Es el
diablo burlón de la selva, cambia y aparece según la ocasión en forma de animal
o del mismo hombre, te capta la mente, te hacer ver ilusiones y fantasías como
si fueran de verdad, engañándote con la finalidad de llevarte a la espesura del
bosque y hacer lo que quiera contigo.
Es fácil
reconocerle porque su pie izquierdo es como de una huambrilla recién nacida o
como la raíz de un árbol o como pata de animal, aunque el vivaracho procura
ocultarle siempre.
Además
según como dice la gente que ha podido vivir una experiencia con el
chullachaqui tiene un fuerte olor a chivo viejo, entonces la gente se cuida y
quedan atontados y desfigurados.
Hay una
historia sobre el chullachaqui:
E L F A N T A S T I C
O A G U A J A L
El
aullido de los perros llegaba a los oídos de un pensativo Tomas, como un
arañazo de mal agüero que silencioso avanzaba por un angosto camino, de pronto
se abrió ante su vista, un impresionante y fantástico bosque de árboles de
aguajes, inmensos racimos de color marron oscuro amarillento de los aguajes.
¡Que
cosa! ¡No puede ser! Y dijo ¿Sera un
engaño del maldito pies torcidos?, pensó, pensó y pensó. Le vino a la mente
tantas desgracias sucedidas por esta causa: locos, tarados, ciegos, chejos, muertos
en vida deja el chullachaqui burlón a los solitarios que se dejan llevar por
ssu poder engañoso, entra a nuestra mente y nos lleva a donde quiera.
Pensó
en la Juana y sus hijitos, sus amigos, vecinos
y lo malo que se portaba a veces.
¡No!
¡No puede ser! Estoy viendo con mis propios ojos, ahora debo tocarlos. Tomas
caminaba, caminaba y caminaba, se agitaba desesperado, queriendo coger los
aguajes que parecía tenerlos a la mano, pero estos se alejaban y alejaban.
Por
fin, los cogía, los abrazaba, los ponía en a cara, daba vueltas de contento por
uno y otro lado.
¡Ran!
Sintió que los aguajes le quemaban las manos, el aguajal lanzaba rayos
luminosos, una lluvia de fuego cayo sobre su cabeza y escucho una risa con
sonido de lejanía.
Se
cubrió la cabeza con las manos y cerró los ojos para soportar los miles de hinconantes espinas las que se
le clavaban en el cerebro y cayó como un tronco.
Dicen
la gente que cuando escuchan un aullido hilarante en el fondo del bosque, es que alguien ha sido atrapado por
el poder mentiroso del chullachaqui o shapshico.
El
shapingo es nuestra propia mente que nos atrapa en la soledad cuando no lo
alimentamos con buenas lecturas.
Carlos
Velásquez Sánchez
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