martes, 12 de febrero de 2019

JACOBO RONCO


                (Francisco Izquierdo Ríos)
Jacobo Ronco era un muchacho alegre y llevaba mil soles en plata contante y sonante para el Alcalde de Bagua Chica por encargo del Alcalde de Bagua Grande.
Arreando su caballo que cargaba la alforja de la plata iba por el camino con un fuerte sol del mediodía.
De prono le llama la atención algo que se movía a lo lejos. ¡Era un tigre o un puma?
Jacobo siguió adelante y vio que era n puma comiendo un venado en el medio del camino ¿ Qué hacer? , el puma comenzó a gruñir amenazante,  Jacobo no tenía un arma de fuego, solo un puñal.
Amarro el caballo a un árbol y puñal en mano se acercó al puma, gritando ¡ Ven animal feroz , a pelear conmigo.
¡Ven bigotudo cobarde!
Ante esta valiente actitud, el puma huyó con el rabo entre las piernas como un manso gatito, Jacobo  lo persiguió arrojándole piedras y gritando.
Desaparecido el puma en la vasta llanura regresó ronco y sin demora colocó el venado sobre su caballo.
Jacobo muy alegre continuó su viaje a Bagua Chica, porqué además de los mil soles, llevaba un hermoso venado.
En otra ocasión Jacobo Ronco andaba de caza siempre por las llanuras asoleadas de Bagua, cuando de pronto distinguió a dos osos.
Los osos macho y hembra comían los frutos de un algarrobo-
Jacobo pudo alejarse pero impulsado  por su espíritu aventurero y temerario se aproximó a los osos y disparó al macho, hiriéndolo en el corazón y cayó muerto al lado de su compañera.
La osa reaccionó y mirando a su alrededor descubrió a Jacobo detrás de una piedra quién quería poner más cartuchos a su escopeta.
La osa se lanzó veloz contra el atrevido muchacho, Jacobo quiso defenderse con la escopeta desarmada, pero la osa se la quitó y la rompió en pedazos, luego derriba a Jacobo y se subió sobre él.
Jacobo no era de aquellos que pierden la serenidad ante el peligro.
Después que le pasó el aturdimiento optó por hacerse el muerto, cerró los ojos y contuvo la respiración cuanto pudo.
La osa se bajó de él y sentó a su cabecera para comprobar si efectivamente estaba muerto, le ponía una de sus patas en la nariz, le palpaba, le olía, levantaba los párpados.
Engañada la osa por el astuto Jacobo, se descuidó un momento lo que aprovechó este para sacar su famoso puñal y le clavó en el vientre de la osa.
El puñal se hundió hasta el mango, echó a correr mientras la osa trataba de sacar el puñal de su cuerpo.
Jacobo llegó a Bagua Grande al anochecer sin más novedad que la pérdida de su puñal y escopeta.
Cuando en el pueblo supieron su hazaña, los hombres fueron a traer a los osos, cuyas pieles Jacobo lo conserva como unos recuerdos colgados en las paredes de su pequeño cuarto

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