miércoles, 24 de octubre de 2012

E L P I C H I T O S I L B A D O R

Entre Tingo María y Aucayacu, hay un Caserío llamado Locro, aquí Julian Vasquez Del Aguila, al igual que todos los pobladores cultivaban sus chacras de maíz, papaya, café y cacao.
Para los trabajos de limpieza, deshierbe y cosecha contrataban los servicios de peones y también a una señora llamada Consuelo, más conocida como Conchita, quien se encargaba de la preparación de los alimentos para la peonada.
Lo cierto es que esta señora, era más bien una señorita de unos 35 años, era bonita, tenía un buen cuerpo y caderas provocativas que dejaba tragando  saliva a su patrón Julián durante toda la noche.

Hasta que cierto día, Julián se propuso tomar al toro por las astas o mejor dicho a Conchita por las bombachas. Culminada la faena del día, Julián decide enamorar a Conchita, logrando pactar un encuentro, antes de llegar al Caserío.

Se retiraron ligeramente del camino y protegidos por un pequeño monte, luego ya “cutulos” dieron inicio al combate.

Pero, tan pronto, Julián mando la primera estocada, escucho un silbo muy cercano que le hizo bajar la guardia y levantarse enseguida.

El creía que se trataba de alguien que les habían seguido los pasos y que  se proponía aguarles el combate y se puso a explorar a su alrededor, pero no había nada.

Mientras tanto, Conchita se reía con disimulo-

-No te preocupes, don Julián- le dijo ella. No vas a encontrar a nadie. Ha sido mi pichito el que ha silbado y eso sucede porque tengo un pequeño corte allí.

Luego, aclarado el asunto en que nadie les espiaba, reanudaron las acciones con nuevos bríos y al ritmo de un concierto de silbidos, que en tonos modulados, brotaban de aquel maravilloso instrumento, haciendo la delicia de Julián y Conchita.

Hasta que terminado ya, Julián dijo : ¡Que pichito tan fabuloso, caray!

Como dice el Mañanero : ¡Que bestia mi caballo!

Y asombrado por aquel insólito hallazgo, Julián empezó a investigar y conoció que efectivamente Conchita en su niñez, tuvo un accidente con un objeto cortante que le afecto el órgano genital y al no haber sido atendida a tiempo, le quedo una leve fisura en el labio mayor izquierdo, o sea Conchita tenia un “pichito silbador o ñaja ñaja” y que funcionaba como un instrumento musical de viento en cada atacada o afinada de todo aquel a quien ella aceptaba.

Por eso, el Mañanero dice: “ Ayau, paloma,ayau pichito ñaja ñaja  o pichito silbador.

Darío Vásquez Saldaña

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