( Armando Ayarza Uyaco )
Nunca
sentí tanto dolor en el pecho, cuando me entere que había huido con otro y pensé
en quitarme la vida, pero me detuve al pensar en mis dos hijitos que se
quedarían huérfanos de padre y madre, porque ella nos había abandonado por el
amor de otro hombre.
Mi
abuela dijo: “Es mas mujer que madre”. Llore toda la noche y me pase llorando
por más de una semana, la vida no me importaba sin ella, la amaba, pero quería
odiarla, desde ese momento soñaba que la tenía entre mis manos y le clavaba
puñaladas por los años que me hizo perder junto a ella.
Quería
tenerle frente a frente y maldecirla, decirle mujerzuela, demonia , perra,
maldita, quería odiarla.
-La
han curado a tu mujer para que enloquezca y huya asi por amor a otro, la han
curado – me dijo mi abuela, ocultando su tristeza.
-¿
Que le habrán dado de tomar a tu pobre mujer? ¿Cuándo le habrán dado? Porque ella difícil salía de casa, era una
mujer hogareña y para que de la noche a la mañana se haya largado con otro-
decía mi madre, también con un rencor a escondidas.
Orlando
Ampush le decía: Ya no estés pensando mas en esa mujer, ya habrá llegado a San
Lorenzo y de ahí con su nuevo marido habrán viajado a Lagunas y de ahí a
Yurimaguas, lejos ya está la condenada, me decía mi madre.
-Hijo,
ya deja de estar sufriendo y vete a buscar a tu abuelo.
El
hará regresar a Neitza en menos que canta un gallo, me dijo mi madre.
-¿
Y cómo la hará regresar si ella ya están tan lejos?
-´Para
el canto del amor no hay nada imposible, tu abuelo sabe ese canto, pero solo lo
canta en casos necesarios. Vete a buscarle, si es que quieres que tu mujer
regrese.
Hacia
un mes mi abuelo estaba dietando en una cocha que tenia madre, por lo que nadie
se acercaba para pescar en ella. Esto de dietar lo hacia una vez al año.
Quiero
que regrese no me voy a arrepentir, la voy a perdonar a pesar de todo lo que me
está haciendo.
No
es solo por mí, también es por mis hijos, le dije a mi abuelo.
Este
me hizo dietar, purgar tres días, nada de sal, nada de ají, nada de chancho,
nada de sexo y luego me hizo jurar que no la iba a matar, ni hacerle daño
alguno, una vez que la tenga en mis manos, luego no espero nada y se puso a
cantar.
-Neitza
escúchame, te estoy llamando en mis sueños, te busco en los lugares mas
profundos de tu ser.
Estas
aquí, amor mío, ámame como yo te amo, ilusiona mi vida, alumbra mi camino como la luna me guía en mis
noches más oscuras.
Escucha
como murmura el rio y siente como mi voz penetra en tu cabeza. Tu recuerdo moja
mi piel y siento el palpitar de tu aliento.
Escucha
como mi amor te llama, escucha el canto del amor y vuelve a mis brazos, amor mío.
La
voz de mi abuelo se perdía en lo mas profundo de mi alma y en lo mas recóndito
de la selva.
Cuando
lavaba mi ropa en la huerta en Lamas , vi que un tucán (pinsha) se posaba en
las ramas de un árbol de palta y empezó a cantar, su canto era tu voz triste
que me llamaba y empecé a llora por ti y por mis hijos.
Sentí
enloquecer, quería verte desesperadamente y regrese por el mismo camino.
Y
aquí estoy Orlando Ampush para que tu decidas que hacer conmigo, me dijo Neitza
a los tres días que mi abuelo le canto la canción del amor en plena selva,
cuando ya estaba perdiendo la esperanza de amarla como la primera vez.
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