LIBRO :EL GALLO CARIOCO - HERNAN FONSECA DEL
CASTILLO
Una
noticia conmociono la conciencia del pueblo, el asesinato de don Abigail Solsol
más conocido como “ABICO”, cuando viajaba a la ciudad de Saposoa, crimen
perpetrado por un tal Víctor Utia, capataz de la Hacienda Capirona, propiedad
del difunto.
Víctor
Utia, era un malvado, trataba a los peones como esclavos, era de carácter agresivo
y aparentemente fiel a su amo.
Un peón
había descubierto la venta a escondidas de dos reses por parte de Utia, pero
este por temor engaño a su patrón de que se había perdido y que era necesario
investigar.
Don
Abico se dedicó a visitar los pueblos para investigar y puso la denuncia
correspondiente en los cuerpos de gendarmería de los pueblitos de Huayranga,
Huicunguillo, Vistoso y La Floresta.
Después
de dos sermones, el gendarme Glorioso Cumapa descubrió que el Director Manuel
“Amor de Madre” había comprado dos reses y que se encontraba en los pastizales
de Vistoso, colindante con la Hacienda Capirona.
Al día
siguiente Don Abico en un brioso corcel se dirigió a Vistoso.
Antes paso
por una chacra, donde un grupo de muchachos al reconocerlo y sabedores de su
antiaprismo, le gritaron ¡ Viva el APRA!.
Llego a
Vistoso y reconoció a sus dos reses,
increpo al Director Manuel “Amor de Madre” por ser cómplice del robo y que le
denunciara penalmente para su escarmiento.
Don
Abico le solicito la devolución de las dos reses robadas y el Director se
defendió diciéndole que las había comprado de Víctor Utia, creyendo que tenía
la autorización del dueño y que había prestado plata a su colega Silvio
Delgadillo “Gorgojo” que le devolviera los S/. 300.00 que había pagado por los
animales.
Don
Abico le responde: Tú has hecho trato con Victor Utia, el que te devuelva el
dinero, yo no.
Tu que
eres un maestro ¿Qué enseñas a los alumnos? ¿Qué valores y que principios?,
eres un verdadero zonzo que compras ganado robado y además te juntas y haces
trato con ese “marica” de Gorgojo, que es la vergüenza del pueblo y la burla de
los propios alumnos.
Y no te
preocupes maestro, Víctor Utia será castigado antes ir a la cárcel y te
devolverá el dinero.
Don
Abico, ya en su Hacienda de Capirona, ordeno a su capataz que preparara dos
garrafones de aguardiente para vender en la ciudad de Saposoa y que lo
acompañara en su viaje.
Víctor
Utia se dio cuenta de las intenciones de su patrón, ya que su amo había
regresado con las dos reses que él había vendido días antes a Manuel “Amor de
Madre”.
Que no
le increpara nada y que le ordene acompañarlo a la ciudad de Saposoa para
acusarle de robo.
Víctor
Utia tuvo miedo, su cuerpo temblaba y tenía el rostro pálido, sufría, lloraba y
se arrepentía de haber vendido esos animales ajenos, era un vulgar ladrón, se
lamentaba y maldecía a Manuel “Amor de Madre”.
Y tomo
una decisión y la mantuvo en secreto, cambio su carácter, el simulo estar
alegre para satisfacer los deseos de su patrón y de esta manera, no se diera
cuenta de sus intenciones.
Y en su
cintura y por debajo de su camisa y pantalón, escondió un machete con mucho
filo.
Preparo
los dos garrafones de aguardiente de aguardiente, ensillo al caballo más lento
y manso.
Cuando
rodo estuvo listo, se presentó ante su amo, para decirle que debían partir.
En el
trayecto a Saposoa, Don Abico iba montado en el caballo que transportaba la carga.
En el
camino había mucho fango por lo que el recorrido se hizo más lento.
Utia se
acordaba de la prepotencia de su patrón, de la miseria que les pagaba, de cómo
les hacía dormir en el suelo como los animales, los pies siempre descalzos,
todos los trabajadores desnutridos, sin conocimiento de lo que es una atención
médica, pero que con sus trabajos enriquecían a don Abico.
Este
hacia alarde de su riqueza, de su poder con las autoridades, de la gran
cantidad de ganado que poseía, de su hacienda enorme y también de unos baúles
repletos de oro y plata, libras esterlinas y libras peruanas, con todo esto se
sentía el hombre más poderoso de la tierra.
Sin
embargo, ayudaba con fuertes cantidades de dinero a la reconstrucción de la
Iglesia de Saposoa, cuyas paredes tenían mas de dos metros de ancho de tierra.
