sábado, 21 de diciembre de 2013

EL TUITUICOCHA MISTERIOSO


Antiguamente existió un lago llamado Tuiticocha en la parte más elevada de la ciudad de Lamas, que desapareció debido a una cavidad subterránea que se abrió en el mismo sitio.

Este lago misteriosamente,  cada día aumentaba su caudal, causando admiración entre las gentes que Vivian en su alrededor y como este fenómeno era una extraña novedad, un grupo de personas  fue un día a la orilla del lago para ver lo que ocurría , cuando de pronto apareció un animal de aspecto feo, que sacaba la cabeza de rato en rato desde el centro del lago, amenazándolas con atacar, los indios lamistas llamaron a este animal el YACUMAMA , madre del lago y resolvieron matarlo.

Para lo cual se armaron de lanzas, hachas de pona y se dirigieron al lago, estando ya cerca, recibieron un fuerte chaparrón de lluvia con truenos, relámpagos y rayos de diferentes colores  que les quemo la cara haciéndoles huir despavoridos.

Todos regresaron a sus casas sin querer saber más del lago. Aquella noche un indio llamado Antonio Salas, soñó al yacumama, cubierto el cuerpo con un grueso cuero de otorongo y luces en el pescuezo que le dijo : “ No me maten, porque no soy peligroso, más bien yo seré la felicidad de todos Uds.”.

Después de un tiempo, muchos indios lamistas que regresaban  de sus chacras se quedaban a dormir en un tambo cerca al lago. Al día siguiente uno de los indios se fue a beber al lago y probo que el agua era salada y llamo a sus compañeros y cuando todos acudieron  a la orilla, el lago  se embraveció, como signo de ira que tenía el yacumama que les dio mucho miedo.

Lo peor que ocurrió fue que aquellos indios ya no pudieron recoger agua para beber, regresaron al pueblo y contaron a sus familias y amigos todo lo que habían visto y como estaban cansados de caminar se durmieron y en sus sueños el yacumama les dijo :”No me gusta que Uds, hayan tocado mis aguas, porque el tiempo todavía no le permitió, ahora tengo cólera, porque descubrieron un secreto antes de su tiempo.

Aquí tengo una mina de sal y no tendrán sal por toda la vida, cobro mi venganza , llevando mi mina con mi agua maravillosa a formar otra laguna  y otra mina  en las orillas del rio Huallaga#.

Al día siguiente, muy temprano, comentaron a sus familias y amigos y en el Barrio Ancohallo reunidos los lamistas, lamentaban el haber contado sus sueños , por la pérdida de la mina.

En aquellos tiempos los lamistas para conseguir sal tenían que caminar 4 días hasta las orillas del rio Huallaga, de donde extraían sal para sus comidas.

Carlos Velásquez Sánchez

EL INVENTARIO DE DOÑA ROSA PICSHA

En la ribera de un cristalino rio, afluente del caudaloso rio Ucayali, se extiende al margen de una de sus orillas, un pequeño pueblo olvidado Huayracaspi, que durante más de un siglo de existencia nunca figuro en el mapa de ese Departamento. Su población nativa y mestiza se dedica por tradición a la caza, pesca y una incipiente agricultura.
Aquí en este empobrecido, pero bello paraje amazónico, trabajo por más de 30 años consecutivos una vieja maestra, ocupando la única plaza unidocente de este pueblito. Esta abnegada maestra dedico su vida hasta sus últimos años a enseñar a los niños de esta postergada Comunidad, logrando alfabetizar a toda la población sin más apoyo que su recia vocación de educadora.

Doña Rosa Shupingahua, natural del Departamento de San Martin, recordada hasta la fecha con el sobrenombre de “Rosa Picsha”(Rosa bolsa) apodo que le otorgaron sus colegas profesores de Pucallpa por su avanzada edad y su arrugado rostro. Se envejeció en la docencia de aquel pueblo ucayalino donde se inicio en la heroica tarea magisterial.

Doña Rosa Picsha trabajo con muchas limitaciones. Su escuela era un desprotegido tambo con techo de palmera, carecía de material didáctico y mobiliario. Nunca recibió ayuda de las Instituciones del Sector Educación, a pesar de que ella constantemente cursaba documentos dando a conocer sus necesidades. Su solicitud era muy justificada, pero jamás fue atendida por la Supervisión de Educación con sede en Pucallpa, ciudad de donde dista 10 días de viaje, surcando el rio Ucayali hasta el pueblo donde ella enseñaba.

Doña Rosa Picsha cansada de las formalidades y de recibir falsas promesas de ayuda, se le ocurrió una genial idea y dentro de la documentación de fin de año, que obligatoriamente tenía que hacer llegar a  la Supervisión de Educación, adjunto un Inventario de Bienes, incluyendo el número de alumnos.

El Supervisor de Educación después de leer detenidamente el documento, hizo llamar a doña Rosa Picsha a través de un memorándum, ordenándola que al término de la distancia se presente a su despacho, en donde el Supervisor preparo una severa llamada de atención, considerando que el documento en mención constituye una falta de respeto a su alta dirección.

Doña Rosa, conservando la serenidad, explico al Supervisor que durante mucho tiempo venia solicitando apoyo para mejorar los servicios de su escuela y que por fin con este documento ha sido escuchada y el hecho de haberla llamado a su despacho constituye un gran logro de ella y si le permite puede traducir el documento a los términos del idioma español, si es que no entiende el lenguaje amazónico.

Como era de esperarse, al año siguiente doña Rosa Picsha logro su objetivo y dio inicio a sus clases en una escuela decorosa con nuevas carpetas y moderno material didáctico, digno de todos los niños peruanos por más distante que se encuentren las Comunidades donde viven.

      Inventario General del Centro Educativo de Huayracaspi

Bienes                                     Estado de Conservación                                      Traducción

Un salón de clases               Cusnipucho                                                           Casa vieja

Diez carpetas                         Manavalques                                                         que no sirve

Una pizarra                             Racracha                                                                 malograda

Una mesa                                   Talac talac                                                              por desarmarse

Una escoba                               tisha tisha                                                               despeinada

Un cantaro                               Micu micu                                                                  despostillado

Una bandeja                            chulla jeta                                                              bordes quebrados

Una bandera                            randa randa                                                          roto

Un mantel                                 sira sira                                                                    remendado

Dos libros                                  paiche pango                                                          muy usados, viejos

20 alumnos poshecos, buchisapas y patacalas.

20 alumnos pálidos ,barrigones y descalzos.

Carlos Velásquez Sánchez