sábado, 7 de febrero de 2015

EL TIGRE Y EL LAGARTO

Sabado, 07 de Febrero del 2015

                             E L   L A G A R T O
Íbamos en una canoa a remo por el rio Samiria , abriéndonos paso entre centenares de estos lagartos, que con la cabeza fuera del agua formaban verdaderas palizadas en todo el recorrido junto a las playas, era preciso ir golpeándolas con el remo para que nos dieran pase los que estaban en nuestra ruta, no hubo intentos de ataque por parte de ninguno de ellos, tampoco nadie deseaba cazarlos ni matarlos.
Un día llegamos al atardecer a casa de un amigo ribereño en los momentos que llegaba del mitayo trayendo un sajino y una pava de monte y de inmediato sus hijos se pusieron a cocinar.
Luego, uno de ellos en son de broma me dijo que iba a cazar un lagarto y para esto preparo un trozo de topa de regular grosor, en el que envolvió todo el intestino delgado del sajino bien amarrado y al anochecer fue al puerto y arrojo el trozo a una muyuna cerca de la orilla, en el que quedo flotando y dando vueltas dentro del circulo del remolino.
Al día siguiente muy temprano me paso la voz para ir  a ver el resultado y realmente no podía creer lo que veía, un enorme lagarto negro muerto con la panza arriba, girando alrededor de la muyuna con la boca abierta y el trozo de topa atrapado entre sus poderosos dientes.
La explicación muy sencilla, el animal al atrapar con violencia las tripas envueltas en la madera blanda, los dientes se clavaron hasta la raíz,  quedando la boca abierta por donde iba penetrando el agua libremente sin que el animal  pudiera cerrar las mandíbulas para evitar morir por ahogamiento, pues una vez clavados los dientes son aprisionados por la madera y ya no es posible que los retire, porque no puede. Muy fácil ¿ Verdad ? Y sin exponerse a ningún peligro.
Llegada la noche de ese mismo día, el muchacho me invito para ir a cazar lagartos blancos conocidos como “challualagartos” que son más pequeños que los negros y tienen la carne muy blanca y fina como de mejor pescado y es muy agradable cuando es ahumado.
Para esto, el muchacho llevo una linterna a pilas y un pesado y duro palo de madera. Nos embarcamos en una pequeña canoa, el iba en proa de pie, linterna en mano, yo conducía la canoa lenta y silenciosamente desde la popa y empezamos a distinguir a la luz de la linterna una infinidad de puntos rojizos brillantes que no eran otra cosa que los ojos de los lagartos.
El muchacho me dice que me acerque lentamente hacia los puntos que tenia enfocado, el no aparta la luz que alumbraba los ojos de la víctima, entonces mi acompañante le descargo un tremendo golpe en la cabeza con el palo que sostenía en la mano derecha, mientras que con la izquierda sujetaba la linterna, el lagarto pego una sacudida y luego fue quedándose quieto a medida que el experto muchacho seguía golpeándole con el palo y lo cazamos.
El lagarto ataca generalmente cuando está hambriento o cuando defiende a sus huevos que los deja regados entre las hojarascas de los ríos y cochas. Puede atacar dentro o fuera del agua, pero para devorar a la presa cuando esta es grande, tiene que salir forzosamente del agua a tierra firme para evitar ahogarse al tener la boca abierta por largo rato.
Un día mientras viajábamos en canoa por el rio con un sol desesperante, decidimos atracar  al medio en una orilla protegida de los rayos solares a fin de descansar un rato.
Nos recostamos sobre la hojarasca que cubrían el suelo, al rato uno de los muchachos, se levanto al escuchar un sonido de algo parecido a campanitas y veía varios huevos de lagarto que había echado a rodar al remover las hojarascas, no cabía duda de que este sonido provenía de los huevos y lo comprobamos al hacer rodar los huevos y sonaban como campanitas.
