancia y dijo a su madre:”Asa ese pescado”.

La mujer le aso y el niño volvió a decir a su madre: “Mamá, va a venir una gran inundación, pero tú te salvaras en este huito que ha crecido de mi semilla, harás una tarima, pondrás en ella plátano, yuca, pescado y te subirás en ella con tu hermana. Mi abuela no subirá , porque por su culpa mis familiares mandaran el castigo. Cuando veas que el agua llega a la tarima, golpea el árbol y la tarima subirá. Si así hacéis os salvareis” y diciendo esto, el niño se fue.

Al día siguiente se desencadeno una lluvia torrencial, las dos hermanas se subieron en la tarima que habían hecho en el árbol del huito, la inundación cubrió las casas, los arboles más altos y los cerros, la gente nadaba llorando y gritaban desesperados, no había árboles en donde se agarraran, se ahogaron todos, la vieja también y las dos hermanas golpeaban el árbol y no se mojaban. La lluvia duro un mes, murieron todos los nativos, solamente las dos hermanas se salvaron.

Cuando paso la lluvia, la boa hijo llego al huito en donde estaba su madre y le dijo:” Mama , aquí te traigo pescado para que comas”.

Tardaron diez días para que las aguas bajaran y ellas golpeaban el árbol para que la tarima bajara a la tierra.

La tierra era una playa inmensa, no había árboles, no había chacras y empezaron a caminar perdidas y cansadas por el hambre. Un día oyeron golpes de hacha y dijeron:”Allí estarán nuestros paisanos”. Siguieron en la dirección del ruido y encontraron a un mono, que estaba en la punta de un tronco seco cogiendo la miel de unas abejas, el mono les invito a comer.

Siguieron caminando, más animadas y encontraron frutas caídas y las comieron, siguen más adelante y encuentran al martin pescador haciendo pesca, les  da pescado. Al otro día llegaron a la casa de un añuje, les convida su masato, al atardecer llego el paujil, llorando porque le había picado una espina en la pata, el añuje dijo a una mujer:”sácale la espina” y la mujer se la saco, y estuvieron muchos días en la casa del añuje.
Un dia las mujeres ayudaban al añuje a sacar yuca para el masato, cuando de pronto escucharon a lo lejos que hablaban. Ellas se pusieron nerviosas y corrieron hacia el lugar de donde provenía esos sonidos, eran los nativos, las mujeres habían llegado a encontrar a sus paisanos. Allí se casaron y tuvieron muchos hijos.

viernes, 26 de octubre de 2012

E L B O S QU E

Julio Chope, entro en el bosque , seguro de realizar una buena caza, así lo prometió a su mujer y a sus seis hijos, al salir del tambo, en la orilla de un rio donde vivían
Abundaban puercos y vacas del monte, aves,tigres, víboras y de estos últimos había que cuidarse, igualmente de las huanganas, ya que estos en sus impetuosos recorridos masivos, atacan y despedazan con sus fuertes pezuñas y colmillos al hombre, a todo animal que sorprenden, embistiendo aun a los árboles en que se han refugiado los cazadores.

Asomaba el sol, algunos de sus rayos atravesaban los boscajes, haciendo brillar las gotas de roció, iluminando las hojas de las palmeras tiernas como pestañas de bellas mujeres, de repente por allí brotaba la clara melodía del pájaro flautista.

Chope anduvo, anduvo, sin encontrar algo importante de ser cazado, solo veía mariposas, saltamontes, avecillas o serpientes que corrían  por la espesura coleteando. No se asombró mucho de ese fenómeno, pues recordó que el bosque a veces se presenta así y continuo caminando en varias direcciones, gran conocedor de la selva, no tenía miedo de desorientarse, iba con paso cauteloso, los ojos de tigre  y los oídos atentos, ante un suave movimiento de hojas o cualquier ruido, alistaba, allí mismo la escopeta, pero, nada.

Ya será mediodía – calculo-, porque el sol no entraba en la tupida vegetación, sino por el tiempo transcurrido. Y sintió sed y hambre, cerca no había arboles con frutos comestibles. Mas escudriñando en torno descubrió la “yacuhuasca”(soga que brinda agua), corto esta soga con su machete y un chorrito limpio salió del rojo corazón de esa soga. Chope la emboco y bebió ansioso.

