domingo, 25 de septiembre de 2016

POR DIEZ SOLES

DARIO VASQUEZ SALDAÑA

Mi amigo Alejandro Rojas Sangama, me contó una anécdota sobre la creeencia en los brujos. Y salía todos los días en su caballo desde El Eslabón hasta Saposoa para estudiar la secundaria.
Su padre le decía: Hijo, no te olvides, en Piscoyacu, hay muchos brujos, especialmente ese que le llaman Ramón Shica vive en la calle principal, es un viejo pucacho y mutishco.
Si te cruzas con él, no permitas que te mire a la cara, porque si te mira a los ojos, se te hincharán los ojos, si te mira la barriga, te crecerá la barriga como la del Mañanero y si te mira más abajo, bueno, eso sí que será tu buena suerte.
Este hecho de brujería acaeció en la localidad de San José de Sisa.
En el año 1978, don Francisco Inga Chávez con su esposa y sus 07 hijos llegaron a San José de Sisa desde Jaén.
El lugar les pareció muy propicio para la agricultura y el comercio y decididos a prosperar se pusieron a trabajar la tierra de sol a sol.
Uno de mis hijos Róger Augusto, sin culminar la secundaria se dedica al comercio y a la ganadería y le sonrió la suerte.
Rebosante de salud y energías a sus 33 años ara ya millonario. Pero una noche se cayó de la cama dando convulsiones. Al día siguiente el Dr. que le atendió en el Hospital de Sisa, le dijo que era un desmayo pasajero debido al exceso de trabajo.
Amigo Róger – le dijo – diviértase un poco, deje a un lado la preocupación de sus negocios y verá que le hará mejor.
Doce días después, cae nuevamente con los mismos síntomas, pero esta vez ya no acude al Hospital, sino a un curandero del lugar.
Te han curado – don Róger – le dice- los desmayos se deben a la brujería que te han hecho.
Te haré un tratamiento a base de icaradas con humo de tabaco, purgas y pócimas de raíces, cortezas y semillas, hojas medicinales y una rigurosa dieta, nada de licor nada de carne, nada de manteca y nada de mujeres.
Pasaron semanas y ya no caía enfermo, lo que le hizo pensar que el tratamiento había dado resultados y el curandero le dijo: Róger, ya estás sano.
Pero el desengaño, vendría después de dos meses con un tercer desmayo, con los accesos que le daba en su casa, tienda, calle o donde estuviese y cuando recuperaba la conciencia no se acordaba de nada. Los familiares le convencen para que viaje a Lima para un tratamiento.
Después de los análisis, le recetan medicinas en el Hospital, porque estaba internado, pero no mejoraba su salud y regresa a Tarapoto y deja de tomar la medicina.
Las convulsiones continuaban y sus familiares le internan en la casa de la curandera Norma Ramírez en Tarapoto, quién lo desahucia después de tenerlo más de dos meses a punta de purgas, dietas e icaradas.
Le llevan a Sisa a un curandero llamado Rómulo, quién le repite la misma cantaleta, de que su enfermedad era brujería y seguía mal.
De nuevo le llevan a Lima y lo internan en el Hospital Guillermo Almenara por 18 días y le ordenan que le hagan tratamiento con un psicólogo, pero no mejoraba su salud.
Sus padres al borde de la desesperación le llevan hasta el Ecuador en busca de los mejores brujos.
Regresan a San José de Sisa y comienzan a llegar más famosos curanderos de las huaringas de Piura, Chiclayo y de Chota, todos le ofrecen curar su maleficio, pero solamente le sacaban plata.
Y sus familiares le salvan incluso de que se suicide y la familia comenzaron a rematar algunos de sus bienes para probar el último intento en la capital.
Regresan nuevamente a Sisa y sus hermanas le llevaron a un curandero llamado Sandro Papuche y le dijo: el daño que Ud. padece fue mandado a hacer por un amigo muy cercano a Ud. por envidia y ….
Señor – le interrumpió Róger Augusto, con firmeza y le dijo: Ese cuento lo vengo escuchando por más de un año y está a punto de volverme loco.
Los médicos no definen si soy un epiléptico o un desquiciado y los curanderos todos me dicen que estoy embrujado. Lo único que quiero saber es si me va a curar o no.
Sí se curará Señor – le dijo el curandero.
Entonces dígame que debo hacer: dietas, tomar o lo que fuere.
Le daré una lista de lo que necesito para preparar el antídoto, cuando tenga todo, venga de inmediato.
En la lista estaba un cuarto de kilo de azúcar blanca, un cuarto de kilo de maíz blanco. Medio kilo de rosas blancas, tres litros de gaseosa pero de color negro, media docena de limas puposapas y dos frascos de un perfume que costaba S/. 150.00 cada uno.
Al tercer día muy temprano, con todos los ingredientes en la mano fue donde el curandero.
Este después de preparar la pócima, le invitó una copa de este brebaje, luego puso sus manos sobre su cabeza cantando y rezando los páternoster para que el maleficio salga de su cuerpo enfermo.
Cuando de repente el brujo en trance : no hablaba, se tambaleaba y se convulsionaba, parecía que iba a caerse en cualquier momento.
Las hermanas de Róger acudieron en su apoyo, quién al reaccionar le dijo a su paciente: Acabo de expulsar la brujería de tu cuerpo, ya estás curado y con el remedio que sobram te bañarás en el centro de tu Coliseo de Gallos y deberás hacer que te alcance para rociar todo el alrededor del mismo.
Róger, todavía incrédulo ante tal anuncio, quería saber más, cual será la dieta que debería seguir y cuando volvería para la observación de su convalecencia.
-No tienes que hacer ninguna dieta – le dijo –el curandero – Coma, beba, haz tu vida con toda normalidad de antes, Claro todo exceso es dañino.
El daño que te han hecho ya no está en tu cuerpo, estás curado y no hay necesidad de que regreses.
Si mi hermano ya está curado ¿ Cuánto le debemos por la curación? Preguntó una de las hermanas, disimulando su incredulidad y recelando de que este curandero les está engañando-
-Diez soles – fue la respuesta. Su hermano ha sufrido mucho solo por ser un exitoso comerciante. Tan pronto lo ví, supe que podía curarlo.
Al regresar a San José de Sisa, Róger sintió como si su alma hubiese vuelto de nuevo a su cuerpo maltrecho, experimentó un cambio total en su razonamiento, volvió a pensar en sus hijos, en su esposa y en su familia, o sea, pensó de nuevo en el futuro.
Hoy ha vuelto a conducir sus negocios y mejor que antes y hace años que no le ataca ni siquiera la quicha o un simple resfriado.






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