En
una chacra de Ampato, se encontraban reunidos un grupo de pobladores para tomar
el ayahuasca, bajo la tutela de Juan Pérez Lozano, curandero famoso.
Era
de noche y formaba parte del grupo Jorge Cahuasa, campesino de la zona,
acompañaba a su mujer para ser tratada
de un embarazo anormal, adquirido según ellos por contacto del arco iris o arco
blanco, cuando ella trabajaba en un día lluvioso en las aguas del río Huallaga.
Juan
Pérez Lozano, decía que podía curarla, por eso habían venido a la cita para la
toma del ayahuasca un martes por la noche.
Después
de las recomendaciones y tomando las precauciones debidas, empezó a icarar el
recipiente que contenía el ayahuasca.
Eran
las 9.00 p.m. y los convocados se sentaron con las piernas cruzadas, se
apagaron las luces y en completo silencio las personas se acomodaron en torno a
Juan, llamó uno por uno a los participantes de la sesión en esa noche, luego
empezó a cantar sus mariris acompañado de versos y cánticos propios del ritual,
de rato en rato tomaba sorbos de ayahuasca y fumaba un mapacho que lo había
encendido en la oscuridad, echando humo que inundaba el ambiente con un olor
fuerte a tabaco negro, de rato en rato interrumpía sus mariris e invocaba a sus
bancos y a sus runas para que le ayudaran a curar los males de las personas
participantes en la sesión.
Recogiendo
el recipiente de la ayahuasca hervido en un pocillo u huingo pequeñito,
repartía las porciones invitando a todos los presentes.
La
sesión continuó y en el silencio de la noche se podía escuchar con nitidez el
canto del mariri que penetraba en el alma de cada uno, dejando una reacción
frágil, para caer por fin en el dominio absoluto del ayahuasca.
Los
presentes alucinados presenciaban extasiados paisajes maravillosos jamás vistos, animales que provocaban miedo,
valor y osadía, personajes fantásticos, pero siempre con la compañía del
mariri, canto que les recordaba el lugar donde estaban.
Luego
llegó el turno a Eloísa mujer de Jorge, Don Juan Pérez Lozano comenzó con el
conjuro invocando al yacuruna acompañado del mariri, con palabras y nombres
extraños para los asistentes y fumaba su mapacho.
De
pronto, se escuchaba pasos procedentes del río dirigiéndose hacia el ritual, se
escuchaba con nitidez el chasquido de ropa mojada y pasos, era un ser con piel
oscura, sus ojos parecían dos carbones encendidos, llegó al grupo y saludó al
brujo y le dijo; Juan ¿Qué tenemos que hacer hoy?
Disculpa
taita – le dijo Juan – te llamé para que cures a Eloísa.
El
yacuruna le contestó: Recoge agua de la quebrada de Juanjuicillo al amanecer,
vas a utilizar una tinaja y un pate nuevo, calientas una bola de sal, le
sumerges en el agua fresca hasta que se disuelva totalmente.
Una
vez fría, que tome tres sorbos y con el resto que la bañen sobre una batea
limpia. Que se cambie de ropa y guarde cama todo el día, su comida será tres
plátanos asados que no sean gordos y un pocillo con agua.
Esto
se repetirá durante siete días y quedará completamente sana.
Dicho
esto, el yacuruna se puso de pie y se despidió de Juan Pérez Lozano
dirigiéndose nuevamente al río, terminando sus pasos en un fuerte chapuzón.
La
sesión duró hasta las 3.00 a.m. Con respecto a Eloísa, al cabo de 08 días
retornó a su casa flaquita y palidosa, tambaleando, pero totalmente sana.
El
falso embarazo que provocó el embrujo del arco blanco, desapareció.
Oliver Tarazona Vela.
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