Compraba
efigies de santos enormes pesados, unos de madera tallada y otros de cerámica
que los hacia traer de la ciudad de Huamanga.
Los
viajeros (Abico y Utia) seguían su camino en un silencio sepulcral, la hora y
el lugar se aproximaba, faltaba aproximadamente 15 kms. Para llegar a Saposoa.
Llegaron
a una zanja e ingresaron a pasos lentos y Victor Utia saco el machete que
llevaba escondido, dio un salto y subio a una piedra grande, levanto el machete
y lo dirigió con fuerza hacia la nuca de su amo, los machetazos se
multiplicaron a diestra y siniestra.
El
cuerpo cayó rígido, sin vida al riachuelo en la zanja y se tiño de sangre.
El
caballo relinchando levanto sus patas delanteras y con sus movimientos bruscos
derribo los dos garrafones de aguardiente.
Luego el
asesino se encamino rumbo al pueblo de Saposoa, como si nada hubiera pasado.
Algunos
viajeros al entrar a la zanja vieron al muerto tendido en el riachuelo,
gritaron de horror y cuando
identificaron el cadáver del personaje mas poderoso y conocido de la región,
quedaron asombrados.
El encargado
de denunciar el horrendo crimen ante la gendarmería fue Otoniel Alegria quien
rindió su manifestación llorando con palabras incoherentes, trataba de narrar
lo que había visto.
El
gendarme Glorioso Cumapa fue designado para realizar las investigaciones y dar
con el culpable o culpables lo mas pronto posible.
En
primer lugar acudió al lugar de los hechos acompañado de un Juez de Paz para
levantar el cadáver, trasladándolo al pueblo,. Realizar la autopsia, el velorio
y el entierro.
En las
investigaciones descubrieron que del total de personas que habían llegado a la
ciudad, el dia del crimen de Don Abico, el único que asistió al velorio fue Víctor
Utia, quien expresaba el dolor que sentía por la muerte de su amo y lloraba
derramando manantiales de lágrimas.
La
asistencia del pueblo al velorio fue multitudinario y el padre Marcelino se
encargó de dirigir los rezos y canticos apropiados de la ocasión y
transmitidos las 24 horas, los restos
mortales de Don Abico fueron trasladados en hombros al cementerio de la ciudad,
seguidos de una multitud que expresaban su dolor.
El
gendarme Glorioso Cumapa dejo para la última manifestación al principal
sospechoso Víctor Utia y lo comenzó a interrogar.
-Dime Víctor
¿Porque mataste a Don Abigail ?
-Yo no
he sido y le pido que encuentre al culpable para que reciba el castigo que la
ley establece y no tenía razones para cometer un crimen, mas aun tratándose de
mi patrón tan bueno y generoso.
-Si eso
es así, ¿ Porque robabas el ganado de tu patrón y lo vendías al Director Manuel
“Amor de Madre”. No sabes que eso es delito y que puedes ir a la cárcel y pasar
muchos años en ella?
-Los animales que vendía lo hacía por orden de mi
patrón, lo cual no constituye delito alguno .
-¿Y porque
Don Abigail estuvo buscando su ganado en diferentes pueblos y lo encontró en
Vistoso en poder de Manuel “Amor de Madre” y lo devolvió los animales a su legítimo
dueño Don Abigail.
-Seguramente
“Amor de Madre” realizo el robo y para salir del apuro dijo que yo se les había
vendido.
Bien
quiero que me digas ¿Porque cometiste el crimen? Y si no colaboras corres el
riesgo de ser condenado a la pena de muerte. Piénsalo bien. ¿Qué prefieres? Y
lo condujeron al calabozo debidamente esposado.
Al dia
siguiente, Utia fue llevado al despacho del gendarme para otro interrogatorio
porque Víctor Utia estaba ya acorralado.
Se había
previsto la confrontación con Manuel “Amor de Madre” quien días antes había
confesado haber comprado ganado a Victor Utia, no una, sino muchas veces.
Utia al
ver al comprador del ganado robado en la gendarmería, manifestó que tenia
fuertes dolores de cabeza y de estómago, solicitando la atención inmediata de
un curandero, porque no había medico.
La
curandera escogida para el tratamiento del reo, doña Adela Vergara, famosa por
sus curaciones de personas desahuciadas.
Entonces
le dijo : Tú te estas burlando de la autoridad y de mi profesión, eres un
embustero y un cínico por que no tienes nada.
Que Dios
te perdone y por favor colabora con la justicia diciendo la verdad.
Por
favor, al salir, dígale al gendarme Cumapa que quiero hablar con el.
