(Francisco Izquierdo Ríos)
Había
en la selva, arriba del río una ciudad más grande y bonita y que ahora se halla
sepultada por una inmensa laguna.
En
el centro de la laguna hay un enorme ojo negro, en la orilla un toro de oro que
brama sin cesar y al otro lado una chozita de paja que echa humo todos los días
y todas las noches, donde vivía una vieja bruja.
Nadie
ha podido ni puede llegar a ese lugar, solo una vez un cazador llamado José
Milín llegó hasta los bosques de afuera y cuando estaba mirando ese sitio
mágico se desató de pronto una fuerte tempestad con rayos, truenos, viento y
lluvia, la selva se oscureció completamente y José Milín a duras penas
consiguió regresar al pueblo y murió a los pocos días.
La
laguna es blanca como la luna, antes había allí una hermosa ciudad con grandes
edificios y huertas frutales o sea era un paraíso.
Los
animales domésticos cuando tenía hambre pedían que comer a sus dueños, los
pavos y las gallinas gritaba; ¡Quiero maíz!
¡Quiero maíz! y los gatos decían ¡Quiero carne! ‘Quiero carne!.
Los
monos salían del bosque y voluntariamente se prestaban a mover los tornos para
que las ancianas hilaran algodón.
Y
dándoles de comer bien les despedían al anochecer.
Todo
era felicidad en la antigua Saposoa, nadie tenía rencor a nadie y nadie hacía
daño a nadie.
Una
de esas tranquilas mañanas apareció en la ciudad un hombre extraño, alto, con
el brazo derecho más largo que el otro y la pierna izquierda más larga que la
otra.
Estaba
vestido de fierro negro de pies a cabeza y solo se le veían los ojos.
Con
una espada roja en la mano más larga se paseaba por la ciudad llenando de
pánico a la gente.
Un
hombre que se le acercó, de un solo tajo le cortó la cabeza.
Dormía
en una cueva a las orillas del río donde guardaba encadenada y desnuda a una
mujer blanca como la espuma.
La
gente creyéndolo demonio, huyó de la noche a la mañana y fue a establecerse en
otro lugar.
La
ciudad fue sepultada por una inmensa laguna en cuyo centro hay un enorme ojo
negro, en la orilla situada al norte un toro de oro y en la otra orilla una
chozita de paja que echa humo todos los días y todas las noches donde vive una
vieja bruja.
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