Había
en lo más espeso de la selva un hermoso tigre de piedra. Nadie sabía si se
trataba de un verdadero tigre encantado o si era algún ídolo, resto de algún
templo antiguo, pues delante de él se levantaba una especie de altar de piedra
y tenía la boca abierta.
En
un pueblo de la selva, vivía una viuda pobre y tenía dos hijos jovencitos. El
mayor era inteligente pero egoísta y despiadado. El pequeño sencillo, bondadoso
y hasta algo tonto.
Después
de la muerte de su padre, el mayor se encargo del sustento de la familia y el
menor aportaba casi poco, y un día el mayor le dijo a su hermano menor, que no
quería verlo en la casa y que sería mejor que se marchara a buscar fortuna.
La
pobre madre se disgusto mucho al enterarse de lo ocurrido y le dijo a su hijo
menor:Muy bien, si tu hermano avaro y de duro corazón te echa de esta casa , yo
me iré contigo, y en efecto, la madre siguió al hijo menor y abandono la casa.
Y
caminaron , caminaron por la selva y descansaron en una chozita. Al dia
siguiente, muy temprano , el hijo salió al bosque a cortar leña y al medio día
en un lugar solitario encontró al tigre de piedra, se le acerco, le pidió ayuda
para poder llevar a su madre todo lo necesario.
Y sin darse cuenta, pudo reunir pronto un tercio de leña que lo vendió a buen precio en el poblado cercano, con el dinero compro algo de víveres, repartió unas limosnas y adquirió dos antorchas para ofrecerlas al tigre de piedra en agradecimiento por el favor.
Al día siguiente encendió las dos antorchas y las coloco encima del altar de piedra y pidió de nuevo ayuda y protección al tigre de piedra: Dios de la selva y de pronto escucho al tigre que le decía:” Mañana por la mañana vuelve aquí y no olvides de traer un balde grande, porque quiero proporcionarte toda la riqueza que puedas desear”.
El joven le dio las gracias al tigre por su bondad y llevo una buena carga de leña al pueblo, la vendió y con el dinero compro un gran balde.
Al día siguiente volvió el muchacho al bosque, se arrodillo ante el tigre de piedra y el tigre le dijo:” Sostén el balde más abajo de mi boca y retíralo cuando este lleno, procurando que nada caiga al suelo, para que no te ocurra ningún mal”.
El joven puso el balde y el tigre empezó a vomitar un chorro de monedas de oro y cuando el balde estaba casi lleno, el joven aviso al tigre y paro la corriente de monedas.
De regreso, conto a su madre lo sucedido y le mostro el oro.La madre se asusto, pensando que su hijo era un ladrón, pero el le explico y su madre le creyo a su hijo bueno.
Despues la viuda y su hijo compraron una granja con numerosas cabezas de ganado y vivieron comodamente. El hermano mayor no tardo en enterarse del cambio de posición de su madre y hermano, y curioso, decidió hacerles una visita y averiguar el secreto del cambio.
Fue recibido con todo cariño en la granja y su hermano menor le conto lo sucedido con el tigre de piedra y le recomendó que imitase su ejemplo. El hermano mayor retorno a su casa lleno de envidia y aconsejado por su esposa, cogió un balde muy grande, compro dos antorchas y fue al lugar donde estaba el tigre de piedra, encendio las antorchas, los puso en el altar, se arrodillo y rogo al tigre.
En
eso escucho:”¿ Quien eres? ¿Qué quieres?, pregunto el tigre con voz gruñona.
Soy el hermano mayor del joven que vino aquí y le diste tanto oro y he venido
para rogarte que hagas lo mismo conmigo.
Muy
bien , dijo el tigre de piedra. Pon el balde debajo de mi boca y yo vomitare
oro en el, pero cuando el balde este casi lleno, avísame, porque hay que evitar
que caiga al suelo una partícula de oro, si eso sucede te vendrá una desgracia.
El muchacho sacudía ligeramente el balde de cuando en cuando para que el oro se igualase y entrara mas, pero , impulsado por la codicia, no avisaba al tigre de que el balde estaba ya casi lleno, hasta que rebaso y unas monedas cayeron a tierra y al instante paro el chorro y el tigre le dijo:”Tengo atascada una moneda grande en mi garganta, mete tu mano y sácala, rápidamente el joven introdujo el brazo en la boca del tigre para sacarlo, pero con rapidez el tigre cerro la boca, aprisionando el brazo derecho del codicioso.
El joven comenzó a llorar, a protestar y el tigre sordo a todos sus ruegos y suplicas, permanecía inmóvil. Lo peor fue, que al mirar a su balde, lleno poco antes de monedas de oro, observo horrorizado que solo contenía un montón de tierra y piedras.
La esposa del joven, tras larga espera, salió en busca de él y lo encontró, sin darse cuenta de la situación de su marido, le pregunto porque no había regresado a casa.
¡Oh, esposa mía! Contesto el desdichado. Me ha sucedido una cosa horrible y le explico todo. La pobre mujer lloro y rogo, pero el tigre no le hacía caso. Entonces, ella volvió a su casa para regresar luego trayéndole alimentos para su esposo, todos los días durante algún tiempo, la esposa visitaba a su esposo y el tigre de piedra no soltaba el brazo del joven.
La esposa se vio obligada a vender todo lo que tenia, incluso sus campos, sus ganados, para comprar alimentos a su esposo, hasta que ella enfermo y fue llorando a la selva, una vez al lado de su esposo, le dijo:”He vendido ya, todo lo que teníamos y vamos a morirnos de hambre, no tengo ni una moneda para comprar alimentos.
Al oír eso, el tigre de piedra se alegro tanto, que empezó a reírse: ja,ja,ja,ja abriendo sus mandíbulas y el prisionero retiro el brazo y se apresuro a huir, acompañado de su esposa y con sus hijitos fueron a casa del hermano menor, le contaron todo y le rogaron que les ayudase.
El menor reprocho a su hermano mayor su codicia y avaricia, pero como era bondadoso y no era rencoroso, regalo a su hermano una cantidad de oro para que adquiriese una pequeña granja en los alrededores.
El hermano orgulloso y su mujer se establecieron con la mayor modestia, en tanto que el menor vivió muchos años muy feliz, en unión de su madre y respetado por todos sus vecinos.
Carlos
Velásquez Sánchez
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