El
gendarme al enterarse del pedido del acusado, pensó que este se encontraba
desesperado.
El
acusado al no recibir ninguna información sobre su pedido, para llamar la
atención, empezó a gritar, pronunciando el nombre de Glorioso Cumapa.
Lloraba
a gritos, pedía la muerte, golpeaba su cabeza contra la pared hasta que perdió
el conocimiento y de su boca comenzó a salir abundante espuma como perro
rabioso.
Más
tarde el gendarme Cumapa ordeno que condujeran a su despacho a Víctor Utia y le
pregunto: ¿Por qué mataste a don Abigail Solsol?.
Contesta
y solo di la verdad.
-Si, yo
mate a mi patrón. Lo hice porque no quería ir a la cárcel. El había descubierto
que yo vendía sus animales y de la Hacienda me estaba llevando al pueblo para
entregarme a las autoridades y eso no lo iba a permitir.
¿Los
cortes que le hiciste a tu patrón fueron con un cuchillo?
No,
fueron con un machete con mucho filo, el cual escondí entre la camisa y el
pantalón en la parte posterior de mi cuerpo, para que mi patrón no se diera
cuenta.
-¿Si tu
tenias miedo a la cárcel porque cometías el delito de robar ganado?
Lo hacía
por necesidad, pues el patrón casi no nos pagaba y nos hacía trabajar todo el día,
nos gritaba, nos insultaba y nos castigaba con palos.
¿Cuántos
bovinos vendiste a Manuel “Amor de Madre?.
La
verdad no he llevado la cuenta, pero calculo que podrían llegar a cien.
¿Cómo es
que tu patrón no se dio cuenta?
La
compra venta se realizaba en las noches y como había una gran cantidad de
animales no se daba cuenta.
¿ Y cómo
se dio cuenta tu patrón?
Alguien
ha tenido que pasarle la voz a mi patrón. Pudo haber sido el maestro “Gorgojo”,
ya que con “Amor de Madre” son homosexuales y eso es despreciable que ser
criminal.
¿Y
porque asesinaste a tu patrón en la “zanja de Abico”?
Era el
lugar ideal para no ser descubierto, pues por ahí no pasa gente, porque pasan
de frente y por un puente de palos cruzan la zanja.
Y los
caballos tienen que hacer un rodeo, aproveche el silencio y la soledad para
asestarle el golpe mortal con el machete.
Y ahora
estoy verdaderamente arrepentido y no deseo a nadie lo que ahora me esta
pasando. Que se me apliquen las leyes por este delito.
El
gendarme le dijo: mañana realizaremos la reconstrucción en el lugar de los
hechos.
El
gendarme Cumapa, antes de retirarse ordeno que buscaran al mismo caballo en la
que cabalgo el occiso antes de morir y que construyeran un machete semejante al
que utilizo Víctor Utia, pero de cartón.
Al día siguiente
las autoridades y el reo se dirigieron a la “Zanja de Abico” para la
reconstrucción de los hechos.
Adelante
iba el gendarme Dionicio Barrera montado en el mismo caballo, llevaba una
vestimenta casi igual a la de Don Abico. Llegaron a la zanja y empezó la
reconstrucción.
Víctor
Utia entes de asestar el golpe, salto a una piedra grande y desde allí lanzo el
primer machetazo, que fue amortiguado por el sombrero, es entonces cuando Don
Abigail le dijo con voz balbuceante: ¿Porque me matas?, pero el seguía
recibiendo más machetazos en la nuca, quien no pudo defenderse, porque el
ataque fue sorpresivo y brutal.
Su
cuerpo cayó pesadamente al riachuelo sin vida.
La
victima solo se defendió cuando recibió el primer machetazo e incluso logro
arañarlo con fuerza en la parte posterior de la oreja izquierda.
La
autoridad se acerco y mostro las huellas de los arañazos que aun eran
evidentes.
Y las
autoridades con la satisfacción del deber cumplido y constatando la
culpabilidad de Victor Utia retornaron a la ciudad.
El
gendarme Cumapa en el terreno pensaba que Don Abigail no había presentado
denuncia contra Manuel “Amor de Madre” y Silvio Delgadillo “Gorgojo” y ordeno
al detención de estos sujetos infractores de la ley, la moral y las buenas
costumbres.
El
gendarme Dionicio Barrera se dirigio rumbo a Vistoso, con la decidida intención
de cumplir la orden de su superior.
Y no
tuvo ningún inconveniente para capturar a Manuel “Amor de Madre”, en cambio
“Gorgojo”, se puso agresivo y grosero enfrentándose al gendarme, gritaba e
insultaba con un lenguaje impropio de un maestro.
