Es una
mujer que teniendo marido se mete en amoríos con el cura del pueblo.
Los martes
y viernes a medianoche, sale a correr por las calles del pueblo como una blanca
y hermosa mula, la misma que es montada por un pequeño jinete con látigo en la
mano que viene a ser el cura.
Cuentan
que al llegar la medianoche, esta mujer sacrílega, amante del cura, se da de
revolcadas en el suelo y de inmediato se convierte en mula.
El duendecillo
la monta y luego sale a todo galope por las calles del pueblo botando chispas
de candela.
Si este
maligno animal con su duende de jinete no llega a tiempo a su casa, antes de
que los rayos del sol aparezcan.
La mujer
aparece de madrugada en la puerta de su casa totalmente desnuda, para vergüenza
de ella y su familia.
Por otro
lado, cuentas las lenguas de víbora, que para descubrir quien es la mujer que
convive con el cura, se tiene que
atravesar una soga de caballo de orilla a orilla en la calle por donde se
supone que va a pasar la runa mula, quien al tomar contacto con la rienda,
pierde el equilibrio, cae y se convierte en la mujer que es.
Me
contaron también: En un lugar de la selva, camino a Shapaja, vivía y predicaba un cura muy famoso
que le gustaban las mujeres casadas.
Había una
en especial que le visitaba cuando ni un alma en pena caminaba por las calles,
aprovechando que su marido se quedaba profundamente dormido.
Cuenta que
incluso le llegó a empreñar y la muy condenada hizo parecer que era de su
marido.
¡Uy! Como
murmuraba la gente cuando nació el yuyo ¡ Que parecido! ¡Que bendita la
comadre!, repetían.
Cuando la
runa mula aparecía por la medianoche y se sentía sus cascos por las calles, la
gente comentaba. Está pasando la Roshaca
montada por el cura español.
Y de
madrugada se acercaban a chismosear en su casa, encontraban a la malnacida
rendida y
sin ganas
de hacer sus cosas.
¡Seguro
que anoche duro le golpeó su también malvado jinete! Decían.
Carlos
Velásquez Sánchez
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