sábado, 21 de diciembre de 2013

EL TUITUICOCHA MISTERIOSO


Antiguamente existió un lago llamado Tuiticocha en la parte más elevada de la ciudad de Lamas, que desapareció debido a una cavidad subterránea que se abrió en el mismo sitio.

Este lago misteriosamente,  cada día aumentaba su caudal, causando admiración entre las gentes que Vivian en su alrededor y como este fenómeno era una extraña novedad, un grupo de personas  fue un día a la orilla del lago para ver lo que ocurría , cuando de pronto apareció un animal de aspecto feo, que sacaba la cabeza de rato en rato desde el centro del lago, amenazándolas con atacar, los indios lamistas llamaron a este animal el YACUMAMA , madre del lago y resolvieron matarlo.

Para lo cual se armaron de lanzas, hachas de pona y se dirigieron al lago, estando ya cerca, recibieron un fuerte chaparrón de lluvia con truenos, relámpagos y rayos de diferentes colores  que les quemo la cara haciéndoles huir despavoridos.

Todos regresaron a sus casas sin querer saber más del lago. Aquella noche un indio llamado Antonio Salas, soñó al yacumama, cubierto el cuerpo con un grueso cuero de otorongo y luces en el pescuezo que le dijo : “ No me maten, porque no soy peligroso, más bien yo seré la felicidad de todos Uds.”.

Después de un tiempo, muchos indios lamistas que regresaban  de sus chacras se quedaban a dormir en un tambo cerca al lago. Al día siguiente uno de los indios se fue a beber al lago y probo que el agua era salada y llamo a sus compañeros y cuando todos acudieron  a la orilla, el lago  se embraveció, como signo de ira que tenía el yacumama que les dio mucho miedo.

Lo peor que ocurrió fue que aquellos indios ya no pudieron recoger agua para beber, regresaron al pueblo y contaron a sus familias y amigos todo lo que habían visto y como estaban cansados de caminar se durmieron y en sus sueños el yacumama les dijo :”No me gusta que Uds, hayan tocado mis aguas, porque el tiempo todavía no le permitió, ahora tengo cólera, porque descubrieron un secreto antes de su tiempo.

Aquí tengo una mina de sal y no tendrán sal por toda la vida, cobro mi venganza , llevando mi mina con mi agua maravillosa a formar otra laguna  y otra mina  en las orillas del rio Huallaga#.

Al día siguiente, muy temprano, comentaron a sus familias y amigos y en el Barrio Ancohallo reunidos los lamistas, lamentaban el haber contado sus sueños , por la pérdida de la mina.

En aquellos tiempos los lamistas para conseguir sal tenían que caminar 4 días hasta las orillas del rio Huallaga, de donde extraían sal para sus comidas.

Carlos Velásquez Sánchez

EL INVENTARIO DE DOÑA ROSA PICSHA

En la ribera de un cristalino rio, afluente del caudaloso rio Ucayali, se extiende al margen de una de sus orillas, un pequeño pueblo olvidado Huayracaspi, que durante más de un siglo de existencia nunca figuro en el mapa de ese Departamento. Su población nativa y mestiza se dedica por tradición a la caza, pesca y una incipiente agricultura.
Aquí en este empobrecido, pero bello paraje amazónico, trabajo por más de 30 años consecutivos una vieja maestra, ocupando la única plaza unidocente de este pueblito. Esta abnegada maestra dedico su vida hasta sus últimos años a enseñar a los niños de esta postergada Comunidad, logrando alfabetizar a toda la población sin más apoyo que su recia vocación de educadora.

Doña Rosa Shupingahua, natural del Departamento de San Martin, recordada hasta la fecha con el sobrenombre de “Rosa Picsha”(Rosa bolsa) apodo que le otorgaron sus colegas profesores de Pucallpa por su avanzada edad y su arrugado rostro. Se envejeció en la docencia de aquel pueblo ucayalino donde se inicio en la heroica tarea magisterial.

Doña Rosa Picsha trabajo con muchas limitaciones. Su escuela era un desprotegido tambo con techo de palmera, carecía de material didáctico y mobiliario. Nunca recibió ayuda de las Instituciones del Sector Educación, a pesar de que ella constantemente cursaba documentos dando a conocer sus necesidades. Su solicitud era muy justificada, pero jamás fue atendida por la Supervisión de Educación con sede en Pucallpa, ciudad de donde dista 10 días de viaje, surcando el rio Ucayali hasta el pueblo donde ella enseñaba.

Doña Rosa Picsha cansada de las formalidades y de recibir falsas promesas de ayuda, se le ocurrió una genial idea y dentro de la documentación de fin de año, que obligatoriamente tenía que hacer llegar a  la Supervisión de Educación, adjunto un Inventario de Bienes, incluyendo el número de alumnos.

El Supervisor de Educación después de leer detenidamente el documento, hizo llamar a doña Rosa Picsha a través de un memorándum, ordenándola que al término de la distancia se presente a su despacho, en donde el Supervisor preparo una severa llamada de atención, considerando que el documento en mención constituye una falta de respeto a su alta dirección.

Doña Rosa, conservando la serenidad, explico al Supervisor que durante mucho tiempo venia solicitando apoyo para mejorar los servicios de su escuela y que por fin con este documento ha sido escuchada y el hecho de haberla llamado a su despacho constituye un gran logro de ella y si le permite puede traducir el documento a los términos del idioma español, si es que no entiende el lenguaje amazónico.

Como era de esperarse, al año siguiente doña Rosa Picsha logro su objetivo y dio inicio a sus clases en una escuela decorosa con nuevas carpetas y moderno material didáctico, digno de todos los niños peruanos por más distante que se encuentren las Comunidades donde viven.

