sábado, 21 de enero de 2017

EL MITO DEL DELFIN MAGICO


El Bufeo colorado, uno de los seres más enigmáticos y mágicos de la selva baja es la encarnación misma del amante lujurioso y desleal. Muchos cuentan que este delfín rosado, suele sentirse atraído por el sonido de las celebraciones que suelen hacer los pobladores de algunas comunidades que viven cerca al río. Una vez que este ser se asegura del lugar en donde el festejo se lleva a cabo (aquí es donde el mito toma forma), el delfín se arrastra como puede hasta el canto del río, hasta secar su piel lustrosa de cualquier resquicio de agua y una vez seco, de modo mágico e inexplicable, comienza a transformarse en un hombre de procedencia foránea (piel blanca, pelo rubio, ojos azules, alto y corpulento), para así ingresar a la fiesta sin evidenciar algo anormal en su anatomía y poder enamorar a alguna incauta señorita que quede prendada de su belleza.
Antes de que la celebración acabe y logrado su fin, el de haber encantado a la dama elegida, el hombre retorna al río volviendo a convertirse en el Bufeo mágico tan rápido como su piel vuelve a tener contacto con el agua.El final de la pobre mujer es triste, pues no pasan muchas noches para que (después de varias visitas nocturnas y furtivas del hombre misterioso) quede embarazada del delfín rosado. Solo entonces, cuando el Bufeo sabe que la mujer ya quedó preñada, nunca más vuelve a aparecer en su vida. A las finales, la mujer suele caer presa de una honda depresión y termina suicidándose, arrojándose a algún remolino del caudaloso río, otras veces, mueren en el parto, tanto ella como la criatura híbrida que el delfín dejó en su vientre
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EL MAPINGARI O SACHA RUNA



Este enorme y fascinante ser, es conocido en estos territorios de vírgenes y frondosas montañas como el SACHARUNA o MAPINGARI que no es más que el “sasquatch”, “pie grande” o “yeti” de estas regiones amazónicas. Considerado por muchas culturas indígenas como el “Padre del monte” de quien se dice, tiene el deber de velar por las criaturas de su entorno.
Al igual que sus primos canadienses e himalayos, su apariencia presume la de un gigantesco hombre oso u hombre mono. Posee una fuerza extraordinaria, logrando cortar por la mitad palmeras y tumbar enormes árboles de un solo empujón si se encuentra furioso o alterado por algo que lo haya irritado sobre manera, pues por lo general son consideradas bestias pacíficas, pero a las que hay que evitar molestar. Equivocadamente se ha dicho que estos seres son espíritus, que tienen un solo y enorme ojo en el rostro, o que poseen una descomunal boca a la altura del vientre, pero estas aseveraciones son sólo pura fantasía que empañan el verdadero aspecto de esta misteriosa criatura.
Las grandes pisadas que provoca en su recorrido, solo pueden ser notadas por el ojo experto que no puede evitar sobrecogerse al observar la gran envergadura que quiebra ramas y aplasta vegetación con cada paso que produce; haciendo que el entendido sobre rastros, intuya, que la gran criatura bípeda que deja dichas huellas, solo pueden ser provocadas por alguien enorme y aterrador.

Viven en cuevas profundas y disimuladas por la enmarañada vegetación, pero también buscan sus hogares en las grutas y cavernas que se ocultan detrás de grandes cascadas. A pesar de que su enorme estatura asciende entre los dos metros y medio a tres metros, su actitud esquiva y recelosa los empuja a mantenerse siempre escondidos y a la defensiva para no ser vistos por algún humano que pueda caer en cuenta de sus existencias.

El caso de este gran hombre-mono sigue siendo tan enigmático, como las frondosas selvas amazónicas que lo amparan y esconden de aquellos investigadores y científicos que para estudiarlo se afanan en rastrearlo, deseando dar fe de su existencia y veracidad.