El
gendarme Barrera, sin mayor dificultad logro colocar en sus manos las esposas.
Los
detenidos fueron paseados por todo el pueblo de Saposoa, con las manos
esposadas y amarradas a un caballo para que no escapen y los introdujeron a un
sucio calabozo en condición de incomunicados.
Víctor
Utia fue enviado con el atestado correspondiente a Moyobamba, para ser juzgado
por las autoridades del Poder Judicial.
Ese
traslado se hizo en una de las balsas que transportaba ganado, pues no había
carreteras.
Se inició
el viaje con signos de riesgo, el conductor de la balsa era uno de los más
experimentados, el famoso Linorio Vásquez Pinedo, remero que nunca había
naufragado y siempre salía airoso de las situaciones mas difíciles.
El día
era lluvioso y el caudal de las aguas aumentaba peligrosamente arrastrando
troncos de arboles, enormes piedras se escondían en el color rojo y oscuro del
rio.
El
gendarme Barrera en previsión de cualquier desgracia, amarro con un cordel
resistente de la cintura de Víctor Utia a uno de los palos de la balsa, cuando
de pronto la balsa se incrusto violentamente en las rocas.
Los
palos de la balsa se rompieron en pedazos, el ganado se ahogo tragados por las
aguas violentas del rio.
Pero
hubo un milagro, pues el gendarme Barrera como Víctor Utia se salvaron por
haber estado amarrados al palo de la balsa y fueron rescatados por unos
pescadores, quienes les dieron los primeros auxilios, ropa seca y alimentos.
Luego
les condujeron a un lugar donde los náufragos podían continuar por un camino de
herradura hacia la capital Moyobamba.
El
gendarme Barrera y el inculpado continuaron caminando y se dieron cuenta de que
no contaban con el atestado y entonces que documentos era lo que iba a
presentar a las autoridades judiciales.
Caminaron
durante 15 días, pasando una serie de peripecias y llegaron a Moyobamba.
Víctor
Utia quedo detenido en el cuerpo de gendarmería, en espera de la llegada del
atestado que ya había solicitado a Saposoa.
Antes de
regresar, el gendarme Barrera solicito uniforme completo y viáticos para
emprender el regreso a Saposoa.
Mientras
que familiares cercanos y lejanos del
occiso Abigail Solsol, saquearon la mansión donde antes vivía el recordado
magnate.
En un
cuarto con puertas de madera maciza encontraron baúles repletos con objetos y
barras de oro y plata, libras esterlinas y libras peruanas, así como monedas de
nueve decimos.
Los
familiares como gallinazos hambrientos ingresaron a la suntuosa casa portando
hachas, llaves y ganzúas, con los cuales rompieron las puertas y se apoderaron
de todas la riquezas.
Después
de un tiempo, personas que siempre habían vivo en la miseria aparecieron con
enormes tiendas en un pueblo pequeño.
La gente
siempre hacían comentarios respecto a los nuevos ricos y después de algunos
años, las tiendas de los nuevos ricos desaparecieron, quebraron y se fueron a
la banca rota, a la quiebra y ruina total.
Otro
hecho que sorprendió a la opinión pública fue el abigeato masivo de la Hacienda
Capirona , esta vez por parte del pueblo de Vistoso, portando sogas y cordeles
se dirigieron a la Hacienda y agarraron a los animales.
Algunas
personas ya tenían sus balsas preparadas para transportar a los animales a
otros lugares distantes, otros los escondieron en lugares distantes, en
pastizales o simplemente en los montes.
Manos
extrañas incendiaron la Hacienda, se rumoreaba que allí estaban las manos
oscuras y tenebrosas del Director Manuel “Amor de Madre” y del maestro Silvio
Delgadillo “Gorgojo”.
Sin
embargo en las investigaciones no se pudo probar dichos rumores.
A manera
de Fuente Ovejuna, todos dijeron que el pueblo lo hizo y nadie pudo
responsabilizar ni individualizar a los autores del delito.
Se supo algo de los familiares de Abigail Sol Sol? Hijos o hijas?
ResponderEliminarMi nombre es Ramiro Solsol Conde, soy bisnieto de don Abigail Solsol, nieto de su hijo Antonio Solsol Veintimilla e hijo de Francisco Solsol Saldaña.
ResponderEliminarMi nombre es Ramiro Solsol Conde, soy bisnieto de don Abigail Solsol, nieto de su hijo Antonio Solsol Veintimilla e hijo de Francisco Solsol Saldaña.
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