EL
TUNCHE o Tunchi, como también es llamado en algunas partes de la selva peruana,
no es más que un espectro errante, un alma en pena. Por lo general, son
espíritus de personas que en vida fueron individuos perversos y que encontraron
la muerte de forma violenta. Pero también están aquellos espíritus que aunque
no fueron malos en vida han sido sorprendidos por la muerte en circunstancias
injustas o turbadoras, o se han suicidado, arrepintiéndose de su cobardía una
vez muertos, negándose a dejar este mundo y decididos a permanecer vagando
entre nosotros, lamentando su desgracia.
Muchos Tunches que deambulan por el monte son almas que no entienden lo que les ha ocurrido. No aceptaron su muerte y necesitan asimilar su destino, saldar una cuenta, o purificar su esencia para poder pasar al siguiente plano.
Muchos Tunches que deambulan por el monte son almas que no entienden lo que les ha ocurrido. No aceptaron su muerte y necesitan asimilar su destino, saldar una cuenta, o purificar su esencia para poder pasar al siguiente plano.
A estas ánimas se le podrían
denominar como “Almas blancas”, espectros que aunque asustan, no tienen como
objetivo hacer daño alguno, solo deambulan por los cantos de las trochas
silbando su dolor. Pero también están las almas negras, o los Tunches perversos
que son los causantes de los muchos sustos y hasta muertes de testigos que han
sido sorprendidos por sus horripilantes manifestaciones y se han llevado a cabo
en lugares desolados y caminos solitarios. Es a consecuencia de emociones como
la ira, dolor, rencor y otros trastornos violentos que la energía espiritual de
estos espectros se queda aferrada a este mundo. Los malos espíritus o tunches
negros, que no hay que confundir con el “Maligno”, son esos que en vez de
encontrar la paz en el proceso de su purgación y pasar del todo al otro plano
con ayuda de un auténtico arrepentimiento, simplemente se aferran más a sus
temores, iras, pasiones y vicios, terminando atrapados entre dos mundos, el de
los vivos y los muertos. Luego con el transcurso del tiempo su propia esencia
se vuelve negativa, hostil, territorial, sumamente pesada y peligrosa. De ahí
proviene la naturaleza de este espectro errante que se conduce como una sombra
entre el monte y sus ramajes, del que pena constantemente, del que causa miedo
con sus apariciones, creando caos y terror por los alrededores de las
comunidades selváticas. Su silbido, dicen algunos, no es más que el aterrador
grito de dolor y furia que profieren desde su propio plano, y que se filtra y
llega hasta nuestros oídos como un chiflido hiriente y estremecedor. Si alguien
imita aquel silbido, su muerte sería inevitable. Así que si algún día decides
internarte solo en el monte, siguiendo los recovecos desolados del camino para
llegar a tu destino, piénsalo dos veces y toma tus precauciones… Incluso, no
estaría de más acompañar tus pasos con alguna plegaria.
Carlos Velásquez Sánchez
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