El Pishtaco (Cajamarca)
Este es uno de los
personajes de mayor presencia en la narrativa oral andina. Se trata de un
personaje prefigurado con presencia en las altas cordilleras, parajes
desolados, lagunas y quebradas de los Andes. Tiene como característica
primordial su gran medida corpórea y su aspecto de hombre blanco, barbudo
El
Pishtaco
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y rubio o
pelirrojo. Algunos han observado la similitud de este personaje con los
antiguos conquistadores, Mistis o hijos de los terrieros españoles o mestizos
blancos que teniendo fama de sanguinarios, inmorales y de lengua no
reconocible por los quechuas, hacían de este un personaje diabólico e
invencible como los ichillocllo o gnomos barbados, rubios lujuriosos que
pueblan puquios y manantiales.
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El
Pishtaco
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El
"Nacaj" o Pishtaco no es un simple asesino. En su raíz mítica no mata
por dinero ni por diversión, sino por mandato de superiores con el fin de
obtener una dotación de grasa humana. Según versiones recientes recogidas en el
Cuzco por F. Kauffmann (1974) esta grasa humana sería indispensable para el
funcionamiento de maquinaria fina emplazada en Lima y para mezclarla con la
gasolina para hacer volar a los aviones.
El pishtaco pudo ser en tiempos pre-colombinos un comisionado oficial del
sacerdocio, proveedor de material para los sacrificios.
Cerca de la cueva de un Pishtaco, un anciano instaló su choza. Allí llegaba
por las tardes a dormir, acompañado de un perro cuyo nombre era Jarimán. Al
Pishtaco no le gustó la vecindad del anciano y ante el temor de ser
descubierto, resolvió quitarle la vida. Una noche oscura se dirigió a la choza
del anciano a quien encontró masticando coca.
- viejo, la plata o la vida!!
el anciano replicó:
- notengo dinero , ¿de dónde te voy a dar nada?
- entonces pagame con la vida - concluyó el Pishtaco listo a degollarlo.
Pero el anciano imploró una gracia diciendo:
- antes de que tu me hagas nada te pido un momentito para rogar a Dios y
despedirme de mi perro cantando mi tristeza.
-Bueno! pero rápido! - fue la respuesta del Pishtaco.
En efecto, el anciano se puso a cantar llorando y rogó a Dios por la buena vida
de su perro con estas palabras:
- Hay Jarimán , Jarimán! Hallegado la hora de mi muerte , el fin de mi destino,
me voy de esta vida , hay Jarimancito!!!
El Perro que estaba por allí cerca, al escuchar las voces de su dueño vino
disimuladamente corriendo, por detrás del Pishtaco de un salto lo cogió por la
garganta y lo derribó al suelo. En ese momento el anciano cogió el puñal y lo
plantó en el corazón del Pishtaco , quien murió en el acto.
El anciano enterró el cadaver en lachoza y fue a la cueva del Pishtaco donde
encontró oro y plata en gran cantidad. Volvio rica la ciudad y en el resto de
su vida cuido bastante a su querido Jarimán que le había salvado de una muerte
segura.
Carlos Velásquez Sánchez
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