La gente de Lamas, así como de
otros sitios de la región amazónica, practica todavía una costumbre muy
peculiar, suelen a partir de las 5.00 p.m. sacar sus sillas y perezosas a la
vereda para sentarse placenteramente, desde donde miran a todo el mundo que
pasa y de todo el que pasa exige actos de cortesía.
Hace unos años, Miquita cayó de
la silla y murió. Hubo muchos comentarios al respecto, pero, yo vi ese percance
y puedo decir que en efecto murió tras caer de la silla, mas no murió a
consecuencia de la caída, ni por la cornada de un toro, sino que murió, pero de
VERGÜENZA.
Miquita, de 45 años de edad,
vestía pollera y no usaba bombacha (calzón) como todas las de su generación.
Una tarde, temprano , serian las
5.00 p.m. saca su silla a la vereda y se sienta a descansar, después de un
rato, un toro grande y bravo aparece corriendo seguido por varios perros.
Miquita, a pesar de los esfuerzos
realizados, logro ser atropellada y cogida por el toro, con la pollera
arremangada hasta la cabeza, pataleaba y con las piernas en alto. Los curiosos
corren a auxiliarla, pero para remate demoran en bajarle la pollera,
pretextando en que se bahía atajado en los cuernos del toro.
Al final y luego de haber “fotografiado” a
muchos curiosos fue conducida a su domicilio y luego falleció inesperadamente a
los pocos días, después que prometiera no salir a la calle mientras estuviese
con vida.
El pueblo, como era de esperar,
comenzó a comentar en torno a su extraño deceso. Pero, todo aquel que se
mostraba preocupado e inquieto por dicho acontecimiento decía :” De vergüenza
ha muerto”. “La vergüenza también mata “
. “ Ha muerto de vergüenza Miquita”.
Carlos Velásquez Sánchez
Me encantó la historia. Gracias.
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