Tal vez, por la tarde encuentre una buena presa, se dijo, reanudando su andanza por el bosque. Hurgaba en el ámbito penumbroso de las aletas, como paredes de grandes árboles, creyendo hallar perdices, añujes o bien perseguía el olor a cebolla que de pronto le parecía notar de los sajinos, pero al final , nada.

Se sentó en un viejo tronco, quiso fumar, pero no tenía tabaco. Otro día me desquitare, exclamo  resignado y enrumbo hacia su tambo.

 Y ya al atardecer, en una parte muy sombría del bosque, herida por la poca luz del sol, vio muchos pelejos abrazados en las ramas de los arboles gigantescos, esos lanudos animales llamados también “yoncas” en la selva, sumergidos en un sueño oceánico, pues pasan el tiempo durmiendo, al extremo, que según el pueblo, ni siquiera se preocupan por buscar alimentos, esperando que por la maduración caigan en sus bocas los frutos de los arboles donde viven.

Me llevare uno de estos desabridos pelejos, se dijo Chope: Que más da. De todos modos es comida y apunto el arma, era una peleja que sentada en un árbol, tenía a su tierno hijo apretado a su pecho con el brazo izquierdo y con el brazo derecho se tapó los ojos casi humanos llenos de terror, como diciéndoles al cazador :¡ Que vas a hacer!

 Y el cazador Julio Chope bajo el arma, muy AVERGONZADO.

miércoles, 24 de octubre de 2012

E L P I C H I T O S I L B A D O R

Entre Tingo María y Aucayacu, hay un Caserío llamado Locro, aquí Julian Vasquez Del Aguila, al igual que todos los pobladores cultivaban sus chacras de maíz, papaya, café y cacao.
Para los trabajos de limpieza, deshierbe y cosecha contrataban los servicios de peones y también a una señora llamada Consuelo, más conocida como Conchita, quien se encargaba de la preparación de los alimentos para la peonada.
Lo cierto es que esta señora, era más bien una señorita de unos 35 años, era bonita, tenía un buen cuerpo y caderas provocativas que dejaba tragando  saliva a su patrón Julián durante toda la noche.

Hasta que cierto día, Julián se propuso tomar al toro por las astas o mejor dicho a Conchita por las bombachas. Culminada la faena del día, Julián decide enamorar a Conchita, logrando pactar un encuentro, antes de llegar al Caserío.

Se retiraron ligeramente del camino y protegidos por un pequeño monte, luego ya “cutulos” dieron inicio al combate.

Pero, tan pronto, Julián mando la primera estocada, escucho un silbo muy cercano que le hizo bajar la guardia y levantarse enseguida.

El creía que se trataba de alguien que les habían seguido los pasos y que  se proponía aguarles el combate y se puso a explorar a su alrededor, pero no había nada.

Mientras tanto, Conchita se reía con disimulo-

-No te preocupes, don Julián- le dijo ella. No vas a encontrar a nadie. Ha sido mi pichito el que ha silbado y eso sucede porque tengo un pequeño corte allí.

Luego, aclarado el asunto en que nadie les espiaba, reanudaron las acciones con nuevos bríos y al ritmo de un concierto de silbidos, que en tonos modulados, brotaban de aquel maravilloso instrumento, haciendo la delicia de Julián y Conchita.

Hasta que terminado ya, Julián dijo : ¡Que pichito tan fabuloso, caray!

Como dice el Mañanero : ¡Que bestia mi caballo!

Y asombrado por aquel insólito hallazgo, Julián empezó a investigar y conoció que efectivamente Conchita en su niñez, tuvo un accidente con un objeto cortante que le afecto el órgano genital y al no haber sido atendida a tiempo, le quedo una leve fisura en el labio mayor izquierdo, o sea Conchita tenia un “pichito silbador o ñaja ñaja” y que funcionaba como un instrumento musical de viento en cada atacada o afinada de todo aquel a quien ella aceptaba.

Por eso, el Mañanero dice: “ Ayau, paloma,ayau pichito ñaja ñaja  o pichito silbador.