      Inventario General del Centro Educativo de Huayracaspi

Bienes                                     Estado de Conservación                                      Traducción

Un salón de clases               Cusnipucho                                                           Casa vieja

Diez carpetas                         Manavalques                                                         que no sirve

Una pizarra                             Racracha                                                                 malograda

Una mesa                                   Talac talac                                                              por desarmarse

Una escoba                               tisha tisha                                                               despeinada

Un cantaro                               Micu micu                                                                  despostillado

Una bandeja                            chulla jeta                                                              bordes quebrados

Una bandera                            randa randa                                                          roto

Un mantel                                 sira sira                                                                    remendado

Dos libros                                  paiche pango                                                          muy usados, viejos

20 alumnos poshecos, buchisapas y patacalas.

20 alumnos pálidos ,barrigones y descalzos.

Carlos Velásquez Sánchez

jueves, 17 de octubre de 2013

EL JERGON


¡Brammm ¡ Cayo del techo, a mis pies una serpiente, que rápido se irguió en una actitud amenazadora. Estaría quien sabe cazando ratones en el techo de esa casita abandonada y en cuyo piso emponado estaba ya tendido, dando descanso a mis miembros adoloridos y protegiéndome de los rayos quemantes del sol.

Un escalofrío de terror recorrió  mi cuerpo, pues esperaba de un momento a otro la mortal mordedura de la serpiente si notaba el más leve movimiento de mi cuerpo.

El instinto me hizo quedar absolutamente quieto y la serpiente al parecer se quedo tranquila. Sentí gran alivio, pues pensé que se alejaría, pero de pronto mi angustia se hizo mortal cuando percibí su contacto frio en uno de mis tobillos.

Lo peor fue, que confundiendo la abertura inferior de mi pantalón por un hueco en el que pudiera guarecerse, empezó a deslizarse reptando por mi pierna, pronto llego al muslo y siguió avanzando, forzó paso hasta mi cintura y luego incomodada por la presión de la tela, retrocedió tratando de hacerse espacio.

Posiblemente, muy pocas veces un hombre se ha visto en un trance tan desesperado. Ese día, de seguro envejecí diez años.

No sé cuánto tiempo duro esta angustia agravada ante la certidumbre de que nada ni nadie podrían auxiliarme.

Y esa víbora que se había metido entre mis pantalones, confundiéndolos con un madero hueco y al menor movimiento que yo hiciera, me clavaria los colmillos inyectándome todo su veneno. Todo mi cuerpo temblaba interiormente.

De pronto, escuché una voz :¡Joven!...¿ Se ha quedado dormido?. Oí el ruido de sus pasos que penetraban a la casucha y apareció ante mí un hombre que se detuvo a mirarme asombrado. Y el movimiento de mis pantalones le revelo mi tragedia.

¡Estese quieto! ¡No te muevas! Me dijo.

Seguidamente prendió un enorme cigarro y comenzó a envolverme con densas bocanadas de humo. La víbora se tranquilizo y poco a poco fue extendiéndose hasta quedar casi inmóvil.

El hombre continuaba la fumigación con más fuerza y decía:”No tardara en quedarse muerta. Esta es la cosa más rara e inexplicable que puede  acontecer en la selva. Sin duda, se trata de víbora enloquecida o debe ser viejísima y ciega por la edad.

Confundir los pantalones de un hombre con un tronco hueco. Inexplicable. Un momento mas y quedara Ud. libre. Todavía le palpita la cola.

De repente dio un fuerte tirón, la víbora fue sacada de golpe y fue a revolcarse a cierta distancia con la boca blanquecina mordiendo en el vacío.

¡Ya era tiempo! Cuando me levante empapado en sudor frio, la cabeza me dolía terriblemente. Ahí estaba la víbora revolcándose en el emponado y el hombre provisto de un palo le remato de un certero golpe en la cabeza, mientras decía:”Hubiera sido más fácil vencerle con la música, pues, no hay cosa que guste más a estas víboras que la música de una quena.

Ha llegado a tiempo para salvarme la vida- le dije-agradecido.

La víbora tiene el color cenizo de la vejez y hasta podría asegurar que era miope y milagrosamente esta víbora ha vivido hasta ahora sin ser atrapada por un gavilán,

Es un jergón, verdaderamente ha vuelto Ud. a nacer.

Me llamo Barcas…Abel Barcas- volvía a interrumpirle. Recién en ese momento se dio cuenta el hombre de que le estaba hablando.

Mucho gusto, joven… me contesto…mi nombre es…la gente de por acá me llaman el Mañanero.

Pero y esto téngale muy presente, en la selva nada vale el nombre.

Y le dije agradecido : Gracias Mañanero.

Carlos Velásquez Sánchez

LA LEYENDA DEL TRABAJO COMUNAL


Cuenta la leyenda, que perdida en la inmensidad de la selva existía un poblado habitado por una tribu desconocida, cuyos habitantes vivían en constantes riñas, peleas, odios, pero entre ellos existía un apuesto y joven cazador, quien todos los días se encaminaba hacia el interior de la montaña en busca del mitayo.

Hasta que un día se le apareció el Dios Sol, bajo la apariencia de un hombre, quien le dijo :” Desde las alturas donde habito veo con disgusto y tristeza el caos en que vive tu pueblo, Vete hacia ellos , únelos y trabajen juntos y serán prósperos”

Y hablando en quechua agrego  :” AYLLUTA  RURAR KALLPA”  que quiere decir :”La unión hace la fuerza”. Dicho esto, el ser misterioso desapareció.

El joven cazador repuesto de aquella impresión, retorno a su pueblo y de inmediato reunió a hombres, mujeres y niños, a quienes les dijo :” Allá en la montaña se me apareció el Dios Sol, quien me ha revelado su disgusto por nuestra  mala manera de vivir. Hermanos la desunión es la causa de nuestro atraso, es necesario unirnos y seremos una gran fuerza:” AYLLUTA RURAR KALLPA”.