 


miércoles, 11 de enero de 2017

EL FIN FIN - IMITADOR DEL TUNCHE


Aunque no lo crean, hay una pequeño animal que imita el paralizante silbido del Tunche, casi tan bien que muchos, que no saben diferenciar el verdadero silbido de un alma en pena y el de este emplumado personaje, han transitado el monte y han logrado escucharlo, han quedado aterrorizados por creer que era algún ánima errante la que merodeaba cerca de ellos.
Cuenta la leyenda que hubo alguna vez un especie de ave que al no tener forma de comunicación, comenzó a imitar el silbido del Tunche, pues era fácil imitar aquel sonido para poder comunicarse con los suyos. Obviamente, cuando uno de estos espíritus errantes escuchó la imitación, no le hizo mucha gracia y se abalanzó contra su imitador con el fin de matarlo, pero al ver a la avecilla que rogaba por su vida, el Tunche lo pensó mejor y cayó en cuenta de que aquella criatura podría ser el mensajero de su agonía y dolor, llevando su lamento por todos los lugares a donde sus alas lo transportaran.
Es por ello que cuando la luz de la luna está ausente y la oscuridad de la noche logra que hasta el más valiente perciba la presencia del miedo en su interior, el FinFin, que es el nombre con el que todos los montañeses conocen a esta avecilla, produce fielmente ese sonido hiriente y paralizante entre las ramas de los frondosos árboles, en medio de la penumbra que le suma terror a los escalofriantes pitidos, dejando sin aliento y lleno de pavor al que escucha los aterradores remedos del tunche. No obstante, el oído atento y conocedor de este sonido, aparentemente semejante, puede lograr diferenciar entre el verdadero chiflido de un alma errante con el de este emplumado imitador, y saber con certeza, quién es el provocador de los lastimeros silbidos.
Carlos Velasquez Sanchez


LA SACHAMAMA - MADRE DEL MONTE


La SACHAMAMA, conocida por muchas culturas indígenas de la Amazonia como “La madre del monte”es una boa gigantesca, algunos creen que mucho más grande que la Yacumama. Suele vivir cerca a las orillas de pantanos o lagos. Se cree que al principio suele estar entre el agua y tierra firme, alimentándose de peces, caimanes y tortugas. Cuando comienza a tomar dimensiones colosales con el pasar del tiempo, este enorme ser, se abre paso a través del monte hasta llegar al lugar en donde percibe que existen seres vivos que pueden servirle de alimento y deambulan por los alrededores, y simplemente decide quedarse quieta, imperturbable, esperando con toda la paciencia del mundo a que alguna presa pase por ahí.
No pasan muchos días para que, con ayuda de las lluvias y la humedad, líquenes, brotes y pequeñas plantas, junto a algunos insectos de todo tipo, la cubran por completo, dando la apariencia de que aquello no es más que un imponente árbol caído, situación que suele ser beneficiosa para mimetizarse con el entorno y no espantar a las criaturas que de lejos ya se han percatado de su forma abultada en medio de la espesura. El modo en que caza es muy simple, basta que algún animal del monte o algún cazador o cristiano pasen cerca de donde se halla dormitando, para que abra sus ojos brillantes y cegadores como faros, y una fuerza magnética envuelva a la víctima que se dirige directamente hacia sus fauces. Una vez hecho esto, la Sachamama vuelve a su postura habitual a la espera de la siguiente víctima.
Por ello, cuando encuentres algún árbol de enorme dimensión caído en pleno monte, cubierto de plantas, ten mucho cuidado, podría tratarse de esta bestial criatura que estaría esperando que te acerques. Si eres muy valiente, podrías tomar la decisión de inspeccionar uno de los extremos, si en uno de ellos encontraras un cúmulo de osamentas de animales o esqueletos humanos es seguro que se trata de esta terrible criatura, pero, si por querer investigar este hecho, desafortunadamente, te acercaras por el extremo equivocado, a lo mejor ocurriría que entre la maleza, dos faros brillantes se encenderían y simultáneamente una cueva enorme se abriría para hacer que entres en ella, sintiéndote presa de una fuerza que desconoces pero que te empuja hacia la oscuridad de aquel lugar lleno de colmillos puntiagudos y viscosos.

Carlos Velásquez Sánchez