Darío Vásquez Saldaña

martes, 23 de octubre de 2012

El Bufeo Colorado

En uno de los tantos pueblos de la selva, se festejaba la fiesta de San Juan. La orquesta contratada para la ocasión está causando furor en los presentes con las notas tropicales de las pandillas, cumbias y changanacuys.
De repente en pleno repunte de la fiesta se presenta un grupo de gringos. El más simpático, dice llamarse Shinaan. Se dirige al bar y compra toda la existencia de licor y ofrece a beber   a todos los presentes.  Los lugareños  muy contentos simpatizan con el forastero y sus amigos  ofreciéndoles sus jóvenes hijas para bailar. 

Shinaan hace gala de su destreza en la danza. Baila con todas las chicas del lugar y no tarda en conquistar a una de  las más bellas, quién impresionada por sus  dotes de bailarín y galanteador se enamora del forastero desde que bailo la primera pieza, y no pierde  ocasión de estar a su lado por el resto de la noche. Antes del amanecer se sirve el banquete de juanes, caldo de gallina y chilcano de pescado  para todos los presentes pagado también por el forastero. La gente lo vitorea a más no poder. Antes del alba se despide de los presentes, ofreciéndoles que regresará para la próxima fiesta.
En tanto Yara, la bella joven,  queda profundamente enamorada de Shinaan.  Lo recuerda y sueña. En sus sueños la colma de   regalos: preciosos vestidos y joyas en oro y diamantes. En una de aquellas noches, que lo deseaba con toda su alma, no lo  puede creer cuando al despertarse la encuentra  acostado a su lado prodigándole sublimes caricias. Aprovechando de la tranquilidad de la noche, juntos recorren las orillas y las aguas del río. Allí, viven un romance perfecto bajo un cándido cielo poblado de estrellas,  y un plenilunio  que destella de felicidad. Allí en las frescas aguas, Yara apaga la pasión que arde en su candoroso cuerpo juvenil en los brazos de Shinaan.
Los padres de Yara observan un extraño comportamiento en su hija. No se explican por que la joven duerme de día y pasa las noches  en el  río. El padre decide seguirlo a escondidas para descubrir el secreto. Se queda atónito y no puede creer lo que ven sus ojos. La joven completamente desnuda está dando piruetas en el río abrazada al cuerpo de un Bufeo Colorado y de vez en cuando los ve desaparecer. El Bufeo Colorado  transporta a la joven a las profundidades donde le muestra su reino con sus  majestuosos castillos adornados de oro y diamantes, sus mesas servidas de exóticos manjares. La regresa a la superficie solamente al amanecer. La joven agotada cae en profundo sueño de la que se niega a despertar.

El padre desde su puesto de observación recuerda, una vieja leyenda Shipiba que cuenta que: "Hace muchos años, una tribu entera de humanos fue convertida en delfines de río (Bufeo Colorado) por no haber querido entronar a una vieja hechicera. Desde entonces los descendientes de este pueblo habitan alegremente las caudalosas aguas del río Ucayali y otros ríos de la Amazonía. y que cuando hay fiestas ribereñas acuden disfrazados de gringos para no ser descubiertos. Uno de ellos es Shinaan que viene por su amada humana Panshin. Y al contrario de lo que se pudiera creer, ellos están muy contentos de la hechicera por haberlos hecho diversos de los humanos, quienes son culpables de muchas cosas desagradables que ocurren en el mundo"
Pero para él, esto era solo  leyenda y no puede creer que esto le esté sucediendo a su querida Yara, y en pleno siglo XXI.
Piensa para sí -  Ahora me  explico por que aquel gringo nos dio de beber y comer gratis en la fiesta. Y su nombre coincide con el de la leyenda. No era tal, sino un Bufeo Colorado - Maldito sea.
Siguiendo el consejo de la leyenda se interna en la selva a buscar un  curandero, para que le preparare el antídoto, para recuperar a su hija antes de que termine por ahogarse en el río en sus intentos de convivir con su quimérico enamorado. Ojala, que cuando regrese con el remedio, no sea demasiado tarde.
 
