miércoles, 12 de septiembre de 2012

CALDO DE MICARAHUA


                                                         ( Darío Vásquez Saldaña )

En los primeros años de la década del cincuenta, trabajaban en la Escuela Primaria de Varones Nº 185 de Piscoyacu, varios profesores entre ellos: Javier Cárdenas Ríos, Aníbal Del Águila Guevara, Teódulo Pinedo y Orlando Veintemilla.

Profesores jóvenes, alegres, chucumeros y serenateros, generalmente no se perdían un cumpleaños, una pedida de mano o cualquier otro acontecimiento que diera motivo para echarse unos aguardiente, una serenata y al final: un criolllazo caldo de gallina.

Una noche, regresando de tomarse muchos chuchuhuashas en la cantina de don Braulio Supitero, estos profesores se pararon frente a la casa de la Srta.  Consuelo Shapiama, se acercaron hasta el filo del cerco y vieron varias gallinas y pavitas (micarahuas) que dormían sobre el cerco de cañabravas.

Y experto en la materia, Orlando tomo del pescuezo a una pava (micarahua), aprisionándola de inmediato a su cuerpo para evitar que revolotee.

Con la pava bajo el brazo, llegaron a la Plaza de Armas, donde deliberaron en que lugar debían sacrificarla y acordaron cocinarla en el Fundo ”San Ramón” del papa de Orlando, que quedaba a menos de 1 km. de Piscoyacu.

Estando a la altura del Fundo ”El Mozandero”, todos conversaban animadamente, menos Orlando, que se había retrasado y era noche de luna llena, pudieron observar que a la pava ya no la traía debajo del brazo sino adelante, sujetándola a nivel de su chaveta y que caminaba con dificultad, que parecía a esos niños cuando montan a su caballo de palo.

Y sus amigos dijeron esta bien “mashasca”, seguro se ha cansado de traer a la pava bajo el brazo, por eso lo conduce de esa forma a la micarahua.

Y al fin, llegaron alegres y de hambre a San Ramón, Javier se encargo de la candela, Teódulo de la olla y Aníbal empezó a desplumar a la pava, mientras tanto Orlando como estaba “mashasca” (borracho) se tumbo sobre una banca, disimulando que dormía.

A las 12 de la noche, ya estaba listo el suculento caldo de micarahua, Teódulo sirvió los cuatro platos y a comer se ha dicho.

- Oe, Orlando, ven a tomar tu caldo-dijo Aníbal.

Los demás terminaron y repitieron otro plato, pero Orlando ni se movía.

-Orlando, ven a tomar tu caldo, que se va a enfriar- repitió Javier- sacudiéndolo por el hombro izquierdo.

Al verle que se levantaba perezosamente, Teódulo le animo.

-Solo a ti te falta comer, tomate el caldo que está bien delicioso, ya nosotros tomamos dos platos cada uno, con su repetición todavía.

Como todos insistían a la misma vez, Orlando contesto:

-¡ Carajo, hombre, como creen que le voy  comer a la que antes nomas ha sido mi mujer!

Esta revelación dejo a los jóvenes profesores pasmados, bola su ojo, con manchari-¡Desgraciado!- le gritaron todos sus colegas. Quisieron ahorcarle y se metieron el dedo hasta la garganta, tratando los tres profesores de vomitar, pero ya no había nada que hacer.

Solo faltaba saber, si la matriz de la pava estaba todavía dentro de la olla, pero ya se lo habían comido.

Bueno, en fin, este Profesor Orlando había sido un pendejo.

Carlos Velasquez Sanchez

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