(Francisco Izquierdo Ríos)
Después
de haber comido nuestro fiambre, nos calentamos al fuego yo y mi viejo arriero
y ansioso le digo ¿Qué me cuentas buen viejo?.
Nací
en Molinopampa, patrón y estos mis ojos se han enturbiado solo en este diablo
camino a Moyobamba.
Las
arrugas de mi cara brotaron en cada viaje que hice por este pésimo camino del
infierno y así como mi cara también tengo arrugado el alma, aquí adentro, pues
patroncito tengo muchas penas.
Yo
he sido arriero de toda clase de gentes, de gringos muy altazos como los
eucaliptos y como ellos, mudos pasaban a Loreto y de costeños habladores que
venían de subprefectos.
He
tenido patrones nobles, de mano suelta, como patrones muy malos, grandísimos
“puñetes” que hasta se fijaban en el fiambre.
Y
el viejo arriero saca de su talega y masca la agradable coca.
Y
en Pishcohuañuna muchas veces a los “munchas palúdicos” les he visto pelar el
ojo y los cubrí con ramas y piedras, colocándoles una cruz, siquiera. Como
lloraban las mamás de estos buenos muchachos qu salen de sus casas, patrón, a
buscar fortuna y encuentran en un cerro desierto y frío sus tumbas
Desde
que fui niño trajino estos senderos y una vez en un barranco profundo y cubierto
de bosque espeso. Grande fue mi sorpresa al encontrar a las bestias amarradas
unos de otras de las colas.
¡Santo
Dios! Patrón, el duende.
Después
de rogar y rezar a Dios con todo mi
corazón para que me ayudara llevando en la mano una cruz que formé de ramas,
bajé con padecimiento y por mil rodeos al fondo del abismo, desaté a las
bestias y de una en una, padeciendo las hice subir.
El
duende, patrón, el duende.
De
un rato, felizmente cuando ya estaba encima del barranco, oí que dentro de las
palmeras, bien abajo, se reía burlescamente el duende, taitituu.
Mi
cuerpo se hizo grueso y mis pelos se pararon de punta.
Haciendo
uso de todo mi valor corrí hacia la cueva, arreando a las bestias.
Hay
que tener cuidado en estos diablos caminos de los horribles duendes, que viven
en los cerros o bien bajo la tierra.
El
duende, patrón se burla de la gente, el maldiciado hasta criaturas se roba, patrón,
los llevan lejos, lejos.
Y
hay cuevas también en los cerros, patrón, donde el duende se burla de nosotros
los cristianos cuando pasamos por lado de ellos, nos remeda, silba, canta, ríe,
nos tira piedras con ramas y hasta con isma de pájaros, patrón.
Por
eso, nosotros al pasar por estos sitios le damos la contra que nos enseñó el
taita cura, rezando el padre nuestro y la santa cruz hacemos con nuestros
dedos, o sino , le damos miedo golpeando nuestros puñales en las piedras hasta
sacar candela.
Y
patrón, en las noches unos gritos habrás oído, como de alguien arrea. Es el
alma patrón, de algún arriero muerto.
¡Uff!
Amarga la coca, taitituuu, mala señal. Seguro que mañana otra vez va a llover.
CUAL ES LA ENSEÑANAZA
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