Venia navegando un paisano, que iba a visitar
a una familia rio abajo, era tarde y venia la noche. El paisano preocupado
decía:¿ Dónde voy a dormir?. No he buscado lugar seguro para pasar la noche y
de pronto a lo lejos, vio unas luces y dijo :¡ Que suerte! ¡ Hay paisanos que
están pescando¡ y al llegar a ellos, bajo de la balsa, vio a una mujer que
estaba raspando las escamas de un pescado y le dijo : Buenas noches.
Volteo la mujer y le dijo : Buenas noches ,
primo. Siéntate y él se sentó. En eso, vino un hombre alto, parecía que no
tenía huesos y le dijo : Hola primo, ven a mi choza. Que aquí tu prima, no te
va a dar pescado, ella es muy “mishica”, pero yo si te voy a dar, soy muy
bueno. Vamos.
El paisano le contesto: Vamos pues a tu
choza. Lo llevo, llegaron y dijo : Siéntate, que te voy a traer pescado. El
paisano pensó y dijo : Este no es mi paisano, Este es un Sapo. Luego le trajo
bastante pescado y dijo : Toma primo, come, me imagino que tendrás mucha
hambre.
El paisano comió y comió y dijo: Ya estoy
lleno. Come más, llénate bien, que después te voy a comer. El paisano se asustó
y el Sapo le dijo: Vamos a la arena para luchar, si me ganas, te vas.
El paisano acepto y empezaron a luchar, el
paisano no se dejaba ganar, pero en un descuido el Sapo lo trago. Y dijo el
Sapo: Ahora estoy bien satisfecho. El Sapo regreso a su choza, así hacia a los que navegaban, a todos los tragaba.
En ese rio, ahora ya no navegan los paisanos,
pero había un paisano llamado Clemente que no hizo caso y dijo : Yo voy a
navegar, para ir rio abajo, hizo su balsa, se fue, navego, navego hasta
encontrarse con los Sapos, fue a visitarlos.
Ahí estaba una mujer ahumando su pescado y
ella le dijo : Buenos días primo. Buenos
días, prima le contesto Clemente. Siéntate le dijo y se sentó.
Después de un rato vino el Sapo y le dijo : Hola
primo. Hola primo le respondió el paisano. Vamos a mi choza, que aquí tu prima
no te va a dar pescado, es muy miserable. Peo yo si te voy a dar, yo soy muy
bueno. Vamos pues, le dijo el paisano.
Se fueron, luego en su choza el Sapo le dijo
: Siéntate, voy a traerte pescado, seguro que tienes hambre. Le trajo bastante
pescado y el paisano comió hasta llenarse bien. El Sapo le insistía que
siguiera comiendo, porque después le iba a comer.
El paisano Clemente molesto le dijo : Ya no
quiero comer. El Sapo le contesto: es en vano que te lamentes. Vamos ya, que
tengo hambre y tú ya estas gordo ídem el Mañanero.
¿ A dónde me llevas? le pregunto el paisano.
A la arena, le contesto el Sapo. Se fueron, lucharon, el Sapo saltaba de un
lado a otro, Clemente no se movía, le miraba con los ojos fijos. Salto el Sapo
encima del paisano, pero el paisano logro zafarse de él.
Ya estaba
cansado el Sapo y dijo : Uff, Uff, ahora
te tragare, ja, ja,ja. Y seguía luchando el paisano con todas sus fuerzas y en
un descuido del sapo, escapo a toda
carrera. El Sapo le seguía saltando y saltando.
El paisano
llego a su balsa, la empujo y subió. El Sapo, le seguía también en una balsa, Clemente remaba
desesperadamente, el Sapo también gritando ei, ei,ei no escaparas, te seguiré y
te tragare y se reía como un loco, ja,ja,ja.
El paisano
llego al otro lado del rio, bajo y corrió todo lo que pudo, pero el Sapo ya
estaba cerca. El paisano grito. Sapo del Diablo. El Sapo ya estaba cerca y
gritaba ya te voy a comer, saltaba, saltaba.
El paisano
entro al monte y subió a un árbol. El Sapo no podía subir, se resbalaba y le
dijo: Crees que te vas a escapar. Voy a traer mi hacha, se fue y no demoro ni
un minuto, ya estaba volviendo. Miro hacia arriba y vio que el paisano estaba
temblando. El Sapo comenzó a cortar el árbol hasta derribarlo. El Sapo salto y
logro atraparlo y lo trago y el Sapo le dijo : Ya ves, ya ves, de mi nadie se
escapa.
Volvió con
su hacha sobre el hombro, mientras que el paisano Clemente se mataba de risa,
porque lo que se tragó el Sapo, no había sido el, sino un “pelejo” (yonca).
Como estaba muy apurado ni se dio cuenta que era lo que se había tragado.
Esa noche,
el paisano se la paso fumando su tabaco, al amanecer saco filo a su cuchillo y
lo guardo en su morral. Luego fue rio abajo, navego, navego, hasta llegar donde
estaban los Sapos. Dijo el paisano: Ya estoy aquí. Ojala que no me reconozca,
voy a pintarme con achiote la cara y se pintó.
Al igual,
que en la primera vez, dijo el Sapo: Vamos pues, a la arena a luchar. Ojala no
tenga mucha fuerza, porque la otra vez se me escapo y se subió a un arbol, tumbe
al árbol y por no ver bien, me trague
una yonca y él se escapó.
Cuando caía
el árbol, el salto al otro árbol y yo no me fije y me trague una yonca. Me di
cuenta, cuando fui al baño y salieron pelos blancos y amarillentos y dije: Yo no me trague al paisano, sino que un fue
un pelejo o yonca.
Vamos, dijo
el Sapo. Se fueron a la arena y comenzó la feroz pelea, el paisano le esquivaba
al Sapo, no podía atraparlo y de un salto agarro al paisano y se lo trago de un
bocado y dijo el Sapo: Por fin comí una buena presa, pero mientras tanto,
dentro de su panza, el paisano saco de su morral el cuchillo que había afilado
y le corto la barriga, saliendo el paisano Clemente todo baboso como un recién
nacido.
El Sapo
grito de dolor, el paisano le miro y vio como el Sapo se transformaba en un
verdadero Sapo, que no se parecía a la gente y así comenzaron a aumentar los
sapitos por toda la Selva.
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