1.-Hasta
ahora cuenta una mujer, ya anciana, lo que le sucedió cuando lavaba ropa en las
aguas provenientes del puquio que existe en Chontapaccha.
Dice
esta señora que hace muchos años, cuando era todavía joven, se ganaba
la vida lavando la ropa de varias familias de Cajamarca.
la vida lavando la ropa de varias familias de Cajamarca.
Con el
objeto de ganar sitio y tiempo, esta señora se dirigía siempre al puquio que
queda en la bajada de Chontapaccha, como a las cuatro de la mañana,
alumbrándose con su linterna de querosene. Pero una vez, equivocándose de hora,
se fue más temprano. Serían más o menos las dos de la mañana cuando llegó al
puquio y bajó su "quipe". Ya había comenzado a remojar la ropa
cuando, con gran sorpresa, vio que un bulto salía del puquio, el mismo que
tumbándola practicó con ella el acto sexual, no obstante los gritos
que daba y la resistencia que opuso. Desde entonces, por las noches, el mismo bulto entraba a su casa y subiéndose a la tarima en donde dormía volvía a practicar el acto sexual, sin que ella ni su marido pudieran oponerse.
Como resultado de estas relaciones, a los nueve meses dio a luz un muchacho deforme, con la cabeza parecida al del chancho, el mismo que felizmente al poco tiempo murió. Después del alumbramiento, volvió el bulto, y
el marido escuchaba en forma muy clara cuando la poseía sexualmente.
que daba y la resistencia que opuso. Desde entonces, por las noches, el mismo bulto entraba a su casa y subiéndose a la tarima en donde dormía volvía a practicar el acto sexual, sin que ella ni su marido pudieran oponerse.
Como resultado de estas relaciones, a los nueve meses dio a luz un muchacho deforme, con la cabeza parecida al del chancho, el mismo que felizmente al poco tiempo murió. Después del alumbramiento, volvió el bulto, y
el marido escuchaba en forma muy clara cuando la poseía sexualmente.
De tales
hechos dio cuenta a una su comadre, quien le aconsejó que echara agua bendita a
la casa y colocara en la cabecera de la cama una cruz de acero, como que en
efecto lo hizo, con lo que desapareció definitivamente el �duende del puquio.
2.-(Relato de Manuel Carrasco)
Se
trataba de una mujer muy hermosa que se dedicaba a lavar ropa de sus clientes
en el puquio de Chontapaccha, al que acudía de madrugada, circunstancia que
aprovechaba un muchacho muy blanco y rubio, que aparecía
misteriosamente para requerirla de amores, a lo que, después de muchas insistencias, accedió. Una de esas madrugadas, el hombre la invitó a que se bañaran en el puquio. Pero cuando ambos ingresaron al agua, la mujer desapareció.
misteriosamente para requerirla de amores, a lo que, después de muchas insistencias, accedió. Una de esas madrugadas, el hombre la invitó a que se bañaran en el puquio. Pero cuando ambos ingresaron al agua, la mujer desapareció.
Sus
familiares, preocupados por su prolongada ausencia, comenzaron a buscarla
afanosamente, preguntando por ella en diversos sitios. Cuando ya habían perdido
toda esperanza, una campesina les informó que la había visto llorando de noche
en la laguna de Chamis.
Los parientes se constituyeron al indicado lugar, y después de
esperar por algunas noches, en una de ellas, de Luna llena, escucharon el
llanto. Entonces, se dirigieron al lugar de su procedencia y encontraron a la
desaparecida medio enajenada, sentada a la
orilla de la laguna, llorando muy tristemente.
Por la fuerza la condujeron a su domicilio, en donde la hicieron santiguar por un curioso, después de lo cual recobró su lucidez y pudo contarles que el duende la había conducido desde Chontapaccha hasta la laguna, a través de un túnel que comunica ambos lugares. Al poco tiempo, la mujer cayó enferma, y sin que nada pudieran hacer los brujos, finalmente murió.
orilla de la laguna, llorando muy tristemente.
Por la fuerza la condujeron a su domicilio, en donde la hicieron santiguar por un curioso, después de lo cual recobró su lucidez y pudo contarles que el duende la había conducido desde Chontapaccha hasta la laguna, a través de un túnel que comunica ambos lugares. Al poco tiempo, la mujer cayó enferma, y sin que nada pudieran hacer los brujos, finalmente murió.
CarlosVelásquezSánchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario