Por
: William Gallegos Arevalo
A
sus cuarenta años, Esteban creyó llegado el momento de tomar la decisión más
importante de su vida. Había descubierto que las hojas de los almanaques iban
cayendo de a pocos, en la misma forma que la huimba lanza sus inflorescencias
hacia el borde de los caminos.
A
pesar de su apostura, jamás había tenido una enamorada, cosa que siempre lo
atribuyo a su timidez, lo que significaba que nunca había estado encima de una
mujer. Su drama era peor que el del Duque Fabrizio de la Salina según como nos
cuenta Lampedusa en el Gatopardo y no porque le haya faltado oportunidad,
puesto que su pinta era más que suficiente para que las hembras del pueblo
hayan deseado acostarse con él.
La
condición de célibe de Esteban no llamaba la atención de los varones, pues lo
consideraban una decisión muy personal; eran las mujeres quienes se
inquietaban, pues decían que un varón que no haya probado “cuchicara” era un
tremendo desperdicio.
Fueron
ellas las que le dieron el calificativo de “huiramazo”. Doña Cleofe, la más
atrevida decía que por las puras tenía su pico e insinuaba que Esteban estaba
“armado” con un poderoso pucunazo.
Esteban
se sentía presionado por esa forma de crítica social y fue razón por la que se
dijo que en algún momento tomaría cierta decisión. En efecto, ese momento llego
una tarde de abril de cierto año cuando Esther, joven maestra recién egresada
de la Escuela Normal de Mujeres, arribo a Chazuta en la tradicional balsa de
treinta topas. Ese hecho fue crucial en su vida.
Esteban
se enamoro de la recién llegada, pero, una vez mas , ese impulso natural de
acercarse a ella chocaba con su timidez, por lo que sus “avances” terminaban en
prontas retiradas y fue esta circunstancia lo que le hizo decidir para optar
por un medio del que tenía dudas o sea recurriendo a la “pusanga”, arte en el
que don Pishcon era un experto.
Don
Pishcon Bailón había ganado fama de arreglador de entuertos con sus pócimas que
se hicieron famosos en el Bajo Huallaga: era el mejor que preparaba la pusanga.
Su fama de alquimista era notable y hacia maravillas con el bolaquiro para
levantar muertos.
Preparar
la pusanga requiere de mucho cuidado y de sus efectos conocemos algunos. A
diferencia de preparados de otros brebajeros, don Pishcon obtenía un
concentrado con la patita de tamrilla, el huevito de rimurucuy, el piquito de
chorchochor, la alita de pucasinga y la lenguita de paujil, en una fórmula que
sigue siendo un secreto. La mezcla adicionada de raíces, tiene que hervirse
justo cuando canta el tatatao.
Tener
la pusanga no es suficiente. La clave es untar el brebaje en el brazo de la
persona amada, sin que esta se de cuenta y correr a esconderse por tres días
haciendo una dieta rigurosa.
Esta
comprobado que si el sujeto es visto en ese lapso, cambiara de gustos y sus
combates futuros los librara con la retaguardia, lo que temia Esteban, pues le
asustaba tener que dedicarse a la cosmetología.
Esteban
logro untar la pusanga en el brazo de Esther y corrió al monte. Cumplido su
retiro regreso al pueblo y se entero que ella estaba preguntando insistentemente
y desesperadamente por el. El brebaje había surtido efecto.
Cuarenta
años después me encontré con Esteban en Tarapoto,anciano y jorobado estaba,
señal que había sabido recuperar el tiempo perdido subiendo al pijuayo quizás
con demasiada frecuencia.
Estaba
acompañado de Esther, bella , aun a pesar de los años y con ese mohín gracioso
que siempre me había encantado.
La
pusanga había hecho su efecto en esta pareja de esposos.
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