miércoles, 3 de enero de 2018

E L C H U L L A C H A Q U I

Es el diablo burlón de la selva, cambia y aparece según la ocasión en forma de animal o del mismo hombre, te capta la mente, te hacer ver ilusiones y fantasías como si fueran de verdad, engañándote con la finalidad de llevarte a la espesura del bosque y hacer lo que quiera contigo.
Es fácil reconocerle porque su pie izquierdo es como de una huambrilla recién nacida o como la raíz de un árbol o como pata de animal, aunque el vivaracho procura ocultarle siempre.
Además según como dice la gente que ha podido vivir una experiencia con el chullachaqui tiene un fuerte olor a chivo viejo, entonces la gente se cuida y quedan atontados y desfigurados.

Hay una historia sobre el chullachaqui:

E L   F A N T A S T I C O   A G U A J A L


El aullido de los perros llegaba a los oídos de un pensativo Tomas, como un arañazo de mal agüero que silencioso avanzaba por un angosto camino, de pronto se abrió ante su vista, un impresionante y fantástico bosque de árboles de aguajes, inmensos racimos de color marron oscuro amarillento de los aguajes.
¡Que cosa! ¡No puede ser!  Y dijo ¿Sera un engaño del maldito pies torcidos?, pensó, pensó y pensó. Le vino a la mente tantas desgracias sucedidas por esta causa: locos, tarados, ciegos, chejos, muertos en vida deja el chullachaqui burlón a los solitarios que se dejan llevar por ssu poder engañoso, entra a nuestra mente y nos lleva  a donde quiera.
Pensó en la Juana y sus hijitos, sus amigos, vecinos  y lo malo que se portaba a veces.
¡No! ¡No puede ser! Estoy viendo con mis propios ojos, ahora debo tocarlos. Tomas caminaba, caminaba y caminaba, se agitaba desesperado, queriendo coger los aguajes que parecía tenerlos a la mano, pero estos se alejaban y alejaban.
Por fin, los cogía, los abrazaba, los ponía en a cara, daba vueltas de contento por uno y otro lado.
¡Ran! Sintió que los aguajes le quemaban las manos, el aguajal lanzaba rayos luminosos, una lluvia de fuego cayo sobre su cabeza y escucho una risa con sonido de lejanía.
Se cubrió la cabeza con las manos y cerró los ojos para soportar  los miles de hinconantes espinas las que se le clavaban en el cerebro y cayó como un tronco.
Dicen la gente que cuando escuchan un aullido hilarante en el fondo del  bosque, es que alguien ha sido atrapado por el poder mentiroso del chullachaqui o shapshico.
El shapingo es nuestra propia mente que nos atrapa en la soledad cuando no lo alimentamos con buenas lecturas.
Carlos Velásquez Sánchez


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