lunes, 23 de septiembre de 2013

LA YACUMAMA


En lo profundo de un bosque impenetrable por su exuberante vegetación había un lago muy poco conocido por los que vivían en las proximidades de ese lugar y simulaba ser un sitio tranquilo, un remanso de paz, pero lamentablemente era lo contrario.

Así lo aseveraban quienes habían llegado a él, pues sabían que tenia “madre” y que ella celosamente cuidaba ese lugar, persiguiendo sin piedad al que por desgracia se atrevía a pescar en sus aguas.

Así llego cierto día un pescador, que siguiendo el curso de un riachuelo desemboco en él y desde el primer momento que lo vio se sintió feliz porque creía que era el primero en llegar y pensó ya en una pesca milagrosa en esta laguna que debe estar llena de peces.

Pero no fue así, al penetrar en el lago, lo primero que hizo fue en ubicar un lugar para arrojar su tarrafa, pero se sentía intrigado por el movimiento de las aguas, siguió remando confiado, pero el vaivén continuo de su canoa siguió preocupándolo, hasta que sintió que algo salía del fondo de las aguas de ese lago.

Rápidamente volteo para averiguar que era eso y vio una terrible cabeza suspendida en el aire a casi dos mtrs. de altura sobre la superficie del agua. Moviendo su monstruosa figura de orejas paradas y sacando su lengua puntiaguda.

Inmediatamente dio vuelta a su canoa, metió su remo con fuerza al fondo del lago para impulsarse mejor y en esos instantes apremiantes para colmo de males, noto que las plantas de la orilla venían a su encuentro, cerrándole el paso como si obedecieran algo.

Terriblemente asustado giro su cabeza para ver que ocurría con la yacumama y comprobó que ella le perseguía a toda velocidad, en ese momento aterrorizado levanto los ojos al cielo y clamo ayuda al Dios Todopoderoso, convencido que él no podía hacer nada para librarse con vida de ese monstruoso yacumama.

Y realmente el Señor escucho sus suplicas, porque inexplicablemente cayeron al agua cuatro sachavacas peleando y mordiéndose, produciéndose un tremendo ruido, que asusto a la yacumama, que velozmente se sumergió en su lago.

Incomprensiblemente las plantas acuáticas también volvieron a su posición inicial y todo quedo en calma, pues hasta las sachavacas se escaparon viendo a la horrible yacumama.

El pescador que veía estupefacto todo cuanto sucedía, no quiso perder un segundo más y se alejo de este fatídico lago, antes de que la yacumama le cerrara el paso nuevamente.

Lamentablemente no llevo ni un  solo pez, porque la madre de esa laguna no quiso regalarle sus pacos, gamitanas, sardinas, sábalos, bujurquis, lisas y paiches.

Al respecto se cuenta que cuando una persona se acerca a las orillas y penetra a esos lagos encantados, se desata sorpresivamente una tormenta infernal que hace zozobrar las embarcaciones y las personas se ahogan inmediatamente.

Carlos Velásquez Sánchez

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