En una madrugada de luna llena,
don Ricardo en compañía de su sobrino “Calepillo” cuando surcaban a remo, aguas
arriba del rio Amazonas, a la altura de la Isla Tapira Grande, cercana al
Aserradero Puritanea de la acaudala familia Vela Larrea, oriunda de la ciudad
de Iquitos, capital del Departamento de Loreto, un tunchi maligno silbo estridentemente:”
fiiimmmmm”, “fiimmm” entre el tupido cañabraval y ocurrió que don Ricardo, sin
pensar en que el difunto le podría responder, rápidamente le dijo : “Oye haragán,
lejos de estar vagabundeando a esta hora de la amanecida, ven y ayúdame a bogar
así”. Y por toda respuesta, sin más ni más,
el espíritu maligno, al parecer materializándose y produciendo miedo, obedeció
al llamado, posándose en la popa de la pequeña canoa, haciéndola pesada e
impidiendo su normal deslizamiento sobre la superficie del agua, “Calepillo”, como no conocía nada
sobre estos fenómenos, no sintió temor, sin embargo, don Ricardo, conocedor de
los mitos y leyendas de nuestra selva, con voz ronca dijo :”Boga so cojudo,
remo adentro”.
El niño de ocho años, obediente y
sacando fuerzas de donde no tenia,
profundizo la hoja del remo y bogo con todas sus fuerzas, tal como lo hizo su tío
Ricardo, pero a pesar del esfuerzo, la pequeña embarcación no se movía, ni para
atrás ni para adelante, por lo que don Ricardo, reaccionando como buen
selvático, elevando aún más su voz y sin mirar hacia atrás, grito.”¡Carajo!,
levantando el agua con su remo, amenazando bañarle al intruso maligno.
Y añadió: “ Yo te he dicho que
vengas a ayudarme a bogar, no a plantarte en la popa, pedazo de harrrragan”. El
maligno, sin más que hacer, se levantó, dejando la canoa como un papelito sobre
las turbias aguas del rio mar y ahí nomás, a cinco metros, donde estaba el
cañabraval, un fuerte viento, comparado con un ventarrón, se dejó escuchar por
un momento y se apartó, dejando atrás a los dos viajeros madrugadores, quienes
se dirigían al legendario pueblo de Yucuruchi, que se encontraba a pocas millas
de la desembocadura del rio Ucayali.
Ricardo hazañoso, siempre decía
no tener miedo, pero en este caso, demostró lo contrario y fue así que,
inmediatamente enfilo la proa rumbo a la banda para tomar el rabión (canal del
rio), sin porque ni para qué.
El pícaro “Calepillo”, riéndose y
atento a todo lo que ocurría, en sus adentros decía:” Que dejado es mi tío, le
ha tenido miedo al maligno”. Y por su lado, decidió irse a la popa de la
embarcación, lejos del alcance de las manos de su tio para jugarle una broma,
diciéndole :” Tío. Como pues, dices que nadie te asusta, pero el “maligno” que
ni siquiera le has querido mirar, te ha asustado como a un “ucucha”( ratón de
monte) perseguido por el tigrillo. Hemos chimbado el rio por miedo”.
El tío Ricardo, escuchando la osadía
de su sobrino, quien le decía la verdad, a tono de risa le amenazo:” Cállate
muchacho, horita te voy a dar un remazo por igualante”.
Pero “Calepillo” riéndose, le
siguió tildando de miedoso, miedoso, miedoso. Y don Ricardo, como quien
aceptaba su realidad, continuo remando en silencio.
Esas son las historias de nuestra
misteriosa Amazonia Peruana.
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