De vuelta le confía a su esposa del extraño descubrimiento  y del encuentro con el curandero que le ha preparado un brebaje y una oración en Shipibo. Mientras duerme Yara las primeras horas del sueño, la madre vierte el brebaje  con cuidado, humedeciéndole los labios  y la boca. El  padre arrodillado a la cabecera del lecho repite fervorosamente la oración aprendida para la ocasión.
Al amanecer, los cálidos rayos de sol se filtran por la ventana y despiertan a la bella Yara. Que recuerda de haber tenido un mágico sueño. Al ver a sus padres felices, su rostro juvenil se  ilumina en una diáfana sonrisa de gratitud.
Carlos Velásquez Sánchez

sábado, 20 de octubre de 2012

E L O T O R O N G O

Con este nombre, en la selva se le conoce al tigre americano o jaguar, siendo el más grande de su especie. Por su ferocidad y color de la piel, se puede  decir que tiene cierta semejanza con el Tigre de Bengala. Cuando por alguna circunstancia prueba carne humana, se convierte en un enemigo muy peligroso para el hombre y su piel es muy cotizada.

                                      C UE N T O

Estábamos de campamento en la playa, para dedicarnos a la caza de las tortugas y después de una semana ya habíamos acumulado un buen número de tortugas y desde entonces comenzamos a contarlas diariamente por las mañanas, pero lo curioso del caso era que todos los días faltaban 2 o 3 de las mejores tortugas charapas, es decir de las mas grandes y no se encontraban indicios de su huida, porque el cerco se mantenía intacto y no había otra forma de que escaparan sin romper el cerco y no había huellas de pisadas de ninguna clase.

En vista de que seguían las desapariciones, decidimos montar guardia nocturna por turnos. Sin embargo, pese a estas precauciones seguían desapareciendo las charapas misteriosamente, hasta que me toco mi turno. Provisto de mi machete salí a rondar por los alrededores del charapero y luego regrese.

Ya muy de madrugada me quede dormido ligeramente, pero solo cuestión de minutos, desperté sobresaltado y me pareció distinguir algo a corta distancia muy cerca del corral, me puse de pie y me fui acercando al lugar. Cuando estuve a unos 10 mtrs. Pude ver la sombra de un hombre que estaba inclinado sobre un objeto negro.

Ya no quedaba duda que se trataba del ladrón, que noche a noche iba disminuyendo nuestro depósito y le grite: Oiga , suelte la charapa y no se mueva. Ahora arreglaremos cuentas . Y avance sobre él, pero mi asombro no tuvo limites, cuando el sujeto con una agilidad increíble, puso la charapa a la espalda y echo a correr velozmente en silencio hacia el bosque, atravesando todo el ancho del charapero.

Comencé a perseguirle, pero no le pude alcanzar, porque se alejó velozmente hasta que desapareció en medio de la oscuridad. Había fracasado en la captura del ladrón y después de descansar un rato, seguí caminando hacia el boque con el objeto de marcar algunos árboles con el machete y regresar al día siguiente para seguir buscando sus  huellas.

Regrese a mi puesto de vigilancia y permanecí despierto hasta el amanecer, hasta que llegaron mis compañeros a dejar sus preciosa cargas en el charapero. Cuando les informe lo sucedido, me increparon por haberme dormido y haber permitido un nuevo hurto sin descubrir ni capturar al ladrón.

Empezamos a contar a los animales y nos dimos cuenta que faltaban dos hermosa charapas, eso significaba que el sujeto había realizado dos viajes, siendo descubierto recién en el segundo.

Buscamos las huellas por todas partes, pero no descubrimos nada, nos encaminamos todos al lindero del bosque y allí lo que hicimos fue buscar las marcas que había dejado en los árboles y comenzamos a buscar, hasta que uno de los nuestros nos pasó la voz y corrimos hacia él. Miren aquí, nos dijo, señalando al suelo. No hay huellas de pisadas humanas por ningún lado, pero estas pisadas del otorongo si son muy claras y vimos así las enormes pisadas del otorongo.

Sin hacer ningún comentario, fuimos siguiendo las huellas en silencio y muy atentos con ojos y oídos para no ser víctimas de alguna sorpresa desagradable. Después de media hora de caminata en el interior del bosque, tropezamos con uno de esos árboles gigantescos de la selva, cuyas enormes aletas se interponían en nuestro camino y al parecer aquí se perdían las huellas  porque el suelo está cubierto de abundantes hojarascas.

Entonces comenzamos a buscar por los alrededores para tratar de encontrar las huellas, cuando de pronto sorpresivamente descubrimos un verdadero depósito de caparazones de charapas. En todos esos caparazones estaban las marcas que el otorongos las había comido. Uno estaba totalmente vacío y otro todavía con las carnes a medio desgarrar, lo que significaba que el otorongo estaba en pleno festín, cuando sintió nuestra llegada y huyo hacia la selva.

