miércoles, 25 de marzo de 2015

EL YANAPUMA

El Yanapuma leyenda de la selva amazónica


El Yanapuma es un felino de la selva amazónica, un otorongo que tiene un exceso de pigmentación y que por eso su piel es totalmente negra, por ser una criatura rara se han contado muchas leyendas sobre sus poderes, se ha hablado que pueden ser brujos transformados en animales mediante pactos malignos, también que este felino se alimenta solo de sangre o de cerebros de humanos dejando el resto intacto dependiendo de la versión y la zona.
Yanapuma significa traducido del quechua puma negro aunque también en algunos lugares lo conocen como runapuma o Puma hombre que hace alusión a las historias sobre brujos que adoptan esta forma, veamos ahora una de las historias sobre esta criatura:
Los antiguos contaban una historia, la de un mitayero (cazador del monte o montaraz) que trabajaba cazando para los que se adentraban en la selva, cazaba monos, sachavacas, sajinos, entre otros animales y es así que entro a trabajar para unos madereros que se ubicaban a los lados del rio Pachitea.
Cuentan que un día mientras iba acompañado del cocinero en la selva, vieron un animal de color blanco como el ganado a lo cual el cocinero dice “mira esa novilla, ¿Qué hace por estos lados?”
El cazador que conocía varios secretos de la selva le dice “No es una novilla, eso es un Yanapuma, un tigre del demonio”, “recomiendo que regresemos al campamento, lo mejor es que le digamos a los demás para ir a otro sitio”.
El cocinero lo miro divertido y se burló de él diciendo que se le había pegado los embustes de la gente de las tribus. Volvieron al campamento y el mitayero conto a los demás lo que habían visto, sin embargo tampoco los madereros consideraron las advertencias del cazador.
El les explico muy serio: “Este tigre blanco es inofensivo de día, pero en la noche se vuelve un negro carnicero y ataca a las personas, el diablo se le mete al cuerpo y ni las balas lo hieren, solo con una lanza se le puede hacer daño”.
Los madereros sueltos de risa le dijeron: “Tranquilo, ya veremos qué clase de mal es cuando venga a morir con nuestras balas”, “por estos cuentos que te asustan no vamos a salir corriendo con todos estos cedros y caobas que hemos encontrado, ¿verdad?”.
Al día siguiente el mitayero fue solo al monte para conseguir carne, se hizo con una maquisapa y tranquilamente volvió al campamento feliz por la buena presa que había cazado, pero al llegar vio los cuerpos desperdigados de los madereros por todos lados, sus rifles estaban al costado, al parecer habían sido usados.
Al comprobar el estado de los cuerpos se dio cuenta que estaban casi intactos salvo por unas heridas en el cuello, “esto lo hizo el yanapuma”, pensó, pues como el sabia, las marcas eran orificios de colmillos con los cuales les extrajo la sangre.
El mitayero sintió mucho la muerte de sus compañeros, pero después se puso en modo de alerta pues el yanapuma aun debía estar por las inmediaciones así que subió a un árbol cercano armado con una lanza afilada y ahí espero. La noche avanzaba silenciosamente mortal hasta que se escuchó en un algún lugar cercano el rugido del animal.
Del follaje emergió el Yanapuma oliendo en el aire a un humano aún con vida, quiso treparse en el árbol amenazante tomando por sorpresa al mitayero, este por un momento flaqueo pero sacando valor ataco al yanapuma atravesándolo con la lanza mientras este trepaba. Con un rugido que sacudió la selva cayó la bestia al costado del árbol.
Este pensó en bajar pero por seguridad espero un momento más porque tal vez no había acabado, “mejor aguardar”, pensó. Fue así que entre los arbustos Una Yanapuma hembra apareció, acercándose a su compañero muerto al pie del árbol y mirando hacia arriba con ojos llenos de furia intento subir para tomar venganza, pero el cazador estaba bien apostado y logro darle un ataque certero acabando con la criatura.
Espero un poco antes de bajar del árbol y mientras miraba los restos de sus compañeros pensó en esperar el amanecer para sepultarlos sin embargo se dio cuenta que estaba solo y lo mejor que podía hacer era no perder tiempo e ir a avisarle a los compañeros de otros campamentos cercanos que estaban a más de un día a pie de ahí, así que se puso en camino.
En la noche mientras avanzaba en la oscuridad le pareció escuchar las voces de los que habían muerto en el viento, al parecer se disculpaban por no haberle creído y solo le decían que contara a todo el mundo la desgracia que había caído sobre ellos para advertir a la gente.


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