Y sus paisanos sorprendidos le escuchaban y a una sola voz  gritaron :”¡ INTICHURI! ¡INTICHURI!, que quiere decir :”¡Hijo del Sol! ¡ Hijo del Sol!. Luego se pusieron a organizarse, discutieron sus problemas comunes y poniendo manos a la obra, transformaron aquel poblado ruinoso en una floreciente ciudad, abrieron zanjas para regadíos, construyeron largos caminos y grandes ciudades de piedra, llenaron de andenes los cerros y esculpieron en la piedra, allí están el Gran Macchupicchu en el Cuzco, Kuelap en Chachapoyas, Chan Chan en Trujillo, el Gran Pajaten y la Gran Saposoa en San Martin.

De este modo, la leyenda del trabajo comunal o Minka se convierte en una acción real y palpable, nuestros antepasados indígenas alcanzaron a edificar una gran civilización y nosotros como hijos del Perú, somos una proyección histórica del pueblo inca, proseguimos nuestro camino por esta inmensa selva y en este constante peregrinaje, vemos con gran emoción como nuestros pueblos desde la pequeña comunidad enclavada en plena montaña hasta nuestras grandes urbes, hombres, mujeres y niños se reúnen, se organizan, abren caminos, construyen escuelas, limpian y arreglan sus  calles, cultivan sus cementerios, parques y celebran sus fiestas con mucha algarabía, pese a no tener el apoyo de quienes están en la obligación de darles.

Amigos, así surgió la MINGA o MINKA, más conocido como el Trabajo Comunal.

En la cual, la obra está en marcha, los hombres portan herramientas sobre el hombro, los niños sus vasijas y las mujeres portan en la mano o en sus cabezas cantaros con chicha, mientras que a un costado la música típica con sus huaynos, chimaychis, pandillas, todo el mundo se alegra en esta MINKA, MINGA o TRABAJO COMUNAL en nuestra selva amazónica.

Carlos Velásquez Sánchez

SANGAMA Y LA BOA


De pronto una boa asomo por la abertura del pozo, junto a una de sus piernas de Sangama y con la rapidez del pensamiento lo levanto y lo dejo caer violentamente, para arrastrarlo luego al pozo. Asustado veía una de sus manos agarrarse de una raíz cuyo extremo se sumergía en el agua y que atraído por una fuerza irresistible fue deslizándose sobre ella con tal presión que le arrancaba la dura corteza.

Debió haber transcurrido un segundo desde que esa mano crispada trato de asirse a la vida, hasta que desapareció en esa aguas negras.

Se acabo, se acabo, adiós Sangama.

Horas más tarde regresamos al lugar donde Sangama había sido jalado por la boa y de pronto escuchamos una voz ronca y apagada y cuál sería mi asombro al encontrar a Sangama, casi oculto entre las malezas de la orilla ¡ vivo!.Tenía las ropas destrozadas y cubiertas de ese lodo negro y maloliente del pozo, sus cabellos y brazos cubiertos de moscas como si fuera un cadáver y le ayudamos a salir, le desnudamos, le bañamos y limpiamos hasta su recuperación.

Ya recuperado, nos dijo:”Comprendo, que arden Uds. en deseos de saber cómo me libere del reptil, considerado el animal más fuerte de la selva” y nos empezó a narrar lo sucedido.

Los caimanes y los cocodrilos son más pescadores que cazadores. Las boas son mas cazadoras que pescadoras. Ambas especies tienen sus maneras peculiares de actuar, pero jamás devoran a sus presas dentro del agua, sino en la superficie o en tierra.

En esto se parecen los caimanes y los cocodrilos, no pueden pescar dentro del agua, ni siquiera son capaces de perseguir a los peces cuando nadan en la superficie. Se sitúan entre dos aguas, en los lugares donde se encuentran los cardúmenes, cierran por medio de una contracción especial la faringe y abren la boca permaneciendo inmóviles hasta que la presa penetre en la cavidad, confundiéndola seguramente con los troncos flotantes.

Al sentirla en su cavidad bucal, el caimán levanta la cabeza sacándola del agua, hasta ponerla casi vertical y la victima desciende por su propio peso a lo largo del esófago abierto.

Esta operación no puede efectuarla dentro del agua porque se llenaría el vientre y moriría ahogado.

¿ Nunca has visto dar muerte a un caimán negro?

Cubren de carne un pedazo de topa y lo tiran al agua, donde queda flotando, el animal hambriento se abalanza sobre la supuesta presa con las quijadas en alto y la aprisiona de una feroz dentellada. La topa, además de ser flotante, es muy blanda, los dientes del caimán al morderla penetran íntegros en la madera y quedan sujetos a ella, sin permitir que la boca se abra ni se cierre completamente. El agua, entonces, entra por la garganta abierta hasta llenar la panza, a los pocos minutos se hunde, el caimán sigue luchando en el fondo hasta que se ahoga, luego aparece en la superficie flotando con la panza hacia arriba, señal de que está muerto.

Con las boas, sucede lo mismo, estas son muy afectas a las delicadas carnes de las aves, para cazarlas no tiene más que levantar donde pueda ser vista y emitir su grito, que tiene algo de relincho e instantáneamente paraliza de terror a las aves que se encuentran en los arboles cercanos, que caen como desmayadas y la boa se dedica entonces a recogerlas y devorarlas.

A los mamíferos como el venado y el ronsoco son cazados cuando se acercan a beber y la boa en cuanto los tiene a su alcance se lanza sobre él con la velocidad del rayo, allí lo tritura y lo devora.