Carlos Velásquez Sánchez

jueves, 4 de octubre de 2012

El Manguaré

Demóstenes Gonzales Grández

Se cuenta que hace muchos años atrás, los hombres huitoto llegan a descubrir que hay animales, aves y peces, que se comunican entre ellos por medio de algunos golpes, en la aleta de los árboles como el duende Supai o Chullachaqui. El pájaro carpintero que hace hueco con sus golpes en la punta de los árboles y algunos otros animales como las huanganas y peces, como la palometa y la sardina que dan golpes con sus aletas en la superficie del agua. De ahí que muchos hombres idearon y efectuaron la construcción del Manguaré. Este instrumento de comunicación que posteriormente, sirvieron a nuestros soldados en la guerra con Colombia y Ecuador se hace de charapilla y de la almendra, de estos dos árboles únicamente.
La noche de la víspera, en que deben ir a tumbar el árbol hacen un fiesta que consiste en:

a) Los encargados de derribar el árbol, van a dejar cierta cantidad de frutas como piñas, guabas, caimitos, remes, etc. Al pié del árbol y con ciertos días de anticipación, para que coman durante el tiempo que les tome derribar el árbol.

b) Hombres y mujeres danzan cantando canciones groseras toda la noche para que el sea sonoro.

c) Dos hombres dialogan sobre el hacha. Toda la noche, semi cantando y con el hacha bien adornada. Que debe estar en la mano de uno de los hombres, quién se sienta, al fondo de la casa contraria a la puerta y al amanecer se levantan para quitarse el hacha.

Una vez quitado el hacha por el otro, lo hacen cantar por parejas y lo llevan así, cantando y adornando con lo que han de tumbar o derribar.

Una vez que han cortado el árbol vienen dos hombres disfrazados a la casa del baile, que representan el espíritu de ese árbol llamado huitoto “sfici”, a quienes el dueño del baile tiene que recibir con palabras cariñosas, con palabras de dulzura, de paz, de amor, y de calma, para que días después no aparezca una epidemia mortal, y teniendo en mano el famoso instrumento que lo consideraban sagrado hecho de palo sangre, llamado “gárola” objeto con que cantan en sus acostumbrados y sagrados ritos religiosos.

En los precisos momentos en que llegan estos dos disfrazados deben esconderse todos los niños para no verlos, porque es signo de mal agüero, ya que pueden quedarse huérfanos en poco tiempo después. Luego del recibimiento el dueño de la fiesta les saca las máscaras y los cuelga en la punta de la casa, para hacer otra fiesta o baile cuando lo van a quemar.

El manguaré se compone de dos troncos. O sea, un par cuentos, uno es el macho que más delgado el otro es l hembra que es el más grueso.

Los golpes del maguaré, se hacen por medio de unos mazos hechos de madera, pero la punta más gruesa tiene que ser envuelta por una cinta del caucho negro y encima tejido una redecilla para poder mantener al jebe y que sirve para no ofender al mismo manguaré.

Cada cosa tiene su canción, como el jebe o caucho, la redecilla, el mismo mazo, el hueco del maguaré, la máscara de los disfraces, el mismo manguaré etc. Cada tipo de baile huitoto tiene cientos de canciones para sus danzas, y aquí escribo una de estas canciones que cantan para el manguaré.

Las partes que dice, “vayu-vayu” no se pueden traducir. Porque son palabras puestas solamente, para que sea completo el tono y la música, las demás palabras dicen:

En el principio eres encantado por el sol, y eres el gran hijo almendra o charapilla. Al amanecer este día serás huequeado o cortado tu costilla. Seres que viven debajo de las aguas , y eres llamado la paña, tus mandíbulas contienen tus dentaduras que son bien afiladas, lo mismo será esta hacha con la que te cortaremos.

 Nota

 El manguaré un instrumento semiótico cuyo sonido puede ser escuchado hasta a 20 kilómetros de distancia se hace puyándolo para extraerle el interior y utilizando el fuego. Origen pre colombino, se encuentra variantes en toda la amazonía.

