sábado, 26 de julio de 2014

EL CHOLO DESIDERIO


Era un sábado, día de pago, los peones cesaron de trabajar al oír el silbato y con sus herramientas subieron la cuesta por caminos angostos formando un cordón humano muy largo, anhelantes de recibir su pago. Muy lejos de estos fornidos peones se ha quedado un cholo flacucho, amarillo como la flor de retama marchita.

¡ Que extensa es la trocha para Desiderio! Tan pesado le parece el camino, fatiga tan dura y sudor tan frio sentía en ese clima quemante y la tos le impedía avanzar.

Por fin llego al lugar de pago, con mucho esfuerzo, casi sin aliento, los ojos lánguidos, la boca seca y rostro de cera. De repente oyó la voz del pagador: ¡ Desiderio! Cholo haragán, ocioso, te haces esperar como niña bonita. No te dije, que ya no trabajes. Que te fueras lejos de aquí. Este cholo Desiderio es un peligro. No ven que esta enfermo, tísico. Yo no te pago, tísico, enfermo posheco.

El peón bajo la cabeza, tan grande herida abrió esta injusticia, que su voz se apago, en sus ojos no se vio siquiera una lagrima, es por eso que Desiderio, se fue sin decir una palabra, sin llorar , sin mirar a nadie. Camino mucho y distinguió una casa, pensó que en el corral de aquella casa podría dormir esa noche, pero los dueños le negaron hasta el lugar destinado a los animales.

La tempestad de recuerdos de infortunio, caía empapando la memoria del cholo Desiderio, recordó  que la caridad nunca había llegado a su corazón, recordó a sus seres queridos, luego impulsado por el instinto de vivir, con voz queda, pidió un plato de comida, ofreció pagar el doble, pero también se le negó.

Se dirigió a una piedra a descansar, su respiración quería extinguirse. La sirviente de la casa que le estaba observando, exclamo: El cholo que le hemos botado no se ha ido, está en esa piedra sentado. Y ante el peligro que se quedase, el amo ordeno que le den comida, pero no en el plato ¡ Tengan cuidado! Arranquen hojas grandes y en ellas pónganle comida a ese hombre y que se largue y adviértanle que se vaya lejos, porque ya vamos a soltar a los perros.

Desiderio comió poco, el hambre de justicia y de amor le torturaba mas, de pronto vio como un gorrión que picaba granos de arroz, cae de repente en las garras de un gato que le acechaba. Y él dijo : Una vida que se acaba en un instante. Buena suerte del avecilla y envidio su muerte rápida.

El peón marcho huyendo de todos los humanos, como un alucinado, en dirección al monte, por una trocha espinosa en busca del otorongo y de Dios . En busca del otorongo para que termine con su cuerpo y en busca de Dios para que salve su alma.

Se fue lentamente, la asquerosa silueta de su cuerpo se confundió con las sombras de la noche, el ambiente selvático murmuraba.¡ Muerte bendita!  ¡ Dulce muerte!, los truenos retumbaban, los relámpagos iluminaron el cuerpo, que yacía en su lecho fúnebre de tierra fértil, monte lozano y lluvia vivificante.

Desiderio, el peón haragán había muerto, el cielo lloraba mucho y llego el otorongo con sus ojos diabólicos, pero tuvo asco de comer ese cuerpo inmóvil y se retiro.

miércoles, 9 de julio de 2014

EL NACIMIENTO DEL DIOS TESLA

Yakonera, fue una mujer nativa, que por sus grandes facultades mágicas se convertía en tigre o en mujer. Casi toda su juventud la había pasado en el País de los Tigres, viviendo como acompañante de un gran tigre y del cual  había tenido 20 hijos tigres.
Acompañaba a los tigres en sus cacerías, se distinguió en el ataque por sorpresa a un Caserío, pues ella los dirigía, interesada en encontrar a algún joven que le sirviera como marido.

Para ello mataron a todas las mujeres y después Yakonera iba mirando y oliendo a los hombres, entregando a las garras de los tigres los que no satisfacían sus gustos. Hasta que encontró a un joven agraciado del cual se enamoro y a quien defendió cubriéndolo con una piel de tigre para que no fuera devorado.

Después de esta emboscada , los tigres regresaron a la selva, mas Yakonera se retraso y se separo de los tigres para quedarse a vivir en el País de los hombres, convertida en mujer con su nuevo esposo, se encaminaron al Caserío para comenzar una nueva vida.

Cuando caminaban, Yakonera se dio cuenta de que había perdido sus hermosas chaquiras de sus brazos y piernas y su marido le dice que vaya a buscarlas.

