Entre Tingo María y Aucayacu, hay un
Caserío llamado Locro, aquí Julian Vasquez Del Aguila, al igual que todos los
pobladores cultivaban sus chacras de maíz, papaya, café y cacao.
Para los trabajos de limpieza,
deshierbe y cosecha contrataban los servicios de peones y también a una señora
llamada Consuelo, más conocida como Conchita, quien se encargaba de la
preparación de los alimentos para la peonada.
Lo cierto es que esta señora, era más
bien una señorita de unos 35 años, era bonita, tenía un buen cuerpo y caderas
provocativas que dejaba tragando saliva
a su patrón Julián durante toda la noche.
Hasta que cierto día, Julián se
propuso tomar al toro por las astas o mejor dicho a Conchita por las bombachas.
Culminada la faena del día, Julián decide enamorar a Conchita, logrando pactar
un encuentro, antes de llegar al Caserío.
Se retiraron ligeramente del camino y
protegidos por un pequeño monte, luego ya “cutulos” dieron inicio al combate.
Pero, tan pronto, Julián mando la
primera estocada, escucho un silbo muy cercano que le hizo bajar la guardia y
levantarse enseguida.
El creía que se trataba de alguien que
les habían seguido los pasos y que se
proponía aguarles el combate y se puso a explorar a su alrededor, pero no había
nada.
Mientras tanto, Conchita se reía con
disimulo-
-No te preocupes, don Julián- le dijo
ella. No vas a encontrar a nadie. Ha sido mi pichito el que ha silbado y eso
sucede porque tengo un pequeño corte allí.
Luego, aclarado el asunto en que nadie
les espiaba, reanudaron las acciones con nuevos bríos y al ritmo de un
concierto de silbidos, que en tonos modulados, brotaban de aquel maravilloso
instrumento, haciendo la delicia de Julián y Conchita.
Hasta que terminado ya, Julián dijo :
¡Que pichito tan fabuloso, caray!
Como dice el Mañanero : ¡Que bestia mi
caballo!
Y asombrado por aquel insólito
hallazgo, Julián empezó a investigar y conoció que efectivamente Conchita en su
niñez, tuvo un accidente con un objeto cortante que le afecto el órgano genital
y al no haber sido atendida a tiempo, le quedo una leve fisura en el labio
mayor izquierdo, o sea Conchita tenia un “pichito silbador o ñaja ñaja” y que
funcionaba como un instrumento musical de viento en cada atacada o afinada de
todo aquel a quien ella aceptaba.
Por eso, el Mañanero dice: “ Ayau,
paloma,ayau pichito ñaja ñaja o pichito
silbador.
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