Los habitantes
del Pacaya – Samiria son ahora los tupi-guaraní, los kukama kukamiria
descendientes remotos, primitivos, atrasados y abandonados por Dios de nuestros
primeros padres.
Viven allí
desde hace siglos, peleándose entre ellos y peleando con otros pueblos, también
descendientes de Adán y Eva, que habitan en otras cuencas y ríos del universo
amazónico.Es invierno, uno de los más largos y lluviosos de todas las últimas cien lunas.
El bosque está inundado y la gran maloca tupi –guaraní se ha librado con las justas del agua que ha llegado a lamer el techo que toca el suelo.
Nadie ha salido de caza, los peces desorientados en la tahuampa ha penetrado la maloca.
Los niños pican esos peces con sus flechas y los están asando en el carbón de la “tullpa” y en el centro de la choza sentados en el piso sobre esterillas tejidas de palma y cerca del fuego los hombres conversan animadamente, ríen, están hablando sobre la cacería y contando historias.
Los kukama kukamiria igual que sus padres los tupi guaraní creen que el Pacaya Samiria es el Axis Mundi.
Alli los dioses tupi crearon los ríos, los cielos y las estrellas, el sol y la luna.
Crearon también las plantas y los arboles del bosque como la caoba, cedro, tornillo,lupuna,renaco,aguaje,leche huayo, charichuelo, ubos, huacapu, espintana, capirona y la shiringa.
También las plantas sagradas como el ayahuasca,, chacruna, oje, chiricsanango, chuchuhuasha y toe.
Los dioses tupi-guaraní con sus manos formaron y le dieron aliento de vida a los seres que ahora todavía habitan el bosque amazónico: mamíferos, reptiles, aves y peces.
Al tigre otorongo, sachavaca, venado, majaz, añuje, carachupa,sajino, huanganas,manco, monos como la maquisapa, cotomono huapo colorado y negro, mono choro, shosna, leoncito, frailecito y el tocón; reptiles como la charapa, cupiso, taricaya, mata mata, motelo, anaconda, shushupe, jergón, loro machaco, afaninga, yacu jergón; aves como el loro, guacamayo, pihuichos, paujil, pucacunga, pava,, perdiz, panguana, martin pescador, trompetero, tucán, chirricles,paucar, manacaraco, sachapato, y peces como el paiche, gamitana, paco, saltón, tigre zungaro, sábalo, boquichico, dorado, corvina, acarahuazu, tucunare, bujurqui, lisa, mojarra, dentón, yulilla, bagre, anguila, cahuara, manitoa, carachamas, añashua, arahuana, bufeo, manatí y todos los mamíferos acuáticos.
También crearon las frutas del bosque, los más jugosos, agridulces, pulposos, suaves, intensos, las frutas más ricas de la tierra.
Todo era perfecto y hermoso. Sobre las copas de las gigantes lupunas y caobas se posaban con sus coloridas alas extendidas: los guacamayos.
En las playas de los ríos, el Pacaya, el Samiria, el Yanayacu y el Pucote, las tortugas fluviales desovaban en las noches de verano amazónico de junio, julio, agosto y setiembre.
Pero faltaba algo en este universo amazónico y vital: el ser humano: el hombre y la mujer.
Los dioses, entonces decidieron infundir aliento de vida, primero al hombre.
Extrajeron la savia del árbol de la siringa, el árbol de sangre blanca que habita en el Pacaya y Samiria.
Con esa lechosa sangre forestal, convertida en bolas y luego en muslos, piernas y espaldas relucientes, el hombre tupi-guaraní fue naciendo.
Sus ojos fueron formados de los ojos del mono nocturno musmuqui, por eso los tupi-guaraní pueden ver en la noche.
Su sistema sanguíneo se inspiro en la compleja, perfecta y exacta red fluvial, su palabra, su lenguaje fue tomado de las voces de todas las aves que hablan especialmente de loros y oropéndolas.
Pero también el rugido de las fieras, faltaba su corazón y el soplo de vida.
Dios dijo: Debemos ponerle el corazón del otorongo para que sea el mas poderoso predador del bosque.
La diosa dijo: Sera un hombre muy duro,sin corazón, quiero decir sin corazón humano.
Entonces busquemos el punto de equilibrio, ni tan feroz como el tigre otorongo,ni tan indefenso como el manatí, ni tan venenoso como la serpiente shushupe, ni tan inocuo como la afaninga, ni tan inteligente ni perspicaz como el venado, ni tan torpe como la carachupa, ni tan laborioso y trabajador como el pájaro carpintero, ni tan ocioso como el pájaro tuhuayo.
-Hagmoslo como nosotros, así tendrá un poco de mi y de ti- propuso la diosa.
-Estoy de acuerdo con tu sentido común-acepto el Dios.
- Ahora hagamos a la mujer-pidió la diosa.
-Busquemos las mejores partes del hombre para crear a ella.
-De acuerdo, pero yo daré el soplo de vida al hombre y tú a la mujer-dijo el dios.
No. Soplemos ambos, a cada uno, así tendrán algo de ti y algo de mí, dispuso con firmeza- la diosa.
Así fueron creados el hombre y la mujer tupi-guaraní.
De esos padres originales proceden los miles de hombres y mujeres kukama-kukamiria, que ahora viven entre los ríos Pacaya y Samiria y sus afluentes.
No me gusta. Hablas de tupi-guaraní y aun así tus patrones quechuas, como siempre, dominantes.
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