E L H A R A G A N Y E
L P A L O M I L L A
Cuando nació, demoro en lanzar su llanto, la
partera, luego de palmearle varias veces, recién lloro y ella dijo : “Nunca en
los años que llevo de partera, vi un niño tan haragán y desde ahí, todos le
conocían por haragán y no por su verdadero nombre.
El les decía, cuando ya sabía hablar: No me
digan Arturo haragán , me llamo Arturo Ruiz Chujandama. Cierto, el niño se
levantaba de su cama, después que todos se encontraban trabajando, su madre
tenía que esperarle y servirle. Caso contrario no comía de pereza.
En el mismo pueblo, el mismo día que el nació
lo hizo otro niño, la misma partera le atendió y vio que era muy vivazo, su
nombre era Melvin Domínguez Pérez, más conocido como Melvin palomilla.
Pasaron los años y llamaba la atención la
amistad que tenían Arturo y Melvin, se les veía caminar a todos lados juntos,
se defendían ambos de cualquier agresión y celebraban juntos sus cumpleaños que
era el 29 de junio: Día de San Pedro y San Pablo.
En la escuela, estudiaba junto con ellos un
niño ya mayor, alto y gordo y tenía por costumbre exigir a sus compañeros que
le dieran regalos o sea era un abusivo.
Cansado Melvin palomilla de esto, una mañana
le dice a su amigo Arturito, en tu casa hay un carnero, en la tarde trae
envuelto en un papelito unas tres bolitas de su isma, pero que estén frescas.
No puedo, me da pereza esperar que el borrego
cague, mejor porque no vas tú a mi casa y lo haces.
Espera, creo que no me has entendido, eso le
vamos a dar de comer al fastidioso y abusivo de Mantecoso, para que nunca más
nos vuelva a fastidiar. Abusa porque nadie le hace el alto.
Bueno, si es por eso, tendré que hacer un
esfuerzo, lo traeré. Más tarde, Arturo haragán, le dio el encargo a Melvin, lo
envolvió en un papel de caramelo cada bolita y le dieron a Mantecoso,
diciéndole : Te traemos unos caramelos importados, si es que no te gustan,
nunca más te regalaremos nada. Ni Arturo ni yo.
Mantecoso se los llevo a la boca y de pronto
comenzó a escupir, a la vez que corría al pozo de agua de la escuela, a enjuagarse la boca. Todos los muchachos que
vieron esto, se reían celebrando la broma que le jugaron los dos amigos al
matón del Colegio. Era caca de carnero, lo que comió, ja, ja, ja, ja,ja, se
reían sin cesar.
Después Mantecoso quería desquitarse del
ridículo que le hicieron pasar y les amenazaba
con su puño cerrado a Arturo y a Melvin. A la hora de la salida, los dos
niños abandonaron el salón junto a su profesor y por detrás les seguía el
Mantecoso.
Una vez afuera, el profesor tomo rumbo a su
casa y Mantecoso fue a golpearles, pero Melvin palomilla con una baladora le
tiro una piedra en la frente que le tumbo de espaldas y desde aquel día todos
le tenían un callado respeto al palomilla y se burlaban de Mantecoso que lucía
la frente morada a consecuencia de la piedra que le tirara Melvin.
En un lugar conocido como el shapumbal, se reunían los muchachos a jugar a los indios
y soldados. Los indios se sacaban las camisas y cortaban los tallos de los
helechos. Eran sus lanzas y los soldados hacían lo mismo.
Se iniciaba la guerra, todos corrían a
esconderse, para poco a poco ir apareciendo y matando a sus adversarios.
Melvin palomilla se escondió entre las
shapumbas, el Mantecoso lo vio, corto un tallo de tabaco caspi y lo lanzo a
Melvin, que se quejo y desmayo. Todos se dieron a la fuga, dejando al
desvanecido niño.
Luego sus amigos le echaron agua en su cara y
se levanto llorando fuertemente y prometió que se desquitaría en cualquier
momento.
Al día siguiente le ordeno a Arturo haragan,
diciéndole :Arturito, en la tarde, tráeme tres isulas, los metes en una
botellita y me lo entregas sin que nadie se dé cuenta.
¿ Porque no vas tu mismo a recogerlas?. Yo en
cuanto llego a mi casa, como, luego me duermo, pues tengo mucha pereza.
