E L B U F E O
C O L O R A D O
Clara estaba disfrutando de sus vacaciones
escolares en casa de su hermana Juana, a orillas del rio Marañón en la
desembocadura del rio Samiria. Era una chiquilla muy bonita , que acababa de
cumplir sus 15 años. Todas las tardes a la caída del sol, acostumbraba ir a
sentarse en una banquita que había cerca a la orilla para contemplar el paisaje
y de cuando en cuando veía saltar a un pez de gran tamaño.
Cierto día que estaba en contemplación, de repente vio sobresalir del agua, a corta
distancia de la orilla una enorme caña de azúcar sostenida verticalmente por
una mano, al parecer de un ser humano, ella
se quedo mirando este hecho y luego desapareció.
Clara corrió a su casa a contar a su hermana
lo que había visto y su hermana le dijo: Haz visto mal hermanita o has visto
visiones de tanto mirar al rio, no vuelva a ir al rio.
Pasaron unos días y la muchacha sin escuchar
los consejos de su hermana, seguía yendo sola y se sentaba en el mismo sitio.
Una de esas tardes, vio salir del agua una bola brillante, que parecía que era
de cristal y estaba sostenido por una mano que se acercaba hacia el puerto ,
como invitándola a bajar para recogerla.
La chica asustada corrió a su casa y justo
tropezó en el patio con su cuñado que en ese momento regresaba de su chacra,
sin decirle nada le cogió del brazo y le llevo al puerto. El cuñado asombrado
se dejo llevar, sin ofrecer resistencia
y le dijo ella : Ahora vas a mirar al puerto Samuel y vas a ver una bola
brillante que la sostiene en el aire una mano que sobresale del agua.
Samuel miro al rio y no había nada, porque la
bola había desaparecido. Este le dijo : Tú has visto visiones y todavía me
haces correr para creer tu cuento. Lo que pasa es que te has quedado dormida en
la orilla y has soñado, luego haz despertado y haz corrido creyendo haber visto
una realidad.
La chica le conto a su hermana nuevamente y
ella le dijo que era su imaginación y le llamo otra vez la atención por no
escuchar sus recomendaciones.
Por la noche cuando Clara dormía, Juana le
manifestó su preocupación a su marido y acordaron consultar a un compadre que
era entendido en estos asuntos.
Al día siguiente fueron a buscar al compadre
y le contaron todo lo que había visto la chica y este les dijo que la cuidaran
mucho, porque el bufeo colorado quería llevársela y les recomendó que nunca la
dejen sola, que evitara ir al puerto sin compañía y que no viaje en canoa.
Así lo hicieron, pero un día tenían que
asistir a una velación y se vieron obligados a dejar a Clara en casa,
acompañada de dos sobrinos menores, le recomendaron que no saliera de la casa
por nada, que durmiera con sus sobrinitos y que por la noche trancara bien la
puerta y que no abriera a nadie, así sea la persona conocida.
Clarita tranco bien la puerta de su
dormitorio a las 6.00 p.m. y permanecieron despiertos hasta las 8.00 p.m. hora
en que los pequeños se quedaron dormidos y en cambio la chica no podía dormir.
Serian las 10.00 p.m. cuando de pronto
escucho ruidos y voces en el puerto, como si se tratara de viajeros que
llegaban, pero ella sabía bien que su familia no llegaría hasta el día
siguiente, los perros salieron a la carrera ladrando furiosamente, dirigiéndose
a la orilla, luego los recién llegados se dirigieron a la casa fustigados por
los perros, pero de pronto los perros corrieron a meterse bajo la casa,
aullando lastimeramente, sin atreverse a salir de nuevo.
Clarita asustada oía todo, luego pudo
distinguir las sombras de tres personas que subieron a la casa y tocaron la
puerta sin decir una palabra.
La chica estaba callada, mientras los
extraños seguían toando la puerta con insistencia y después de largo rato, al
ver que nadie les abría y que todo estaba en silencio, escucho una voz que
decía :” Esta vez hemos fracasado, pero
la próxima no escapara y será mía para siempre. Vámonos, antes de que venga
alguien al escuchar los ladridos de estos malditos perros”.
Los desconocidos visitantes descendieron del
emponado y se dirigieron al puerto, perseguidos por los perros que no cesaba de
ladrar. Luego se oyó claramente la caída de tres cuerpos pesados al agua, uno
tras otro y lo más extraño es que no se escucho ruidos de remos ni de canoas.
