sábado, 8 de octubre de 2016

LA FIESTA PATRONAL DE SAN PIÑON



             (Darío Vásquez Saldaña)
San Piñón es un santo que no permanece en ninguna Iglesia, es propiedad de Don Efraín Rengifo, quién lo descubrió en su fundo en el Sector Almendras, a 10 kms. de Saposoa, lugar desde donde sus devotos lo conducen a los diferentes pueblos para venerarle y festejarle.
Su nombre corresponde al de un arbusto cuya resina tiene propiedades medicinales muy conocidas en la región, sus semillas sirvieron hace muchos años atrás de eficaz purgante, así como materia prima de elaboración de jabones.
Los cultos festivos a San Piñón no tienen fecha fija y acuden a él por una diversidad de motivos como sequías, epidemias, mala suerte, matrimonios y otros.
Para llevar a cabo el culto, una comisión se dirigía al Fundo Almendras a contratar al músico infaltable para estas ocasiones; Don Lisha.
Don Lizardo Hoyos, era un anciano ciego de Saposoa quién solía tocar el violín , la quena y el didín.
La comisión llegaba soplando la “quipa”, una concha gigante de caracol marino que producía un sonido muy grave que se escuchaba a gran distancia.
Al hacer su ingreso a Piscoyacu, el sonido de la quipa era el anuncio de que estaba llegando San Piñón para su velada.
Desde las primeras horas de  la noche Don Lisha se encargaba de ejecutar las danzas de velación, siendo los niños que daban inicio a la velada danzando incansablemente delante del santito San Piñón.
Al avanzar la noche, los niños dejaban su lugar a las señoras que continuaban danzando hasta el final.
Mientras tanto en la parte exterior del local, los varones estimulados por el aguardiente y el humeante caldo de gallina jugaban casinos, otros ingresaban a danzar junto a las mujeres.
Ya pasado las doce de la noche, empezaba la música bailable con una jarana de chimaiches y pandillas, dándole un colorido especial a esta fiesta de religiosidad popular.
Es curioso darles a conocer que San Piñón atendía los ruegos de sus devotos porqué al siguiente día de la velada caía una fuerte lluvia y si esto ocurría en los meses más secos del año como Julio y Agosto, este suceso alegraba e incentivaban la fé de los devotos porque San Piñón había escuchado sus plegarias.
Una vez le preguntaron a la tía Balbina ¿Cómo es posible que se le tenga por santo a una insignificancia de madera mal pulida y que para el colmo lleva el nombre de un diarreico.
Tía Balbina respondió: En primer lugar no hay que menospreciar a San Piñoncito que es muy milagroso.
Hace años cuando don Efraín Rengifo, se encontraba trabajando en su fundo, al ponerse a desmochar una planta de piñón encontró una cabecita de madera con rasgos humanos, selo llevó a su casa y lo guardó en un rincón de la cocina.
Sus hijos, parece que a falta de leña le pusieron en la candela en la tushpa, pero la cabecita saltó del fuego antes de que se quemara, los muchachos asustados por esto, no lo volvieron a tocar.
Por la noche, le hizo soñar a don Efraín para que le complete su cuerpo y no vuelva a servir de leña en lo sucesivo.
Así lo hizo y ahí está San Piñón milagroso.
Su milagro también se manifestaron en la familia porque hace varios años se escaparon del fundo de su tío Abelardo Ríos Del Aguila más de veinte cerdos entre verracos, capones de engorde, chanchas preñadas y con crías, nunca se habían desaparecido más de un día, pero aquella vez pasaron treinta días y no se aparecían.
La búsqueda fue intensa y minuciosa pero no les encontraban.

A tanta insistencia de esposa Rosario de tío Abelardo, aceptó hacerle una velada a San Piñón y al tercer día, de pronto todos sus chanchos en fila india regresaban de nuevo a su chiquero, todos gordos y sanos ni uno menos, al contrario las que se fueron preñadas volvían con sus cuchinillos retozones y lo consideraban como un milagro de San Piñón.


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