Luego oímos el crujir de dientes, al mismo tiempo que vimos salir de las orillas próximas a dos enormes lagartos de unos 3 mtrs. cada uno, hembra y macho que se abalanzaban contra nosotros y nosotros pegamos un salto casi felino hacia la parte alta de la orilla, una vez arriba subimos a unos árboles.
Los lagartos querían arremeter contra nosotros, pero fueron cansándose, luego con movimientos lentos de la cola comenzaron a reunir los huevos y a cubrirlos nuevamente con las hojarascas y se echaron los lagartos a dormir con la cola hacia el rio y la cabeza hacia nosotros y cuidando sus huevos.
Mientras esto ocurría, nosotros tratamos de acomodarnos lo mejor en los arboles y esperar que los lagartos se durmieran y luego nosotros hacer el intento de ganar la canoa.
Había transcurrido  más de media hora del incidente y al parecer los lagartos dormían, pero cuando queríamos bajar, observábamos que los lagartos de cuando en cuando movían  su cola, es decir estaban despiertos.
Esta situación comenzó a desesperarnos, hasta que se escucho un potente rugido de otorongo cerca a nosotros, dejándonos casi paralizados y hasta que vimos salir de la espesura de la selva al enorme tigre y dirigirse hacia la orilla donde se encontraban los lagartos, que en ese momento se quedaron inmóviles sin dar señales de vida, como si realmente estuvieran muertos.
El tigre no nos había visto, porque su atención estaba en los lagartos, el tigre se sentó tranquilamente y lanzo otro potente rugido, sin que los reptiles optaran por moverse, ni abrir siquiera sus ojos.
Acto seguido el tigre empezó su festín, se acerco a la cola de uno de los lagartos y empezó a comerla. Durante esta operación el tigre removía al lagarto de un lado a otro, sin que este ofreciera resistencia ni se quejara por el intenso dolor que seguramente le producían las garras y los dientes del tigre al prenderse en sus carnes.
Luego se canso de este y paso a comer la cola del otro lagarto, en la misma forma como lo hizo con el primero. Cuando ya estuvo harto, se alejo de ellos y fue al rio a beber, luego se sentó en la orilla, lanzo otro rugido ensordecedor y se dirigió al bosque donde desapareció. Mientras tanto los lagartos apenas se sintieron libres de la presencia del tigre reaccionaron de inmediato y sin esperar más se lanzaron al rio con las colas mutiladas y sangrantes.
Carlos Velásquez Sánchez 
 

domingo, 1 de febrero de 2015


                  E L   H A R A G A N   Y   E L   P A L O M I L L A

Cuando nació, demoro en lanzar su llanto, la partera, luego de palmearle varias veces, recién lloro y ella dijo : “Nunca en los años que llevo de partera, vi un niño tan haragán y desde ahí, todos le conocían por haragán y no por su verdadero nombre.
El les decía, cuando ya sabía hablar: No me digan Arturo haragán , me llamo Arturo Ruiz Chujandama. Cierto, el niño se levantaba de su cama, después que todos se encontraban trabajando, su madre tenía que esperarle y servirle. Caso contrario no comía de pereza.
En el mismo pueblo, el mismo día que el nació lo hizo otro niño, la misma partera le atendió y vio que era muy vivazo, su nombre era Melvin Domínguez Pérez, más conocido como Melvin palomilla.
Pasaron los años y llamaba la atención la amistad que tenían Arturo y Melvin, se les veía caminar a todos lados juntos, se defendían ambos de cualquier agresión y celebraban juntos sus cumpleaños que era el 29 de junio: Día de San Pedro y San Pablo.
En la escuela, estudiaba junto con ellos un niño ya mayor, alto y gordo y tenía por costumbre exigir a sus compañeros que le dieran regalos o sea era un abusivo.
Cansado Melvin palomilla de esto, una mañana le dice a su amigo Arturito, en tu casa hay un carnero, en la tarde trae envuelto en un papelito unas tres bolitas de su isma, pero que estén frescas.