Cuando las boas pescan en los lugares de poco fondo, saca la cabeza fuera del agua y la levanta para dejarle caer sobre el pez elegido, así lo atrapa, vuelve a salir para tragarlo en el aire. En el agua no puede hacerlo porque se llenaría su enorme vientre, que se expande como un globo y se alarga y encoge como un acordeón.

Cuando una boa logra coger un animal que se encuentra nadando, lo mantiene sumergido hasta que se asfixie, después lo conduce a la orilla para tragarlo.

Las boas saben que los animales de la selva, se ahogan en el agua con mucha facilidad, basta impedirles que saquen la cabeza, para lo cual ellos no requieren de mucha fuerza, sujetan a su víctima valiéndose solo de su enorme peso y le ahogan en el agua. Por eso las boas viven orgullosas de poder estar lo mismo dentro como fuera del agua.

¿Has visto bien, la enorme mordedura que me dio en el muslo? Mordedura de boa dispuesta a no soltar hasta que su víctima este completamente muerta. Pero te aseguro que esa serpiente no volverá a cazar mientras viva y que será por muy poco tiempo.

Le ataque por su única parte vulnerable que son los ojos , que logre arrancarlos de sus orbitas, sin que esa cabeza rápida tan solo para el ataque, pueda nunca darse cuenta de cómo unos dedos al parecer inofensivos, pero guiados por la inteligencia humana, consiguieron vencerla, dejándola ciega. Esa boa, ya no cazara nunca más.

Por eso, yo siempre permanecía cierto tiempo dentro del agua, cuando pescaba. Eso, salvo mi vida.

Carlos Velásquez Sánchez

EL PRIMER MITO DE LA AMAZONIA


EL DORADO Y EL PAIS DE LA CANELA

A través de los tiempos, siempre los bosques han sido zonas a las que se les ha atribuido innumerables misterios que dieron origen a un repertorio de mitos y leyendas, sean escritos u orales.

Con respecto a las selvas de la amazonia, estas han motivado a través de la historia mitos originados por la ignorancia, la incomprensión y la codicia  de los que la vieron en forma superficial. Para unos fue un infierno verde y para otros un paraíso en el que se ocultaban grandes riquezas que debían ser acopiadas o explotadas por gente foránea.

La ambición y la codicia de los aventureros españoles, que llegaron a América en el siglo XVI, convirtieron a los pueblos indígenas en botines de guerra y luego recibieron información, tal vez, mal entendida, de que en la parte nor-este del Tahuantinsuyo existía un país en donde abundaba el oro y la canela.

Francisco Pizarro, siete años después de haber ejecutado a Atahualpa, ordeno cuatro expediciones en 1539, que salieron del Cuzco y una de ellas iría en busca de el Dorado y la Canela, a las ordenes de su hermano Gonzalo Pizarro, quien a la vez fue nombrado Gobernador de Quito.

Gonzalo Pizarro partió del Cuzco a mediados de 1539, rumbo hacia Quito, con 200 españoles y 3000 indígenas, también 100 caballos, perros de caza y un buen numero de llamas cargadoras de provisiones.

Los expedicionarios pasaron por Huamanga, Jauja y Huánuco, en donde se enfrentaron contra los ataques de los indígenas, permaneciendo aquí algunos meses para recuperarse y haber recibido el socorro y la ayuda de las fuerzas de Francisco de Chávez, enviado por Francisco Pizarro desde el Cuzco.

De Huánuco, los expedicionarios bajaron a la Costa, pasando por Lima, Trujillo y San Miguel de Piura, para luego llegar a Quito en Diciembre de 1540. Luego de dos meses de preparativos, a fines de Febrero de 1541 con 220 españoles y 4000 indígenas, parten hacia el Oriente.

Esta expedición, al atravesar los Andes, tuvieron que soportar las inclemencias del trópico húmedo de la selva, altas temperaturas y lluvias torrenciales, pero la idea del oro y la canela les daba fuerzas para seguir adelante.

Después de algunos enfrentamientos con los indígenas y durante una caminata de 70 días, Gonzalo Pizarro con su gente acamparon en un lugar llamado Zumaco , en donde les dio alcance Francisco de Orellana con su contingente que había sido invitado por Gonzalo Pizarro.

La situación de los expedicionarios era calamitosa, habían sufrido bajas  por extrañas enfermedades, por falta de alimentos y tuvieron que sacrificar a sus caballos y llamas para que se alimenten.

Cuando llegaron a las orillas de un gran rio, construyeron un bote y navegaron 60 días. En el trayecto fueron atacados por guerreros que trataban de impedir la entrada de extraños y llegando al rio Guijos, cuando la situación era insoportable, Gonzalo Pizarro envió a su lugarteniente Francisco de Orellana que avanzara con unos 70 hombres para buscar víveres para la tropa e inspeccionen la ruta.

Francisco de Orellana, nunca volvió para encontrarse con Pizarro, siguió por el rio Napo, en donde encontró acogida por parte de un pueblo indígena ribereño, permaneciendo aquí el tiempo necesario para construir un nuevo bote.

Muchos historiadores han considerado como una deslealtad y una traición la actitud de Orellana de no volver al campamento de Zumaco, dejando a Pizarro y a su gente abandonados y a su suerte, pero, se debe precisar, que era casi imposible navegar contra la corriente en el tipo de embarcación que ellos tenían.

Francisco de Orellana, siguió por el Napo y el día 12 de febrero de 1542 ingreso al gran rio Amazonas que en aquel tiempo los indígenas lo llamaban Paraguanazu y luego llegan a su desembocadura en el Atlántico, para luego dirigirse a la Isla de Santo Domingo en el Caribe y de allí llegaron a España para informar al Rey Carlos V  de su fabuloso viaje, pero jamás pudo informar del hallazgo del Dorado y la Canela, pues solo existió en las mentes afiebradas de los ambiciosos aventureros españoles.

