Es
el diablo burlón y camaleonesco de los bosques de la selva que cambia y aparece
según la ocasión. En forma de animal, del mismo hombre, te hace ver ilusiones y
fantasías como si fuesen de verdad, engañándote con la finalidad de llevarte a
la espesura del bosque y hacer lo que quiere contigo.
Es
fácil reconocerle por su pie izquierdo es como la de un niño recién nacido o
como la raíz de un árbol o como pata de animal, aunque el vivaracho procura
ocultarlo siempre.
La
gente que ha tenido experiencia con el chullachaqui dice que tiene un fuerte
olor a chivo viejo. Entonces, la gente se cuida y está alerta o sino reza y
hace cruces con los dedoEs o con las ramas.
Generalmente
es a los niños que persigue y los rapta porque son fáciles de engañar, sobre
todo cuando están solos en su casa o en la chacra.
Pero
no pierde la oportunidad si se encuentra con un adulto también solo por los
caminos, los bosques y las chacras.
Algunas
personas aventuran a decir que el chullachaqui se burla, se ríe y goza de sus víctimas jalándoles de las orejas,
colgándoles de los cabellos, otras veces los abandona en el fondo del bosque
totalmente perdidos y alejados de los pueblos, sin posibilidad de regreso y si
lo logran quedan atontados y desfigurados.
Carlos Velásquez Sánchez
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