No puedo, me da pereza esperar que el borrego cague, mejor porque no vas tú a mi casa y lo haces.
Espera, creo que no me has entendido, eso le vamos a dar de comer al fastidioso y abusivo de Mantecoso, para que nunca más nos vuelva a fastidiar. Abusa porque nadie le hace el alto.
Bueno, si es por eso, tendré que hacer un esfuerzo, lo traeré. Más tarde, Arturo haragán, le dio el encargo a Melvin, lo envolvió en un papel de caramelo cada bolita y le dieron a Mantecoso, diciéndole : Te traemos unos caramelos importados, si es que no te gustan, nunca más te regalaremos nada. Ni Arturo ni yo.
Mantecoso se los llevo a la boca y de pronto comenzó a escupir, a la vez que corría al pozo de agua de la escuela,  a enjuagarse la boca. Todos los muchachos que vieron esto, se reían celebrando la broma que le jugaron los dos amigos al matón del Colegio. Era caca de carnero, lo que comió, ja, ja, ja, ja,ja, se reían sin cesar.
Después Mantecoso quería desquitarse del ridículo que le hicieron pasar y les amenazaba  con su puño cerrado a Arturo y a Melvin. A la hora de la salida, los dos niños abandonaron el salón junto a su profesor y por detrás les seguía el Mantecoso.
Una vez afuera, el profesor tomo rumbo a su casa y Mantecoso fue a golpearles, pero Melvin palomilla con una baladora le tiro una piedra en la frente que le tumbo de espaldas y desde aquel día todos le tenían un callado respeto al palomilla y se burlaban de Mantecoso que lucía la frente morada a consecuencia de la piedra que le tirara Melvin.
En un lugar conocido como el shapumbal,  se reunían los muchachos a jugar a los indios y soldados. Los indios se sacaban las camisas y cortaban los tallos de los helechos. Eran sus lanzas y los soldados hacían lo mismo.
Se iniciaba la guerra, todos corrían a esconderse, para poco a poco ir apareciendo y matando a sus adversarios.
Melvin palomilla se escondió entre las shapumbas, el Mantecoso lo vio, corto un tallo de tabaco caspi y lo lanzo a Melvin, que se quejo y desmayo. Todos se dieron a la fuga, dejando al desvanecido niño.
Luego sus amigos le echaron agua en su cara y se levanto llorando fuertemente y prometió que se desquitaría en cualquier momento.
Al día siguiente le ordeno a Arturo haragan, diciéndole :Arturito, en la tarde, tráeme tres isulas, los metes en una botellita y me lo entregas sin que nadie se dé cuenta.
¿ Porque no vas tu mismo a recogerlas?. Yo en cuanto llego a mi casa, como, luego me duermo, pues tengo mucha pereza.
Está bien, mal amigo, pero cuidado de hablar de esto o te pesara. En la tarde, en la formación, Melvin se coloco tras el Mantecoso y con un palito saco de la botellita dos isulas y las coloco en la camisa de Mantecoso, las isulas subieron hasta el cuello y le picaron, que Mantecoso grito fuertemente y salió corriendo de la formación y nadie dijo nada.
Una tarde hablo el profesor a sus alumnos: Ya que son tan burros, a ver si salvan su nota contando cuentos, a ver tu Melvin palomilla.
Una vez, mi cuñado Chancho, se fue a montear por Shima Uma, era muy valiente en aquel entonces, bueno, hoy día todos sabemos que es un talegario. En un aguajal, escucho comer a unos sajinos, olio el asnay de aquellos animales que apestan idem a sobaquina de chucuma. Se  acerco, apunto y disparo, allí mismo cayó muerto un sajino. Una perdiz voló asustada de su nido, quebrando los huevos que estaba incubando, de los cuales iban a nacer hermoso shanshitos.
