Lo vimos en la orilla del rio. Llegamos de la
chacra llevando plátanos y leña para toda la semana. Mi madre siempre nos
recomendaba llevar trozos de capirona, porque es la mejor leña, sale buen
carbón y arde muy bien. No vayan a traer yanavarillas, porque parecerían
shicapas. Si traen plátanos, que sean los más gordos. Si no hay bellaco,
traigan mameluco, no tiene pupo. Me traen cinco pupos de plátano para comer y
si hallan ahuihuas, tráiganlos, los comeremos volteados. Callamba también,
búsquenme hijos.
Y cuando bajábamos del bote motor, ese
meditabundo hombre nos dijo : Jovencitos, me podrían regalar unos cuantos
maduritos.
-Cójalos, nomás buen hombre, eso es lo que más
abunda en nuestra chacra.
-Por algún caso ¿ Tal vez necesitan un
trabajador para su chacra? Nos preguntó.
-Sí, señor- le conteste. Pero tiene que
hablar con mi padre, ahorita viene.
Y de esta manera comenzó a trabajar con
nosotros. Se llamaba Leovigildo y venia de Pataz en busca de nuevos horizontes.
Podía faltarle cualquier cosa menos su coca y paraba chacchando.
Y un día Leovigildo le pidió a mi papa que desistiera del viaje que iba a
hacer llevando frejol en su balsa a vender en Juanjui.
-No vayas patroncito, mi coca amargo anoche y
me dijo que te iba a ir mal. Accidente vas a tener en viaje. Malo, malo el
tiempo.
-Ja, ja, ja , que inocente eres Leovigildo,
creer yo en esas cosas, no faltaba más, dijo mi padre.
-Cierto patroncito, coquita no miente, vas a
ver.
Y mi padre acompañado de dos bogas, sin hacer
caso a las advertencias de Leovigildo, emprendió viaje en su balsa. Fuimos a
despedirle mis hermanos, mi madre y yo y lo vimos alejarse. Leovigildo insistía:
Pobrecito patroncito, mal viaje va a ir. Voy a consultar otra vez a mi coquita.
-Eso lo haces , solamente por chacchar, so
vicioso, le dije. Pero no me puse a meditar, que los indios aprendieron muchas
artes aún desconocidas en el mundo entero, poseían los mejores cirujanos de las
civilizaciones antiguas, como los Paracas, que realizaban las famosas
trepanaciones craneanas.
En nuestra selva, algunas tribus conocen
filtros de amores, al que denominan pusanga y que hacen que el ser amado
corresponda y ame con locura.
Una semana después de estos acontecimientos,
recibimos una carta de mi padre, en la cual nos avisaba que había sufrido un
accidente en la balsa, que casi se rompe la pierna y que en Juanjui estaba en
tratamiento. Y luego al sentirse mejor, decidieron continuar el viaje hasta
Shapaja, en la cual el frejol tenía buen precio.
Durante el viaje se desato una lluvia torrencial,
mojándose un poco el frejol o huasca poroto, luego la lluvia ceso. Descubrieron
los sacos, los mismos que se secaron y la lluvia hizo que los granos se
hincharan creciendo de tamaño. Y en Shapaja, los compradores se disputaban el
producto y lo vendió todo.
El peso había aumentado en un 50%, habiendo
mi padre ganado regular dinero y con esto viajaba a Iquitos a comprar
mercaderías para traerlos a Tocache y en ese momento mi padre sintió un gran
dolor en la pierna que tuvo que irse al Hospital de Tarapoto, luego al día
siguiente se embarcó rumbo a Tingo María para poder estar cerca de su familia y
mi madre viajo a Tingo María para regresar junto con mi padre, ya restablecido.
Y desde allí mi padre, para cualquier viaje
consultaba siempre con Leovigildo y todos los balseros antes de salir de viaje
le consultaban también. Su fama creció aún más cuando una vez encarcelaron a
una doméstica, culpándola de haber robado a su patrona cincuenta soles y ella
negaba ser culpable.
-Yo no toque ningún dinero, se lo juro, mi
Cabo . Mis padres me enseñaron a ser honrada.
-Hija devuelve ese dinero que tomaste,
seguramente tenías alguna necesidad o si no reconoce tu culpa y lo pagaras
trabajando y no iras a la cárcel, le decía el Cabo de la Guardia Civil.
-Se lo vuelvo a jurar señor, no toque ningún
dinero. Soy honrada.
Y alguien recomendó a la patrona que
consultara con Leovigildo.
-Señora, le dijo este, la coquita no miente.
Ella es inocente.
-Pero, entonces ¿ Quién tomo mi dinero?
-Espere señora, la coquita me lo dirá. Humm….Si
, señito, fue su esposo quien le robo para emborracharse.
Y la señora fue a su casa y le dijo a su
esposo : Ildisho,…¿ Porque dejaste que culpáramos a nuestra empleada? Me
hubieras dicho que fuiste tú y no me habría ido hasta la autoridad.
-Yo no fui, ¿Cómo voy a agarrar plata que no
es mía?
Me lo dijo don Pocochon, dice que de borracho
le contaste, pues, te vio con plata.
-Perdóname mi amor, mi muñeca, es que tenia
deseos de tomar y no me hubieras querido dar ni un sol. Eso de ser saco largo,
talegario y andar pidiendo dinero a la mujer, esta malísimo.
