Cuando la noche arriba en medio
de la selva se oyen los más increíbles sonidos que uno se pueda imaginar, casi
como una especie de concierto natural se van escuchando extraños agudos, graves
profundos, chillidos sostenidos, incluso gritos destemplados.
- Eso es algo de todos los días
señor decía María.
María era una mujer pequeña,
delgada pero con las manos fuerte como ella misma decía,
- Manos fuertes para trabajar
señor, por que yo soy masajista en el spa del hotel donde usted se queda.
Estoy aprendiendo recién solo sé lo básico no más de reflexología y algo de
masajes no más. Pero en lo que si soy buena es leyendo el aura en eso si soy
buena y me viene de familia ah, mi mamá y mi abuela son buenas leyendo el aura.
- Si quiere le leo el aura señor.
- No María gracias eso del aura
me da algo de miedo imaginate que te enteres de mis secretos mas terribles. No
gracias.
- Ja ja ja no señor, usted no
tiene cara de tener secretos raros pero bueno, otro dia puede ser,10 soles no
mas.
Casi sin darnos cuenta ya era de
noche otra vez y los sonidos de la selva empezaban a hacerse mas notorios.
- Ese ese el hualo señor es como
un sapo pero mas grande y grita así todas las noches.
Esa noche no pude dormir
escuchando los sonidos de la selva y pensando en el hualo, escuchaba los
sonidos de la selva cerca, a lo lejos también y siempre distinguía el sonido
del hualo croando fuerte en toda la noche.
Las noches siguientes salimos a
caminar esperando conocer algo más de aquel pueblo que nos acogía,
aparentemente tranquilo todo el tiempo.
Una noche regresando al hotel
escuchamos el sonido del hualo mas fuerte que de costumbre.
- Es que está en época de celo
señor, así grita cuando busca novia ; nos dijo María.
Siguiendo aquel sonido fuerte
llegamos a un terreno vacío desde donde logramos escucharlo mejor. De pronto al
acercarnos por fin logramos verlo, ahí estaba el hualo y en efecto, era un sapo grande como de 30 cms.
Estaba sentado al lado de un charco inflando la garganta exageradamente seguro
para que alguna hembra lo viera.
Tenia un color marrón aunque yo
lo había imaginado verde brillante (quizás sea daltónico). Andaba con los ojos
bien abiertos y no se inmutó con nuestra presencia.
- Que grande es el hualo y que
paciencia esperando ahí, seguro a la novia pensé en voz alta.
- Mejor nos vamos, no será que
venga la novia finalmente y no pueda hacer nada de la vergüenza.
- Si, mejor nos vamos.
Regresamos al camino y nos fuimos
caminando callados por un momento pensando seguramente en que si el hualo
finalmente conseguiría novia aquella noche o quizás la siguiente; quien sabe.
Lo cierto es que no cesa de croar y su sonido sigue llegando a mi
habitación. Suerte hualo en tu búsqueda. La vas a necesitar.
Carlos Velasquez Sanchez
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