( Armando Ayarza Uyaco )
Una
madrugada caminando entre Sachapapa y Nueva Esperanza, cruzaba el camino un
pelejo con su lento andar, como si calculara el mas mínimo de sus movimientos.
Nos habíamos
pasado tomando y bailando toda la noche por el Aniversario de la Comunidad de
Sachapapa y vimos al pelejo con su paso de caminar lento y cuando nos sintió,
se detuvo a observarnos con sus ojos de niño, de humano, porque cuando un
pelejo te mira , parece que et estuviera mirando una persona.
¡Muévete
pelejo Alejo, muévete Alejo!. Carajo que te muevas te he dicho.
El animal
ni se inmutaba, nos seguía mirando como si tratara de reclamarnos algo.
Mariano,
al ver que el pelejo no le hacia caso, se acerco enojado y le lanzo un puntapié
en el abdomen.
¡ Hum,
hum,hum! Escuche el quejido del pelejo.
No le
ataques así a ese pobre animal, no nos está haciendo nada, nosotros mas bien
estamos interrumpiendo su caminar. Además es uno de los animales mas pasivos de
la selva y hasta se podría decir uno de los mas “zonzos” – le dije.
¡ Hum ,
hum, hum! Otra vez escuche el quejido.
Parece que
mis palabras le dolieron mas que la patada de Mariano Gochiva Mativa.
¿Te vas a
mover o no? Y otra vez otro puntapié en el abdomen y otra vez los quejidos como de un ser
humano.
Ya deja de
patearle, insistí.
Odio a
todos los pelejos, sobre todo a aquellos que se interponen en mi camino y a
todos los que cutipan a los llullitos recién naciditos y les hacen nacer con su
misma cara y pereza.
Estos
cutipadores de niños…y se preparo para lanzarle otro puntapié, el pelejo esta
vez no lo espero, se paro sobre sus patas traseras, se encrespo y no miro
desafiante, con ojos de odio y de rabia y cuando la patada le iba a alcanzar,
abrió las patas delanteras y lo abrazo, aferrándose a la pierna de Mariano.
Este
empezó a tambalearse, perdió el equilibrio y cayo de pecho en un matorral de
putu – putu (planta que te da comezón en todo el cuerpo cuando su polen te
alcanza).
Empezó una
lucha descomunal entre el pelejo y Mariano, quien pateaba desesperadamente,
buscando zafarse de las garras del perezoso, el pelejo le seguía aprisionando
mas las piernas con una fuerza de diez hombres.
Yo sabia
que solo no iba a poder librar a Mariano, asi que empecé a correr a Sachapapa
en busca de ayuda.
Hombres,
niños y mujeres me siguieron para auxiliar a Mariano y librarlo de las garras
del pelejo.
¿Para eso,
ya pues nos llamas, para pelear contra un pelejito? ¿Un pelejito le derribo
entre el putu – putu? ¿ Un pelejito le está haciendo sangrar la pierna? Un
pelejito ja, ja, ja, ja , que dañado es este Mariano Gochima, Y todos en
realidad empezaron a burlarse Mariano.
Cuando el
pelejo observo que todos se burlaban de Mariano y comprobó que estaba mas que
asustado, arrepentido y que le había pasado la borrachera por el susto,
lentamente, lentamente dejo de presionar la pierna de su enemigo, nos miro con
su mirada de compasión y desprecio a la vez y con su lento caminar y su cara de
niño, se perdió en la espesura de la selva en dirección al rio Yurapaga que
desemboca en el rio Apaya y de ahí al rio Marañón.
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