La chica dominada por la fuerte emoción
sufrida, no tardo en quedarse dormida profundamente. Cuando llegaron sus
familiares les conto lo sucedido, pero ellos no le hacían caso, porque pensaron
que lo había soñado.
Y consultaron a su compadre el caso de
Clarita, este les volvió a repetir que el bufeo colorado quiere llevarse a la
chica, que tienen que cuidarla mucho y no la vuelva a dejar sola con los
chicos, ni menos acercarse al rio.
Pasaron dos meses de estos acontecimientos, todo estaba
tranquilo. Hasta que se preparo una gran fiesta para celebrar las Bodas de
Plata de los dueños de la casa Juana y Samuel, se lleno grandes tinajones de
masato, guarapo, aguardiente de caña, mistela y se preparo los mejores cerdos y
aves, se horneo gran cantidad de tortillas.
A las 7.00 p.m. comenzaron a llegar los
invitados y se inicio el baile al son de las marineras, chimaichis, valses,
polkas, tanguiños, etc. que sin descanso tocaba el conjunto compuesto de varios
instrumentos como guitarras, mandolinas,
cabaquiñas, flautas, quenas y los infaltables tambor, bombo y platillos.
Había mucha gente y entre esta no falto
desconocidos para los dueños de casa y había dos jovencitos bien parecidos que
vestían iguales pantalón y camisas oscuras y una especie de gorro en la cabeza
que no se lo quitaban para nada y la fiesta seguía.
En eso el compadre se acerco a Samuel y
tomándole del brazo le llevo al patio disimuladamente, allí le expreso sus
temores y sospechas respecto a los dos muchachos desconocidos que habían
llamado su atención desde el principio y que había preguntado entre los
presentes y ninguno dijo conocerlos.
Compadre, le dijo: Estos son seres de otros
mundos, estos son dos bufeos colorados bajo apariencia humana, quieren logra su
propósito de llevarse a Clarita y a uno de ellos ya le he visto bailar varias
veces con ella.
Pero no se preocupe compadre, porque ya trace
mis planes para descubrir sus verdaderas identidades y ojala no me equivoque.
El plan consistía en que tres de los muchachos conocidos, los mas apuestos y
fuertes, se turnarían en bailar con Clarita, sin dar oportunidad a los
forasteros, mientras otro grupo de cinco personas trataran de embriagarles
invitándoles a beber seguido bajo cualquier pretexto, teniendo cuidado de que
alguien se encargara de echar un buen tabacazo en las copas de los dos
desconocidos.
En esta forma se les haría olvidar el tiempo
hasta llegar a la medianoche, ya era sabido que estos personajes eran lo que se
suponía, no pueden pasar de las doce de la noche sin convertirse en lo que
realmente eran : bufeos.
Todo iba saliendo muy bien, los minutos
avanzaban hasta que el reloj marcaba un
cuarto para las doce y ya se les notaba muy inquietos a los forasteros, mirando
a todos lados. Cinco minutos antes de las doce, uno de ellos pidió permiso para
orinar, el otro quiso también seguirle, pero le invitaban a seguir tomando.
Cuando faltaban dos minutos para las doce, el
primero que bajo, llamo desde el patio a su compañero, diciéndole que ya era
hora de partir. Este bruscamente salió del grupo y pego un salto del emponado
ante la sorpresa de todos los extraños y corrían velozmente, tambaleándose
hacia el rio.
El que esperaba abajo llevaba la delantera,
el otro le seguía a corta distancia, pero tropezó antes de alcanzar la orilla,
cuando llegaron los muchachos a su lado para retenerlo, se encontraron con un
enorme bufeo colorado que se retorcía, tratando de llegar al rio, al mismo
tiempo que escucharon el chapuzón del otro que logro ganar la orilla antes de
que el reloj marcara las doce en punto.
En la fiesta hubo lloriqueos, sollozos,
gritos histéricos, desmayos, las mujeres se hacían las mil cruces y los hombres
juraban acabar con todos los bufeos colorados.
Clarita regreso al día siguiente a la ciudad
y ahora vive feliz al lado de su esposo y sus numerosos hijos.
Carlos Velásquez Sánchez
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