¿ Como, que de los huevos de perdiz van a nacer shanshos?, pregunto el profesor.
El que está contando soy yo profesor y hago nacer lo que quiero de aquellos huevos. Por si no lo saben amigos, la perdiz le burlaba a su esposo con un shansho.
Bueno, mi cuñado cargo en hombros al sajino y lo llevaba a su casa, hombreándolo, paso por debajo de un árbol caído, paso y se dio cuenta de que el sajino pesaba más, entonces miro hacia arriba y vio que sobre el sajino iba un tigre intentando comer al sajino, entonces Chancho con la mano que tenia libre le tiro un puñetazo al tigre, que rugiendo fuertemente se escapo monte adentro con un ojo negro e hinchado.
El profesor le dijo: Sabes engañar Melvin palomilla, cuando seas grande serás un escritor.
A ver, tu, Arturito ¿ Que nos vas a contar ? O es que para esto tienes pereza.
Mi primo Manuel cuando era niño vivía con sus padres en la chacra y un día vio que varios chanchos  comían el arroz que soleaban en el patio de la casa y comenzó a arrearlos diciendo: Shoo, shoo, shooo, fuera chanchos ladrones y así arreándoles, e fueron alejando.
Luego, llegaron sus padres y preguntaron a la abuelita sobre el paradero de su hijo Manuel.
No lo se, estaba jugando en el patio, lo buscaron durante tres días y lo encontraron con una rama diciendo : sho, shoo, shooo, lárguense chanchos rateros.
Sus padres no veían nada alrededor y de inmediato comprendieron lo que había sucedido.
Le robo el chullachaqui, dijo su padre. Tendremos que bautizarle de inmediato. Vámonos hijo que debes tener mucha hambre.
No papa, ya comí bastantes aguajes, le respondió el niño. Muy bueno, tu cuento, haragán. Perdón Arturito.
A ver, tu, Tedy, dirigiéndose al Mantecoso ¿ Que nos vas a contar ?.
Bien, mi tio Toribio, que ahora es contador, cuando era niño y como no había baño, hacia sus necesidades en el campo, por las noches con su alcuza (lámpara) se iba tras de la casa, en donde había una piedra grande y allí hacia sus necesidades.
En esos días, las gallinas amanecían sangrando, investigaron el motivo y descubrieron que los mashos les estaban chupando la sangre. Algunas aves se morían bien poshecas y sus abuelos decidieron quemar ají pucunucho por las noches para que no se acercaran estos mashos.
Venían las lluvias  y el ají se regaba por el suelo y todo lo que se encontraba por allí se impregnaba con el ají.
Las gallinas dormían en los arboles, no había gallinero.
Y una noche Toribio, fue a hacer su necesidad bajo uno de esos árboles, como en aquel entonces no había papel higiénico, se limpiaban con tuzas de maíz, con hojas o con alguna piedra.
Toribio luego que termino, se limpio con una tuza de maíz y que estaba impregnada con ají. Al poco rato , entro corriendo a su casa, llorando fuertemente y tuvo que permanecer como dos horas cutulo sentado en el agua hasta que le pasara el ardor del aji pucunucho en su “chunchuy muyuna”.
Y así todos los alumnos, hasta el profesor se rieron con el cuento del Mantecoso.

Carlos Velásquez Sánchez
Domingo,01 de Febrero del 2015

                   E L   B U F E O   C O L O R A D O


Clara estaba disfrutando de sus vacaciones escolares en casa de su hermana Juana, a orillas del rio Marañón en la desembocadura del rio Samiria. Era una chiquilla muy bonita , que acababa de cumplir sus 15 años. Todas las tardes a la caída del sol, acostumbraba ir a sentarse en una banquita que había cerca a la orilla para contemplar el paisaje y de cuando en cuando veía saltar a un pez de gran tamaño.