Sin embargo, este mito dejaría condiciones propicias para la creación de otros mitos de fatales consecuencias para nuestra Región : la Amazonia.

Gonzalo Pizarro, indignado y esquelético como su tropa regresaron a Quito.

Carlos Velásquez Sánchez

lunes, 23 de septiembre de 2013

EL MITAYERO


En la selva, se llama mitayero al cazador, también se le conoce como montaraz. El mitayero, es un hombre que conoce el secreto de los animales, su vida, sus costumbres y características, sabe donde viven, donde paran y como se reproducen, sabe imitar sus gritos, sus cantos y silbidos.

Es un experto, tiene temple y nervios de acero y no conoce el miedo. Tiene super desarrollados  los órganos de la vista, el oído, el olfato y tiene un sexto sentido : la intuición.

Es un hombre sereno, tranquilo, paciente, observador, con gran dominio de si mismo y de reacciones rápidas. Sale al monte diariamente y regresa cargado de diversas piezas de caza..

Sus únicos compañeros son la escopeta, retrocarga y el machete. Sin embargo hay otro tipo de mitayero, especializado en la caza de ciertos animales, que se hace acompañar  por perros entrenados en la cacería de ciertos animales: añujeros, venaderos, carachuperos, etc.

                                                C U E N T O

Julio Sánchez era el mitayero del campamento, diariamente salía solo y recorría grandes extensiones de la selva en busca de caza. Con las primeras sombras de la noche regresaba, trayendo venados, huanganas, sajinos, conejos, achunis, sachacuyes, ardillas, paujiles, pavas, trompeteros, panguanas, loros, palomas, etc.

Cuando tenía la suerte de encontrar una manada de huanganas, se subía a un árbol para librarse de la furia de dichos animales y desde arriba mataba varios ejemplares. En este caso, regresaba a pedir ayuda para el transporte de los animales muertos, en igual forma procedía cuando cazaba una sachavaca grande o un otorongo.

Una vez pasando cerca de un matorral, escucho un ruido de galope a gran velocidad, entonces se escondió tras un árbol, con el arma lista a disparar, era una sachavaca, que tenia prendido en su lomo a un enorme otorongo que le trataba de dominar y Julio le disparo al otorongo, hiriéndolo pero escapo.

Luego saliendo de su escondite comenzó a seguir los rastros de sangre que fue dejando la sachavaca, de la terrible herida que le había causado el tigre, hasta que encontró a la sachavaca recostada en un tronco caído, mal herido y sin fuerzas para levantarse y correr.

El mitayero se compadeció de la pobre bestia y la llevo al campamento para curarle y domesticarle, no sin antes cubrirle sus sangrientas heridas con barro con el fin de aliviarle el dolor y paralizar la hemorragia.

Poco tiempo después, era la mascota el campamento completamente curada y domesticada.

Y es así como el mitayero abastecía diariamente de carne fresca del monte al campamento.

Carlos Velásquez Sánchez

LA LEYENDA DE LA YUCA


Los antiguos nativos no conocían la yuca, solamente existía el plátano y lo preparaban asado, cocinado, crudo o disuelto en chicha, pero esta alimentación era deficiente para los nativos y por eso salían cada día al monte en busca de frutas y de hojas.

Un día salió un nativo al monte a buscar alimentos vegetales, buscaba y rebuscaba en los arboles y debajo de la tierra, pero no encontraba nada y hambriento y decepcionado se sentó en la orilla de una quebrada, cuando de pronto escucho un ruido que parecía decir :” GIMEKA” que en castellano significaba “yuca”.

Y vio una sachavaca que parecía decir “GIMEKA” y que caminaba dentro de la quebrada, le iba a disparar su flecha, cuando la sachavaca estornudo diciendo “GIMEKA”. El nativo se asusto, pero observo que la sachavaca movía la cabeza, como indicándole que le siguiera y repitiendo los estornudos :”gimeka”, “gimeka” o sea “yuca “yuca” la empezó a seguir.

La sachavaca entro en una gran chacra, limpia y cultivada, cruzaron y llegaron a una casa, allí habían varias sachavacas grandes y pequeñas, pintadas y negras. A un lado se veía un montón de yucas, en otro lado estaba una yuca que se estaba asando y una olla cocinando mas yuca. Mas allá una tinaja con masato o chicha de yuca.

La sachavaca invito al nativo a comer yuca asada, cocinada y a tomar masato, el nativo comió y tomo y le pareció muy agradable todo.

La sachavaca le entrego un panero de yucas y una olla de masato para que se los llevara a su Caserío, le dio también una carga de palos de yuca para que siembren en sus chacras. Y el nativo regreso contento e iba diciendo :”gimeka” “gimeka” “gimeka”(yuca-yuca-yuca) para que no se olvidara el nombre de dicha planta.

Por fin el nativo llego a su casa, le esperaban su mujer e hijos, impacientes y con hambre, el les mostro las yucas, los palos, el masato y les conto todo lo que había sucedido.

La mujer contenta y admirada exclamo:”GIMEKA”, entonces recordó el nativo que el nombre que su mujer le puso era el mismo que estornudaba la sachavaca, desde se le llamo GIMEKA (yuca).

El nativo cocino parte de la yuca, otra la aso y otra la hizo masato. Dio de comer y beber a  su familia e hizo probar a todos los de su Caserío y a todos les agrado. Inmediatamente sembraron los palos de yuca, la yuca creció y se propago en la selva, gracias a la sachavaca.

Carlos Velásquez Sánchez

EL MONO Y EL TIGRE


Cierto día un mono estaba pescando en el puerto de su casa en compañía de su hermano. Había pescado 04 bagres y un tigre se le acerco, le olio, le hizo caricias y le dijo: ”Sobrino, déjame el anzuelo que quiero pescar” y el mono le dijo:” Tío, no me fastidies y déjame pescar”. El tigre seguía fastidiando al mono y el mono enfadado, le prestó el anzuelo.