L A C H A R A P A M A M A

En quechua quiere decir: Madre de la charapa. La charapa es la tortuga más grande del rio y llega a alcanzar más de 1 metro de largo. Le siguen en tamaño la taricaya y el cupiso. Tanto la carne como los huevos de estas tortugas son muy codiciadas por los regionales. Se les caza generalmente cuando salen a poner sus huevos en las playas.
                                    Narración

En un lugar lejano del Marañón, decidimos atracar nuestra canoa, para dedicarnos a la caza de las charapas y a la extracción de huevos que dejan enterradas en la arena para su reproducción , solo por acción del calor.

De esta extraña forma de incubación nacen anualmente millares de charitos(tortuguitas recién nacidas), en la temporada de playas, de las cuales la mayoría son devoradas por otros animales ante de que logren desarrollarse.

Estos animales para la procreación se juntan en el agua. Los machos generalmente no acostumbran a salir a las playas, son pequeños comparados con las hembras, pero muy fuertes y resistentes se les llama capitaris.

Y en la madrugada empezamos a recorrer la playa en busca de las codiciadas presas, íbamos tanteando con los talones las partes más blandas de la arena que delataban la presencia de un nido de charapa. En menos de media hora habíamos capturado tres taricayas y sacado los huevos de sus nidos.

Para cazarlos o capturarlos, es simple, se les coge por ambos lados o se les toma por el vacío que presenta la caparazón en la parte de la cabeza y de la cola y se les voltea boca arriba, teniendo cuidado de no ponerse por el lado de atrás, para no ser cegados por la arena que arrojan con violencia en su defensa, luego se les mete en un costal o se les atraviesa dos varillas por el pecho, sujetas al caparazón, cubriendo las patas traseras y delanteras para anular sus movimientos y evitar que escapen, luego se le conduce a la canoa.

Y así hicimos todo nuestro trabajo, cuando de repente escuchamos los gritos desesperados y lejanos de uno de nuestros compañeros, pidiendo auxilio con toda la fuerza de sus pulmones, al principio creímos que se trataba de una de sus bromas y no le hacíamos caso, pero de pronto sus gritos se escuchaban más insistentes y lánguidos, nos sobresaltamos y emprendimos la carrera hacia donde provenían los gritos y llegamos justo a tiempo para salvar a nuestro amigo Diógenes, porque en esos instantes comenzaba a sumergirse con el cuerpo doblado hacia adelante, como si estuviera apoyado en algo que le impedía pararse y que nosotros no alcanzamos a ver porque ya estaba cubierto por el agua.

Todos nos lanzamos al rio sin vacilar y sujetándolo fuertemente lo desprendimos con violencia de ese pesado cuerpo que lo arrastraba a la profundidad del rio.

Casi muerto de miedo y sin habla, quedo por largo rato tendido en la playa, el pobre Diógenes y le preguntamos que le había pasado y que era eso que le arrastraba al rio sin que pudiera desprenderse por sus propios medios.

Ya vuelto a su estado normal nos contó que después de haber cogido una charapa y dos taricayas, de pronto tropecé con otra enorme charapa, fuera de lo común por su tamaño, que se dirigía al rio y por la emoción de darle caza, me abalanze sobre el gigantesco animal, subiéndome sobre su lomo para poder dominarlo, sujetándome de la parte de la cabeza, pero no podía ni moverle y que más bien se sintió pegado de pies y manos al animal fuertemente, entonces quise desprenderme y no podía, el animal seguía hacia el rio con su lento caminar y al ver que no podía liberarme del caparazón de la charapa, ya que me arrastraba al agua, empecé a gritar pidiendo auxilio y ahí llegaron Uds.

Apenas termino de hablar, Diógenes exclamo sobresaltado: Ha sido la “charapamama” que quiso vengarse, llevándome y vengar la mala suerte que corren los de su especie en manos del hombre que las persiguen sin descanso y las matan sin piedad, impidiendo inclusive su reproducción al robarle los huevos que dejan ocultos en la playa.

Esto ha ocurrido muchas veces cuando alguien ha intentado capturar a la “madre de la charapa”, porque su caparazón está cubierta de una sustancia parecida a la brea, que al pegarse a ella cualquier cuerpo extraño no se desprende fácilmente por sí solo.

En realidad, Diógenes presentaba unas ronchas raras en las plantas de los pies, en las palmas y dedos de las manos que no desaparecieron asi nomas, sino con el correr de los años.

Carlos Velásquez Sánchez