-Pensar que tuve que culpar a una inocente,
voy a pedirle perdón y ojala acepte regresar a trabajar.
-Fue a la autoridad y le narro todo. Dejo en
libertad a la domestica y encarcelo 24 horas al ladrón y a su esposa por
calumniadora.
Y así desde diferentes lugares llegaban día a
día personas atraídas por la fama de Leovigildo, a quien le llamaban el
Anticristo.
Muchos naturales contaban, que sus abuelos
decían que unos seres resplandecientes trajeron a la selva la palmera que hoy
llamamos “shica shica”. Es espinosa y sus frutos son como pequeños coquitos muy
sabrosos. Estos seres estuvieron en una tribu por mucho tiempo y analizaban
todas las variedades de plantas, insectos y recolectaban algunos.
Les llamo poderosamente la atención al ver a
los indios “chacchar coca”. Ellos hicieron lo mismo, la analizaron y llevaron
abundante semilla y plantas y fue de esa manera, que hicieron las líneas de
Nazca para saber dónde aterrizar y venir sin perderse, luego se internaban por
la sierra y selva.
La “shica shica” es el caramelo de muchos niños selváticos y hoy
se le puede encontrar en toda la selva.
Desde allí, por las noches le espiaba a
Leovigildo desde lo alto de un árbol de mango y soportaba las picaduras de
zancudos hasta que apareció Leovigildo con otras cuatro personas extrañamente
vestidos y a la luz de la luna pude distinguir que se tomaban de la mano y
empezaban a flotar en el aire, sus cabezas tomaban la forma de un trompo y
tenían tres ojos que irradiaban una luz verdosa y sus vestidos eran de una sola
pieza de color plateado, no resistí el miedo, creí desmayarme y vi que el ser o
sea Leovigildo, al verme caer apunto con una arma hacia donde me encontraba y
fui resbalando lentamente y llegue al suelo sin sufrir un solo rasguño.
Leovigildo llego a mi lado y me dijo: ¿Que te
paso, patroncito?¿ Que hacías arriba de ese árbol?¿Acaso no sabes que es
peligroso estar encima de ellos a estas horas?, pues sufrimos alucinaciones. Es
lo que te sucedió. Volvamos a la casa, pero no comentes nada de lo que te
sucedió a tu padre, pues te regañaría y azotaría.
Sabía que lo que me decía, era falso y no fue
un sueño ni una alucinación.
Desde ese día, Leovigildo desapareció y años
después en el Caserío Bolaina, le encontré mal de salud y me dijo: Iré ya a reunirme con mis antepasados
solamente en la parte inmaterial. Yo hubiera querido que mi cuerpo también
reposara para siempre al lado de los míos allá en mi pueblo. Mi Boriak querido
en mi amado planeta.
Y allí comprendí, que lo que vi en esa
oportunidad no fue producto de mi imaginación.
-Dime Leovigildo ¿Que es aquello de tu
planeta? ¿ Eres acaso extraterrestre?
-Escúchame, mañanerito. Cada cierto tiempo
visitamos tu planeta y nos confundimos con Uds. Nuestro aspecto es similar,
como recordaras, solo la diferencia es un ojo demás. Uds. tienen la suerte de
contar con especies animales y vegetales, no saben valorar el tesoro que les
dio la naturaleza y constantemente los destruyen.
Es el caso de los animales, los exterminan
sin reparo, también talan indiscriminadamente los arboles destruyendo la
ecología del lugar. Arrojan a los ríos sus desagües, las mismas que van a dar
al mar, contaminándolas. También los desechos químicos que van a dar a los ríos
y que causan la muerte de muchas variedades de peces y de la fauna en general.
Además de sus grandes fábricas de vehículos,
al quemar los bosques, cantidades de dióxido de carbono que destruirán todo
vestigio de vida.
Alguna vez cuando no haya vida en este
planeta, serán mis hermanos de raza los que harán regresar a los descendientes de las especies que hemos
llevado.
-¿ Cómo es que tienes este cuerpo y no el que
vi aquella noche? le dije.
-Nosotros dominamos nuestra mente, es por eso
que no me quejo a pesar de que me estoy muriendo. Podemos cambiar fácilmente de
aspecto. Todo esto lo hacemos porque Uds. no están preparados para recibirnos
tal y cual somos. Uds. aun no dominan sus bajas pasiones, ni sus malos
instintos, Uds. asesinan por venganza, por robarse, por pasiones políticas,
religiosas, por amor, etc.
Bueno amigo o patroncito como solía llamarte,
aquí nos despedimos, solo te pido por favor que me entierres bajo la sombra de
una planta de shapaja.
Luego, dio un último suspiro, sin haber
salido de su boca un solo lamento. Así termino la vida de aquel extraterrestre
que amo mucho a nuestra selva que nosotros mismos intentamos destruir.
Su cuerpo al morir, tomo su real aspecto, era
horrible. Lo cubrí con mi colcha para que no lo vieran tal y cual era.
Amigos, todos, aprendamos de Leovigildo e
intentemos proteger la naturaleza, caso contrario quedaremos solos en el
planeta TIERRA , al desaparecer las demás especies.
Carlos Velásquez Sánchez
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