Pero el tigre echaba el anzuelo y los pescados no picaban, el tigre se enfado, entonces el mono le dijo .” Tío, tus manos huelen mal, por eso no puedes pescar”.

Volvió a pescar el mono y cogió 08 sábalos, el tigre dijo al mono:” Yo quiero comer pescado y si no me das, te comeré a ti”. El mono temeroso, se puso a cocinar el pescado y el tigre estaba a su lado.

Cuando el pescado estuvo ya cocinado, dijo el mono:” Tío, primero voy a comer yo y después comerás tu”. El tigre acepto la propuesta. El mono tapo la olla con una piedra y subió a un árbol a comer.

El tigre le dijo :” ¿ Porque te subes al árbol?  y el mono le contesto : “ Porque mi casa es el árbol y aquí como siempre”. El mono comió, mientras tanto el tigre esperaba debajo del árbol.

El mono dijo al tigre :” Tío, tengo un sábalo, abre tu boca y cierra tus ojos, que voy a tirar al sábalo a tu boca”. El tigre abrió la boca y cerró los ojos. El mono le tiro una piedra y le rompió todos los dientes.

El tigre se enfureció, subió al árbol, el mono huyo y el tigre le persiguió, después de mucho correr el tigre alcanzo al mono y se lo trago sin masticarlo.

El mono llevaba en su cuerpo un cuchillo, con el se abría camino dentro del cuerpo del tigre para salir. El tigre se enfermo, los demás tigres curaban su enfermedad. Pero, un día el mono logro salir.

Y cuando salió, le dijo al tigre :” Tío, ves como no puedes comerme”. El tigre se asombro al ver de nuevo al mono. El mono huyo y subió al árbol y el tigre no lo persiguió mas porque estaba “mangasho”( sin muelas).

Carlos Velásquez Sánchez

EL OSO


Una vez una joven soltera, de unos 16 años de edad, llamada Mariela, se fue al monte a buscar leña, seguía caminando por la selva hasta que se perdió en un barranco de una quebrada, la joven pensó que el camino continuaría al otro lado de la quebrada y la atravesó en su búsqueda, miro de una lado a otro, sin hallar huellas de nada.

Llego la noche y Mariela, no podía continuar ni sabia regresar a su casa, estaba perdida, se sentó al lado de una copaiba a llorar y esperar el amanecer para volver a su casa, En esos momentos se le presento un joven vestido con una cushma y le pregunto .” ¿Qué haces aquí? ¿Por qué lloras? Mariela le contesto :”Me perdí en el bosque” y el joven le invito a que le siga y le siguió.

La luz de la luna entraba por entre las ramas de los arboles iluminando sus pasos. El joven desconocido iba adelante y Mariela detrás, pisando sobre las huellas del hombre, pero en un claro de la selva, la luna ilumino de una manera clara las pisadas del joven, no eran pisadas de hombre sino de oso con dedos delgados y uñas largas.

La joven se asusto, se detuvo y pensó en regresar, pero el oso la miro con sus ojos encendidos y la obligo a seguirla. No tardaron en llegar a la casa del oso, que estaba en la aleta de un árbol y metió en ella a Mariela.

La joven debería vivir como mujer del oso, tenía toda clase de comodidades y comería ricas carnes que su marido el oso cazaría y nunca más se le ocurrió escaparse de la casa del oso. Llevaba ya 10 años alejada de la casa de sus padres y tenía con el oso 08 hijos, los padres le habían buscado, pero inútilmente y la dieron por muerta.

Cierto día, un nativo fue al monte de caza, se interno tanto en la selva que fue a parar a la casa del oso, allí oyó hablar a la mujer. El cazador pregunto a la mujer:¿ Qué haces aquí?. Ella le contesto .” El oso me secuestro y soy su mujer”.

Entonces el nativo que conocía a Mariela y su desaparición, disparo una flecha al oso y lo mato. De este modo pudo llevar con él a Mariela para entregársela a sus padres.

Pero esta mujer , ya no podía vivir fuera de la selva, ni en casa, ni en compañía de sus paisanos.

Huyo de nuevo al monte y hoy vive dentro de la selva como una mujer errante buscando la felicidad, pero sin encontrarla.

Carlos Velásquez Sánchez

LA YACUMAMA


En lo profundo de un bosque impenetrable por su exuberante vegetación había un lago muy poco conocido por los que vivían en las proximidades de ese lugar y simulaba ser un sitio tranquilo, un remanso de paz, pero lamentablemente era lo contrario.

Así lo aseveraban quienes habían llegado a él, pues sabían que tenia “madre” y que ella celosamente cuidaba ese lugar, persiguiendo sin piedad al que por desgracia se atrevía a pescar en sus aguas.

Así llego cierto día un pescador, que siguiendo el curso de un riachuelo desemboco en él y desde el primer momento que lo vio se sintió feliz porque creía que era el primero en llegar y pensó ya en una pesca milagrosa en esta laguna que debe estar llena de peces.

Pero no fue así, al penetrar en el lago, lo primero que hizo fue en ubicar un lugar para arrojar su tarrafa, pero se sentía intrigado por el movimiento de las aguas, siguió remando confiado, pero el vaivén continuo de su canoa siguió preocupándolo, hasta que sintió que algo salía del fondo de las aguas de ese lago.

Rápidamente volteo para averiguar que era eso y vio una terrible cabeza suspendida en el aire a casi dos mtrs. de altura sobre la superficie del agua. Moviendo su monstruosa figura de orejas paradas y sacando su lengua puntiaguda.

