(Carlos Villacorta Valles
)
El canto del paujil son como profundos
quejidos sucesivos.
Aquella mañana, esa ave del tamaño de un pavo
de plumaje negro y pico como de oro ensanchado hacia arriba cantaba,
cantaba…ummm…ummm…ummm.
¿ Qué le pasa a mi compadre paujil? Está
quejándose mucho, pensó a la orilla de una laguna, un camungo, ave también del
tamaño de un pavo y de voz gruesa, con plumaje cenizo, cresta como cuervo y una
púa en las alas.
Pasó por allí un mono leoncito y el camungo
jalándole de la oreja le dijo: Vete a preguntar a mi compadre paujil que le
sucede. Se está quejando mucho, a lo mejor está enfermo, quizás le duele la
barriga.
El mono, sacudiendo su melena se fue donde el
paujil y le dijo a éste, que se hallaba sentado en unas ramas. Señor Paujil,
señor paujil, le envía saludos su compadre camungo y le hace preguntar ¿Qué le
pasa? Que Ud. está quejándose mucho, a lo mejor, dice Ud. está ya con los dolores de parto.
¿Qué? ¿ Con dolores de parto? ¿Eso ha dicho
mi compadre camungo?, gruñó el paujil, inclinando su cabeza hacia el mono
leoncito.
El mono , que por travesura había agregado lo
del parto, se atemorizó, temor que creció más, cuando el paujil colérico,
lanzando palabrotas, voló hacia la laguna donde se encontraba su compadre
camungo.
Mientras tanto, el monito se alejó por las
ramas diciendo: Allí que se enfrenten entre ellos estos compadres.
me gusto
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