Yakonera regreso sola a buscar sus chaquiras, ella ya estaba embarazada y tenia en sus entrañas a Tesla y a los dos Muichkas. En el trayecto, Tesla desde el vientre de su madre le decía : Mama, dame esa flor olorosa, Yakonera cogía esa flor y la ponía sobre su vientre. Tesla la absorbía y la flor entraba, sus otros dos hermanos pedían flores y la madre les atendía, hasta que al querer coger unas flores, le pico la hormiga isula en la mano, produciéndole grandes dolores y fiebre, ella se enfado contra sus hijos y se  golpeo fuertemente el vientre.

Los hermanos se sintieron heridos y lloraron la maldición de su madre que quería abandonarlos en el monte. Hasta que amaneció, la madre vio que había dos caminos: Uno, el de su misma casa y el otro camino el de los tigres, dejo una señal para que al regreso no confundiera los caminos y prendió una pluma de guacamayo en el camino de su casa y una pluma de paucar en el camino de los tigres, pero ella no sabía cual era el camino, porque en ambos había huellas de personas y tigres.

Y le pregunto a su hijo Tesla que estaba resentido por el enfado de su madre y le dio los datos cambiados y Yakonera puso la señal que debiera indicar el camino de su casa en el camino. Yakonera llego al Caserío atacado y encontró sus chaquiras y regreso, pero al llegar a los caminos, entro por el camino de los tigres indicado por Tesla, anduvo por varias horas pero no veía a su esposo, hasta que llego sin sospecharlo  a la casa de los tigres.

Ahí estaba su suegra , la madre de su antiguo marido tigre, los tigres se habían ido al monte a cazar, ella se subió  a las vigas de su casa y allí esperaría a los tigres. Los tigres comenzaban a llegar y olfateaban diciendo : Aquí esta oliendo a Yakonera y la vieja les decía: No está aquí Yakonera.

Seguían llegando los tigres y todos olfateaban a Yakonera, ellos habían traído un gran cargamento de sachavacas, monos, tortugas y se sentaron a comer. Mientras comían, Yakonera escupía sobre sus cabezas, los tigres fastidiados dijeron : ¿ Quien escupe? , la vieja les decía: Es el alacrán y Yakonera seguía escupiéndoles, los tigres ya se enfadaban, hasta que la vieja les dijo : Si viniera Yakonera, mi nuera, no la devoréis.

Los tigres prometieron que no le harían nada. Por fin cansados y molestos los tigres, porque les seguían escupiendo y el tigre mayor dio la orden de que subiera uno a ver quien escupía.

Subió uno y grito : Aquí esta Yakonera y la vieja les dijo : No la comáis, porque ella me ayudara a traer leña y agua para cocinar vuestras comidas, pero los tigres se abalanzaron contra Yakonera y la devoraron.

La vieja corrió y cogió sus vísceras, entre las que estaba su matriz, la abrió y saco de ella a sus tres hijos de Yakonera: Tesla, pequeñito, que es la cría del manacaracu y los dos Muichkas, mas grandes que eran las crías de la pucacunga.

La vieja empezó a criarlos y en un año han crecido tanto que parecen hombres y comienzan a hacer sus chacras y siembran plátano, yuca, camote, caña, etc.

Pero, Tesla era un Dios, un mago, un criador, un inventor y con sus hermanos tomaron la decisión de vengar la muerte de su madre. A Tesla se le ocurrió hacer en el rio una correntada en la que e ahogaran todos los tigres. Para esto sacaron ponas del monte y la prendieron en el rio cerrando su cauce, las aguas se rebalsaron y saltaron sobre las ponas cayendo como una gran catarata en el pozo que recogía el salto del agua, clavaron unas ponas afiladas en punta, las cuales estaban disimuladas por el agua que caían con fuerza sobre ellos y así la trampa estaba hecha.

Llamaron a los tigres, para hacerles ver el juego de trampolín que habían construido para divertirse bañando en el rio. Se tiro Tesla y salió nadando, se tiraron los otros dos hermanos y también salieron.

Viendo la novedad de aquel invento, los tigres quisieron jugar de aquella forma, se tiraron todos al agua al mismo tiempo y ninguno salió.

Quedaron prendidos en las ponas puntiagudas. Solamente una hembra de tigre, rehusó aventarse, sospechando de que sería una trampa. Los hermanos le rogaban que se tirara, pero ella no quería y corrió al monte, la siguieron pero la dejaron.

Esta tigre hembra estaba preñada y debido a eso, se propagaron los tigres y no pudo exterminarse la especie de tigres como era el propósito de los hermanos.