Inmediatamente dio vuelta a su canoa, metió su remo con fuerza al fondo del lago para impulsarse mejor y en esos instantes apremiantes para colmo de males, noto que las plantas de la orilla venían a su encuentro, cerrándole el paso como si obedecieran algo.

Terriblemente asustado giro su cabeza para ver que ocurría con la yacumama y comprobó que ella le perseguía a toda velocidad, en ese momento aterrorizado levanto los ojos al cielo y clamo ayuda al Dios Todopoderoso, convencido que él no podía hacer nada para librarse con vida de ese monstruoso yacumama.

Y realmente el Señor escucho sus suplicas, porque inexplicablemente cayeron al agua cuatro sachavacas peleando y mordiéndose, produciéndose un tremendo ruido, que asusto a la yacumama, que velozmente se sumergió en su lago.

Incomprensiblemente las plantas acuáticas también volvieron a su posición inicial y todo quedo en calma, pues hasta las sachavacas se escaparon viendo a la horrible yacumama.

El pescador que veía estupefacto todo cuanto sucedía, no quiso perder un segundo más y se alejo de este fatídico lago, antes de que la yacumama le cerrara el paso nuevamente.

Lamentablemente no llevo ni un  solo pez, porque la madre de esa laguna no quiso regalarle sus pacos, gamitanas, sardinas, sábalos, bujurquis, lisas y paiches.

Al respecto se cuenta que cuando una persona se acerca a las orillas y penetra a esos lagos encantados, se desata sorpresivamente una tormenta infernal que hace zozobrar las embarcaciones y las personas se ahogan inmediatamente.

Carlos Velásquez Sánchez

viernes, 6 de septiembre de 2013

EL RENACAL


El renaco, planta que crece en los lugares muy húmedos o en los pantanos donde forma compactos bosques. De sus primeras ramas surgen raíces que se desarrollan hacia abajo buscando la tierra, pero si cerca de ellos hay un árbol de otra especie se extiende hasta dar con él, se enrosca una o varias veces en el tallo y sigue su trayecto hacia la tierra.

Desde entonces el renaco enroscado como una larga serpiente va ajustando sus anillos estrangulando al árbol y lo divide hasta echarlo a tierra. Esta operación la ejecuta con todos los arboles que tiene cerca y termina por quedarse sola.

Poco a poco el renaco va formando bosques donde no permite la existencia de ninguna otra clase de arboles. E n los lugares muy pantanosos, donde no existen condiciones para que pueda prosperar hundiendo sus raíces, el renaco se amolda y logra desarrollarse admirablemente.

Sus ramas y raíces se entretejen y cubren la fangosa superficie con un tupido y fortísimo enrejado, bajo el cual viven boas de extraordinario tamaño.

                                       L A S    B O A S

Continuamos por la orilla, examinando a cada paso el bosque de renacos, llegamos al borde de un riachuelo de aguas tranquilas y claras que se perdían bajo el renacal. Allí, nos detuvimos, en efecto, con bastante equilibrio, agilidad y suerte, podía intentarse vadear por ese sitio.

Pasamos allí la noche y al día siguiente provistos de largas y fuertes cañas, saltábamos sobre el enrejado de raíces que cubrían el agua fangosa. Bajo nuestro peso temblaba todo el renacal, era difícil el avance, cada paso de uno ponía en peligro a los otros.

Nos internamos sobre esa gigantesca red de raíces, apoyándonos en las cañas y en los troncos y de entre las raíces comenzaron a salir innumerables cabezas de boas, que daban gritos horripilantes y para defendernos, las heríamos con las agudas puntas de nuestras cañas.

De pronto, Sangama que iba adelante, nos grito que nos detuviéramos y al mirarle, vimos que disparaba contra una boa que venía hacia nosotros. El efecto del disparo si bien suprimió de pronto la amenaza, resulto pavoroso, porque centenares de serpientes salieron de todas partes amenazantes.

Felizmente todas estaban un tanto alejadas de nosotros y poco a poco se iban acercando pesadamente con sus cuerpos ondulantes que nos iban  cercando. Ante situación crítica, solo nos quedaba subir a los renacos y Sangama nos aconsejaba subir.

Cuando mire hacia abajo, me encontré con una boa que se enroscaba en el tronco donde yo estaba y le di varios lanzazos que la hirieron, entonces la boa se desprendió adolorida.

Sangama nos llamaba del otro renaco que era mas corpulento y viejo y por las ramas pasamos al otro renaco de Sangama y pudimos ver que se habían aglomerado muchas boas con las cabezas levantadas pugnando por enroscarse y subir para darnos caza.

Sangama nos dijo .” Hemos caído en el más grande vivero de boas del Amazonas”. De pronto sentimos que el árbol se hundía. “Ahora sí, que no escapamos” grite lleno de espanto.

El matero agarrado a una rama decía:” María Santísima, nos hundimos, vamos a caer directamente en las bocas de las boas”. Cuando de pronto, Sangama, usando la nariz empezó a imitar los gritos de las mismas boas. Mientras nos decía:”Agárrense bien y no se muevan” . Y observamos con asombro que las boas se aquietaban lentamente y detuvieron su avance y se dejaron caer en los charcos.

El renaco, libre del enorme peso de las boas, recobro su posición. Y quisimos dispara a las boas y Sangama nos advirtió:” Si disparan, vendrán más boas y se alborotara todo el renacal”.

Sangama seguía imitando la gangosa sinfonía infernal de las boas, permanecían allí quietas y adormecidas sin tener cuando alejarse.

El matero dándome un codazo, me dijo :” Si no se van, estamos en lo mismo”. Sangama nos dijo :” Solo un milagro nos salvara” y de pronto, el milagro se produjo, el renacal se lleno de gritos, las boas despertaron asustadas y huyeron, al rato no quedaba ni una boa.

Las huanganas, las huanganas, gritaba el matero alegre y Sangama dijo : “ Es lo que me falto imitar el grito de las huanganas”.

