(RICARDO JOSADBT)
Le
juro que así es la historia, compadre y no como Ud. lo dice, yo los vi como dos
o tres veces. No se trata de ningún mito ni que ocho cuartos es la puritita
verdad y pasa a las 12 de la noche.
No
como centauro, ni minotauro es como una mula común.
El
se convierte en jinete como castigo canónico, por la burla que hace a la
iglesia católica, pues jugar con las cosas de Dios no es broma, compadre.
No,
no, no es que el diablo se vuelve jinete, eso es mentira, el espíritu necesita
un soporte para manifestarse y el soporte, la materia es el cuerpo humano.
Bah,
el foráneo no cree en estas cosas, dice que son tonterías, pero yo sé que son
deveritas. Compadre, si yo mismito los vi.
Que
Ud. no puede creer, que no se acuerden de nada compadre.
Que
algo de razón, de juicio debían de tener, sino que se trasladaban de un lugar a
otro y cometían deterioros.
¿Y
cómo llegan a sus camas sin ayuda de nadie? No pues, compadre, eso si no me
cree.
El
instinto les guía y se apoderan de sus cuerpos los espíritus malignos. El diablo
mismo se ríe de todo esto, le juro que así es compadre, aquí no se inventa
nada, yo mismito los vi como en dos o tres ocasiones, eran como demonios que
destellaban candelas y un ruido atroz de
zapateos en las afueras de la iglesia.
Esa
mula montada por el jinete oscuro, ambos brillaban como el mismito fuego del
infierno. Así habrán de arder, yo le juro compadre.
Más
nadie salía de miedo, todos escuchaban y se escondían en sus casas, nadie se
atrevía a salir por sus ventanas siquiera. Porque decían que son cosas de los
demonios.
Menos
yo, me escondía por los arbustos de la capilla y de la plaza junto a la iglesia
por los asientos de madera o en la pileta del centro y pude ver todo.
Nadie
más tuvo el valor de hacerlo, si es posible puedo meter mis manos al fuego, por
lo que estoy compadre, por la mismita Virgen Santísima.
¿Sabe?
Hace una semana atrás me crucé con el Augusto…no supo qué hacer cuando me vio y
yo tampoco.
La
escopeta se me trabó compadre, yo lo iba a matar.
El
condenado dio paso ligero a su burra y se fue todo “posheco”.
Quería
perseguirlo con el machete en la mano, no sé qué me pasó que me aguanté.
Las
manos comenzaban a temblarme y el corazón me quemaba.
Me
bajé del caballo y mi cerebro solo ponía el rostro de mi Rosanita y mi
Manuelito. No pude.
Fue
como si me arrancaran la espina dorsal, no podía articular ni un solo músculo.
¿Por
qué dice eso? ¿Ud. que hubiera hecho? Así se piensa en la ciudad, compadre,
pero no es así.
Aquí
o allá somos humanos, sentimos igualito ¿Si le hubiera pasado a Ud. lo mismo,
que hubiera hecho?
Dicen
que, a él lo encontraron sin ojos y ella tenía la lengua sobresalida y sus
sexos estaban calcinados.
Yo
me escondí, no me acerqué.
El
primero en llegar fue don Ezequiel, después don Julián y su mujer la Estela y
así comenzó a venir todo el pueblo.
Y
ya ves, aquí nos tienen velando toda una noche a los condenados.
Sí,
compadre todos callan porque creen que es un castigo divino.
Ja,
todos murmuran sin saber de qué diablos hablan.
Como
se sufre por una traición, como uno se muere de la vergüenza.
Ahí
viene la ronda del ventisho.
Sarita
sírvenos un poco más.
Ah,
casi me caigo del asiento, por Dios.
¿Qué
fue ese ruido? Levántese compadre, vamos corre carajo, está abierto el portón.
Ay
carajo, José puta mare--- Ah mierda ¿Qué has hecho José? ¿Qué has hecho?
Carlos
Velásquez Sánchez
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