Cierto día que estaba en contemplación,  de repente vio sobresalir del agua, a corta distancia de la orilla una enorme caña de azúcar sostenida verticalmente por una mano,  al parecer de un ser humano, ella se quedo mirando este hecho y luego desapareció.
Clara corrió a su casa a contar a su hermana lo que había visto y su hermana le dijo: Haz visto mal hermanita o has visto visiones de tanto mirar al rio, no vuelva a ir al rio.
Pasaron unos días y la muchacha sin escuchar los consejos de su hermana, seguía yendo sola y se sentaba en el mismo sitio. Una de esas tardes, vio salir del agua una bola brillante, que parecía que era de cristal y estaba sostenido por una mano que se acercaba hacia el puerto , como invitándola a bajar para recogerla.
La chica asustada corrió a su casa y justo tropezó en el patio con su cuñado que en ese momento regresaba de su chacra, sin decirle nada le cogió del brazo y le llevo al puerto. El cuñado asombrado se  dejo llevar, sin ofrecer resistencia y le dijo ella : Ahora vas a mirar al puerto Samuel y vas a ver una bola brillante que la sostiene en el aire una mano que sobresale del agua.
Samuel miro al rio y no había nada, porque la bola había desaparecido. Este le dijo : Tú has visto visiones y todavía me haces correr para creer tu cuento. Lo que pasa es que te has quedado dormida en la orilla y has soñado, luego haz despertado y haz corrido creyendo haber visto una realidad.
La chica le conto a su hermana nuevamente y ella le dijo que era su imaginación y le llamo otra vez la atención por no escuchar sus recomendaciones.
Por la noche cuando Clara dormía, Juana le manifestó su preocupación a su marido y acordaron consultar a un compadre que era entendido en estos asuntos.
Al día siguiente fueron a buscar al compadre y le contaron todo lo que había visto la chica y este les dijo que la cuidaran mucho, porque el bufeo colorado quería llevársela y les recomendó que nunca la dejen sola, que evitara ir al puerto sin compañía y que no viaje en canoa.
Así lo hicieron, pero un día tenían que asistir a una velación y se vieron obligados a dejar a Clara en casa, acompañada de dos sobrinos menores, le recomendaron que no saliera de la casa por nada, que durmiera con sus sobrinitos y que por la noche trancara bien la puerta y que no abriera a nadie, así sea la persona conocida.
Clarita tranco bien la puerta de su dormitorio a las 6.00 p.m. y permanecieron despiertos hasta las 8.00 p.m. hora en que los pequeños se quedaron dormidos y en cambio la chica no podía dormir.
Serian las 10.00 p.m. cuando de pronto escucho ruidos y voces en el puerto, como si se tratara de viajeros que llegaban, pero ella sabía bien que su familia no llegaría hasta el día siguiente, los perros salieron a la carrera ladrando furiosamente, dirigiéndose a la orilla, luego los recién llegados se dirigieron a la casa fustigados por los perros, pero de pronto los perros corrieron a meterse bajo la casa, aullando lastimeramente, sin atreverse a salir de nuevo.
Clarita asustada oía todo, luego pudo distinguir las sombras de tres personas que subieron a la casa y tocaron la puerta sin decir una palabra.
La chica estaba callada, mientras los extraños seguían toando la puerta con insistencia y después de largo rato, al ver que nadie les abría y que todo estaba en silencio, escucho una voz que decía :”  Esta vez hemos fracasado, pero la próxima no escapara y será mía para siempre. Vámonos, antes de que venga alguien al escuchar los ladridos de estos malditos perros”.
Los desconocidos visitantes descendieron del emponado y se dirigieron al puerto, perseguidos por los perros que no cesaba de ladrar. Luego se oyó claramente la caída de tres cuerpos pesados al agua, uno tras otro y lo más extraño es que no se escucho ruidos de remos ni de canoas.
La chica dominada por la fuerte emoción sufrida, no tardo en quedarse dormida profundamente. Cuando llegaron sus familiares les conto lo sucedido, pero ellos no le hacían caso, porque pensaron que lo había soñado.