Carlos Velásquez Sánchez

EL CURIYACU


Antiguamente el rio Cumbaza, se llamaba CURIYACU( Curi : oro y Yacu : agua), porque en ese lugar aparecía de cuando en cuando una vaca lamiendo una piedra grande y que al caer sus babas en el suelo, se convertían en filamentos de oro.

Los conquistadores españoles al llegar a Lamas se admiraron de los indios motilones que llevaban macizos aretes de oro en las orejas. Y deseosos de conseguir el precioso metal, preguntaron a los indios el ligar de donde extraían el oro, estos mostrándose solícitos, les dieron noticias del CURIYACU.

Al día siguiente , una expedición marcho a explorar a dicho lugar, guiados por tres indios. Al llegar rodearon la piedra viendo con sorpresa al poco rato, aparecer del fondo de las aguas una vaca, la que dirigiéndose a la piedra empezó a lamerla, dejando caer gruesas babas en el suelo, convirtiéndose en filamentos de oro, que a su vez los indios recogían y regalaron a los españoles.

El jefe de la expedición  maravillado y sin ocultar su ambición, con sus acompañantes ordeno amarrar a la vaca y cargar a la piedra para llevarla al campamento. Y cuando los soldados iban a cumplir la orden, de pronto el cielo se cubrió de espesas y negros nubarrones, descargándose una torrencial lluvia con truenos, relámpagos y vientos huracanados que remecían los arboles.

Asustados los expedicionarios, soltaron a la vaca, la que por arte de magia desapareció para no volver a verla nunca más.

Y siempre retornaban los españoles al Curiyacu, pero nunca más apareció la vaca.

Carlos Velásquez Sánchez

EL OJE


Árbol de resina medicinal, conocida en la selva como “leche de oje”. Es muy eficaz contra la parasitosis y excelente tónico reconstituyente en los casos de anemia. Abunda en las orillas de los ríos y cochas. Es el remedio infalible de los pobres.
                                                   C U E N T O

Entre los  primeros habitantes de la amazonia, había una humilde familia que vivía en el interior de la selva, muy alejado de los pequeños Caseríos. La familia tenía numerosos hijos y el último de estos era un chiquillo de 07 años, llamado cariñosamente como Pashquito.

Este chico tenía el vientre bastante abultado y los síntomas de una fuerte anemia que se revelaba en su carita, que tenía una palidez de muerte. Día a día sus males iban aumentando y su salud se veía bastante afectada, mientras sus padres impotentes para curarle, lloraban silenciosamente todas las noches, pidiendo a Dios que les ayudara a salvar la vida de su hijo querido.

Una tarde el niño, sobreponiéndose a los males que le dominaban se levanto de su cama, tomo su anzuelo y se dirigió lentamente a la quebrada donde pescaba siempre, se sentó bajo un frondoso árbol que le protegía de los rayos solares.

Estaba pescando, cuando de pronto se le apareció una viejita de cabellos blancos, carita blanca y ojos azules, con una sonrisa bondadosa y tocándole suavemente el hombro, le dijo con dulzura:”Mira hijito tu estas muy enfermito, yo te voy a curar. Deja el anzuelo y escúchame: Mira hijito, vas a tomar de mi leche en la forma como te voy a indicar. Dame tu cuchillo y acércate a este árbol que te está protegiendo del sol, pero antes lava ese pequeño pate en que has  traído tus empates”.

El chico hizo todo lo que le dijo la viejita, luego ambos colocados frente al árbol que le había señalado, la viejita pego un corte diagonal sobre la corteza y al instante comenzó a brotar una leche blanquísima, que ella iba recogiendo en el recipiente, hasta calcular el contenido de una cuchara grande.

Y le dijo al chico:”Tómalo de un solo trago y enjuágate la boca en la quebrada”. A su regreso le dijo:” Esto vas a hacer diariamente durante 08 días consecutivos y pronto desaparecerá ese abultamiento de tu barriga. Mañana vienes trayendo una vasija con tapa, allí recoges abundante leche hasta llenarle, dándole varios cortes al árbol.

Esa leche guárdala bajo tu cama en la misma vasija o en otro recipiente viene cerrado durante quince días. Después de ese tiempo lo sacas y comienzas a tomarlo en la misma medida que ahora te he dado, pero tienes que hacerlo tres veces al día, durante 30 días seguidos.

Esta bebida te devolverá tus fuerzas y volverás a ser como antes : activo y juguetón.

Y para que reconozcas siempre este árbol entre los demás de la selva, aquí voy a dejar estas marcas que lo identificaran por el resto del tiempo. Diciendo esto , con el cuchillo que tenía en sus manos, marco en la corteza del árbol muy claramente estos dos símbolos : O-G, cuyo significado hasta hoy sigue en el misterio. Hecho esto, la viejita desapareció como por encanto, tal como vino.

Pashquito no se asusto y regreso a su casa, a contar a sus padres y hermanos lo que le había dicho la viejita y fueron  a comprobar los hechos y efectivamente vieron el corte y la marca en el árbol, conocido ahora como el” árbol de oje” y su resina como la “leche de oje”.

A su regreso todos los familiares aseguraban que a Pashquito se le presento milagrosamente la “Madre del oje” para curarle con su propia leche.

Y así, Pashquito durante los días que tomaba la leche de oje. Arrojaba con las heces gran cantidad de lombrices (cuicas) y otros parásitos intestinales que estaban consumiendo a Pashquito.

Tres meses después de haber tomado la leche guardada como le había indicado su hada protectora, el chico se puso lleno de vida, robusto, pucacho, sano y alegre.

Así quedo consagrada para siempre la bondad de la “leche de oje” como remedio infalible de los pobres.

Carlos Velásquez Sánchez