(Darío Vásquez Saldaña)
San Piñón
es un santo que no permanece en ninguna Iglesia, es propiedad de Don Efraín
Rengifo, quién lo descubrió en su fundo en el Sector Almendras, a 10 kms. de
Saposoa, lugar desde donde sus devotos lo conducen a los diferentes pueblos
para venerarle y festejarle.
Su
nombre corresponde al de un arbusto cuya resina tiene propiedades medicinales
muy conocidas en la región, sus semillas sirvieron hace muchos años atrás de
eficaz purgante, así como materia prima de elaboración de jabones.
Los
cultos festivos a San Piñón no tienen fecha fija y acuden a él por una
diversidad de motivos como sequías, epidemias, mala suerte, matrimonios y
otros.
Para
llevar a cabo el culto, una comisión se dirigía al Fundo Almendras a contratar
al músico infaltable para estas ocasiones; Don Lisha.
Don
Lizardo Hoyos, era un anciano ciego de Saposoa quién solía tocar el violín , la
quena y el didín.
La
comisión llegaba soplando la “quipa”, una concha gigante de caracol marino que
producía un sonido muy grave que se escuchaba a gran distancia.
Al hacer
su ingreso a Piscoyacu, el sonido de la quipa era el anuncio de que estaba
llegando San Piñón para su velada.
Desde
las primeras horas de la noche Don Lisha
se encargaba de ejecutar las danzas de velación, siendo los niños que daban
inicio a la velada danzando incansablemente delante del santito San Piñón.
Al
avanzar la noche, los niños dejaban su lugar a las señoras que continuaban
danzando hasta el final.
Mientras
tanto en la parte exterior del local, los varones estimulados por el
aguardiente y el humeante caldo de gallina jugaban casinos, otros ingresaban a
danzar junto a las mujeres.
Ya
pasado las doce de la noche, empezaba la música bailable con una jarana de
chimaiches y pandillas, dándole un colorido especial a esta fiesta de
religiosidad popular.
Es
curioso darles a conocer que San Piñón atendía los ruegos de sus devotos porqué
al siguiente día de la velada caía una fuerte lluvia y si esto ocurría en los
meses más secos del año como Julio y Agosto, este suceso alegraba e
incentivaban la fé de los devotos porque San Piñón había escuchado sus
plegarias.
Una vez
le preguntaron a la tía Balbina ¿Cómo es posible que se le tenga por santo a
una insignificancia de madera mal pulida y que para el colmo lleva el nombre de
un diarreico.
Tía
Balbina respondió: En primer lugar no hay que menospreciar a San Piñoncito que
es muy milagroso.
Hace años
cuando don Efraín Rengifo, se encontraba trabajando en su fundo, al ponerse a
desmochar una planta de piñón encontró una cabecita de madera con rasgos
humanos, selo llevó a su casa y lo guardó en un rincón de la cocina.
Sus
hijos, parece que a falta de leña le pusieron en la candela en la tushpa, pero
la cabecita saltó del fuego antes de que se quemara, los muchachos asustados
por esto, no lo volvieron a tocar.
Por la
noche, le hizo soñar a don Efraín para que le complete su cuerpo y no vuelva a
servir de leña en lo sucesivo.
Así lo
hizo y ahí está San Piñón milagroso.
Su
milagro también se manifestaron en la familia porque hace varios años se
escaparon del fundo de su tío Abelardo Ríos Del Aguila más de veinte cerdos
entre verracos, capones de engorde, chanchas preñadas y con crías, nunca se
habían desaparecido más de un día, pero aquella vez pasaron treinta días y no
se aparecían.
La
búsqueda fue intensa y minuciosa pero no les encontraban.
A tanta
insistencia de esposa Rosario de tío Abelardo, aceptó hacerle una velada a San
Piñón y al tercer día, de pronto todos sus chanchos en fila india regresaban de
nuevo a su chiquero, todos gordos y sanos ni uno menos, al contrario las que se
fueron preñadas volvían con sus cuchinillos retozones y lo consideraban como un
milagro de San Piñón.
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