sábado, 1 de diciembre de 2018

EL HIITIL


                  (Francisco Izquierdo Ríos)
Es un árbol no muy grande con hojas menudas, corteza casi roja cubierta de gránulos.
La “quemazón” que produce es debido a alguna sustancia caustica que contiene.
El enfermo padece fiebre alta una semana, lapso en el que tiene que curarse tomando baños en todas las mañanas de cocimiento de hojas de papaya, de zanahorias o de paico.
Para evitar todas esas molestias las gentes aconsejan que en el mismo  instante que el hitil quema a alguien éste debe hacer el simulacro de ahorcarse con una débil soga que colgará de la rama del mismo árbol, exclamando: Yo hítil… yo hítil y dando al árbol. En cambio su nombre e inmediatamente después de haberse trozado la soga, con el pedazo de ésta en el cuello debe correr y sin voltear el rostro atrás, regresar a su casa.
Dicen que en esa forma es anulado el poder mágico de aquel árbol de mal genio.
Cuento
Trabajen negros… Trabajen negros gritaba Antolín Picsha desde el camino y las avispas negras producían ante esas palabras mágicas un sordo rumor dentro de sus panales que colgaban de las ramas de árboles altos como blancas campanas.
Trabajen negros…trabajen negros y las avispas producían un sordo rumor como si en verdad se pusieran a trabajar, en ese momento Antolín Picsha iba esa mañana a cortar leña en la selva, cuando descubrió los panales de las avispas negras y se puso a gritar las palabras que hacían trabajar a aquellas: trabajen negras…trabajen negras.
Antolín Picsha estuvo largo rato entretenido en esa alegre travesura, después siguió su camino.
En uno de esos parajes entró a cortar leña  y después de haber juntado algunos palos secos, se internó más en el bosque que iba a cortar de una rama caída, cuando dio un salto y cuadrándose con el machete en alto, saludó:
Buenos días Señor Hitil-
¿Qué pasaba? ¿Estaba loco Antolín?
No, había descubierto entre los árboles al terrible hitil, el árbol que quema y antes de que le hiciera daño se apresuró a saludarlo con el debido respeto.
Pues, este árbol de la selva produce fuertes quemaduras en el cuerpo a la persona que no le saluda.
Por eso, Antolín Picsha, cuadrándose como un militar, le hizo presente sus respetos, ahora hasta podría tocarlo sin temor a ser quemado.
Luego con toda seriedad, para mayor seguridad le dijo: Tú, Antolín Picsha, yo hitil.
Es otro secreto, pues inmediatamente de saludar al hitil, hay que darle nuestro nombre, tomando uno en cambio el de él, así el árbol queda más contento.

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