Mi madre,
siempre me decía :” Cuídate del fuego y de las aguas, que son vida, pero
también muerte”.
Y mira, que
venir a vivir junto a ti, Rio Huallaga ¡ Pendejo! ¡Huallaga de amor! Huallaga ¿
De que?¡ Huallaga del carajo, si rio eres, eres un pendejo!
Cuídate,
“trujillanito”, que el que toma de sus aguas, nunca mas podrá abandonarlo. Así
me dijo la “chucumita” y mira, ella hace años que me dejo y yo siempre yendo,
siempre viniendo.
¿ Que eres,
pues?, ¿ Bendición?, ¿ Maldición? ,¿ Esperanza? ,¿ Nostalgia?, ¿ Que eres,
Huallaga?, ¿ Que eres? ¡Contéstame!
¿ Que tienen
tus aguas?, ¿ Que misterios encierran, que hasta ahora no he podido descifrar?
Te he contemplado en noches interminables y escuchado el ruido de tus aguas
cuando nacen y parecen tus olas el rugir de los otorongos. Eres violento.
Arrastran tus aguas balsas y canoas
llenas de hombres y mujeres que se asustan y se ríen a la vez, de tus
pendejadas.
En los veranos,
con la ausencia de lluvias, te transformas en una culebra flaca y tus aguas
también se tornan pardas. Las cañas bravas, los zapotes y las ponas se
balancean coquetas con el manso viento de la tarde. ¡ Que pendejo que eres! ¡ Como sabes engañar,
mostrar sonrisas de verano al cielo! También sabes de traiciones, pues con las
lluvias de invierno tu caudal aumenta, te vuelves altanero, feroz, no respetas
ni la vida ni la muerte.
¡Que puede
importarte la vida! Destruyes poblados, te llevas los ganados, arrastras
huanganas, todo aquello de tus márgenes
te lo llevas, las palizadas se convierten en una trampa mortal para los
viajeros y los remansos parecen soplos del infierno.
Es en las
noches de luna llena, cuando saltan de tus aguas los misteriosos bufeos y
escondidas sirenas de hermosas cabelleras y ojos de fuego que rondan la quietud
del campo, despertando el desconcierto y el miedo ancestral de los pobladores.
Son noches
de chamanes negros, de charapas traicioneras, de caneros salvajes, pirañas depredadoras, de
jergones, serpientes malignas que nada
ni a nadie respetan, solo a tus aguas ¡ Huallaga!.
Rio Huallaga
¡ Pendejo de los pendejos! Tambien tus aguas son cementerio de hombres y
mujeres asesinados en tus orillas, por la maldita guerra de diez años.
A tus
orillas crecen y brotan las sogas del ayahuasca, purgas de chamanes visionarios
que reflejaron en sus retinas rojas el paisaje de muerte que se avecinaba. En
tus orillas búhos, lanchinas, chusquis presagiaron las noches tristes de
nuestra Amazonia.
¡ Huallaga,
Huallaguita! Tu sonríes. Te gustan las lluvias, porque ellas aumentan tu caudal
y juntos siembran la noche y la zozobra. Todos se refugian, solo tú te
regocijas en la desesperación, luego la calma. Los pobladores van saliendo de
sus chozas, primero los niños, luego los mayores rumbo a las chinganas a beber
su uvachado, un siete raíces o un quinientin para mitigar la humedad que sube y
sube. Inundándolo todo.
¡ Huallaga,
Huallaguita! ¿ Cuantos amores han nacido en tus orilllas? ¿ Cuantos juramentos
de amor se llevan tus aguas? ¿Cuantos besos y caricias han contemplado tus
aguas? Besos con sabor a aguajina dulce o a ungurahuis
tiernos.
Hemos bebido
de tus aguas, mezclando el masato blanco con tus aguas turbias. Hemos llorado,
hemos reído, hemos soñado en tus orillas y nos hemos hundido en tus muyunas
traicioneras y ahí quedo preso de tus sirenas.
¿ Que paso?
¿ Que maldiciones de dioses crueles te dieron potestad para ser remanso
bravío?.
Te tragas a
las gentes, llevándotelas para siempre. Eres cementerio sin cruces, recipiente
oscuro de lágrimas saladas, ataúd de agua.
¡ Oh,
Huallaga! ¡ Aquí empieza, aquí termina, aquí se reinicia el trágico dolor de un
pueblo castigado, familias castigadas por la violencia que lo vistió de luto.
*Un
homenaje a mi sobrino Erick Anthony Briceño Sangama que falleció ahogado en
este rio Huallaga. Descansa en paz y cuídanos siempre sobrino. Te recuerda siempre tu tío Carlos A.
Velásquez Sánchez
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