Está bien, mal amigo, pero cuidado de hablar
de esto o te pesara. En la tarde, en la formación, Melvin se coloco tras el
Mantecoso y con un palito saco de la botellita dos isulas y las coloco en la
camisa de Mantecoso, las isulas subieron hasta el cuello y le picaron, que
Mantecoso grito fuertemente y salió corriendo de la formación y nadie dijo
nada.
Una tarde hablo el profesor a sus alumnos: Ya
que son tan burros, a ver si salvan su nota contando cuentos, a ver tu Melvin
palomilla.
Una vez, mi cuñado Chancho, se fue a montear
por Shima Uma, era muy valiente en aquel entonces, bueno, hoy día todos sabemos
que es un talegario. En un aguajal, escucho comer a unos sajinos, olio el asnay
de aquellos animales que apestan idem a sobaquina de chucuma. Se acerco, apunto y disparo, allí mismo cayó
muerto un sajino. Una perdiz voló asustada de su nido, quebrando los huevos que
estaba incubando, de los cuales iban a nacer hermoso shanshitos.
¿ Como, que de los huevos de perdiz van a
nacer shanshos?, pregunto el profesor.
El que está contando soy yo profesor y hago
nacer lo que quiero de aquellos huevos. Por si no lo saben amigos, la perdiz le
burlaba a su esposo con un shansho.
Bueno, mi cuñado cargo en hombros al sajino y
lo llevaba a su casa, hombreándolo, paso por debajo de un árbol caído, paso y
se dio cuenta de que el sajino pesaba más, entonces miro hacia arriba y vio que
sobre el sajino iba un tigre intentando comer al sajino, entonces Chancho con
la mano que tenia libre le tiro un puñetazo al tigre, que rugiendo fuertemente
se escapo monte adentro con un ojo negro e hinchado.
El profesor le dijo: Sabes engañar Melvin
palomilla, cuando seas grande serás un escritor.
A ver, tu, Arturito ¿ Que nos vas a contar ?
O es que para esto tienes pereza.
Mi primo Manuel cuando era niño vivía con sus
padres en la chacra y un día vio que varios chanchos comían el arroz que soleaban en el patio de
la casa y comenzó a arrearlos diciendo: Shoo, shoo, shooo, fuera chanchos
ladrones y así arreándoles, e fueron alejando.
Luego, llegaron sus padres y preguntaron a la
abuelita sobre el paradero de su hijo Manuel.
No lo se, estaba jugando en el patio, lo
buscaron durante tres días y lo encontraron con una rama diciendo : sho, shoo,
shooo, lárguense chanchos rateros.
Sus padres no veían nada alrededor y de
inmediato comprendieron lo que había sucedido.
Le robo el chullachaqui, dijo su padre.
Tendremos que bautizarle de inmediato. Vámonos hijo que debes tener mucha
hambre.
No papa, ya comí bastantes aguajes, le
respondió el niño. Muy bueno, tu cuento, haragán. Perdón Arturito.
A ver, tu, Tedy, dirigiéndose al Mantecoso ¿
Que nos vas a contar ?.
Bien, mi tio Toribio, que ahora es contador,
cuando era niño y como no había baño, hacia sus necesidades en el campo, por
las noches con su alcuza (lámpara) se iba tras de la casa, en donde había una
piedra grande y allí hacia sus necesidades.
En esos días, las gallinas amanecían
sangrando, investigaron el motivo y descubrieron que los mashos les estaban
chupando la sangre. Algunas aves se morían bien poshecas y sus abuelos
decidieron quemar ají pucunucho por las noches para que no se acercaran estos
mashos.
Venían las lluvias y el ají se regaba por el suelo y todo lo que
se encontraba por allí se impregnaba con el ají.
Las gallinas dormían en los arboles, no había
gallinero.
Y una noche Toribio, fue a hacer su necesidad
bajo uno de esos árboles, como en aquel entonces no había papel higiénico, se
limpiaban con tuzas de maíz, con hojas o con alguna piedra.
Toribio luego que termino, se limpio con una
tuza de maíz y que estaba impregnada con ají. Al poco rato , entro corriendo a
su casa, llorando fuertemente y tuvo que permanecer como dos horas cutulo
sentado en el agua hasta que le pasara el ardor del aji pucunucho en su
“chunchuy muyuna”.
Y así todos los alumnos, hasta el profesor se
rieron con el cuento del Mantecoso.
Carlos Velásquez Sánchez
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