Y consultaron a su compadre el caso de Clarita, este les volvió a repetir que el bufeo colorado quiere llevarse a la chica, que tienen que cuidarla mucho y no la vuelva a dejar sola con los chicos, ni menos acercarse al rio.
Pasaron dos meses  de estos acontecimientos, todo estaba tranquilo. Hasta que se preparo una gran fiesta para celebrar las Bodas de Plata de los dueños de la casa Juana y Samuel, se lleno grandes tinajones de masato, guarapo, aguardiente de caña, mistela y se preparo los mejores cerdos y aves, se horneo gran cantidad de tortillas.
A las 7.00 p.m. comenzaron a llegar los invitados y se inicio el baile al son de las marineras, chimaichis, valses, polkas, tanguiños, etc. que sin descanso tocaba el conjunto compuesto de varios instrumentos como guitarras, mandolinas,  cabaquiñas, flautas, quenas y los infaltables tambor, bombo y platillos.
Había mucha gente y entre esta no falto desconocidos para los dueños de casa y había dos jovencitos bien parecidos que vestían iguales pantalón y camisas oscuras y una especie de gorro en la cabeza que no se lo quitaban para nada y la fiesta seguía.
En eso el compadre se acerco a Samuel y tomándole del brazo le llevo al patio disimuladamente, allí le expreso sus temores y sospechas respecto a los dos muchachos desconocidos que habían llamado su atención desde el principio y que había preguntado entre los presentes y ninguno dijo conocerlos.
Compadre, le dijo: Estos son seres de otros mundos, estos son dos bufeos colorados bajo apariencia humana, quieren logra su propósito de llevarse a Clarita y a uno de ellos ya le he visto bailar varias veces con ella.
Pero no se preocupe compadre, porque ya trace mis planes para descubrir sus verdaderas identidades y ojala no me equivoque. El plan consistía en que tres de los muchachos conocidos, los mas apuestos y fuertes, se turnarían en bailar con Clarita, sin dar oportunidad a los forasteros, mientras otro grupo de cinco personas trataran de embriagarles invitándoles a beber seguido bajo cualquier pretexto, teniendo cuidado de que alguien se encargara de echar un buen tabacazo en las copas de los dos desconocidos.
En esta forma se les haría olvidar el tiempo hasta llegar a la medianoche, ya era sabido que estos personajes eran lo que se suponía, no pueden pasar de las doce de la noche sin convertirse en lo que realmente eran : bufeos.
Todo iba saliendo muy bien, los minutos avanzaban  hasta que el reloj marcaba un cuarto para las doce y ya se les notaba muy inquietos a los forasteros, mirando a todos lados. Cinco minutos antes de las doce, uno de ellos pidió permiso para orinar, el otro quiso también seguirle, pero le invitaban a seguir tomando.
Cuando faltaban dos minutos para las doce, el primero que bajo, llamo desde el patio a su compañero, diciéndole que ya era hora de partir. Este bruscamente salió del grupo y pego un salto del emponado ante la sorpresa de todos los extraños y corrían velozmente, tambaleándose hacia el rio.
El que esperaba abajo llevaba la delantera, el otro le seguía a corta distancia, pero tropezó antes de alcanzar la orilla, cuando llegaron los muchachos a su lado para retenerlo, se encontraron con un enorme bufeo colorado que se retorcía, tratando de llegar al rio, al mismo tiempo que escucharon el chapuzón del otro que logro ganar la orilla antes de que el reloj marcara las doce en punto.
En la fiesta hubo lloriqueos, sollozos, gritos histéricos, desmayos, las mujeres se hacían las mil cruces y los hombres juraban acabar con todos los bufeos colorados.
Clarita regreso al día siguiente a la ciudad y ahora vive feliz al lado de su esposo y sus numerosos hijos.
Carlos Velásquez Sánchez