martes, 28 de noviembre de 2017

EL PAUCAR Y LA LUPUNA


                             (MIULER VASQUEZ GONZALES)

EL paucar antes era hombre, vivía en un pequeño poblado cerca de un rio, con su mujer e hijos.

Un día le paso algo extraño, había salido de madrugada igual que de costumbre, con su hacha para traer leña y fue a dar a un bosque de arboles completamente secos, se alegro y de inmediato empezó a talar estos árboles.

Para su desgracia, la madera resulto demasiado dura e impenetrable. Triste y contrariado el hombre pensó en retornar, pero aun no había conseguido nada de leña y se le ocurrió una idea descabellada, la de prenderle fuego para que ese bosque no se burle de él.

Saco una cajita de fosforo, prendió un palillo, la arrojo a un árbol y espero. No hubo fuego y de la nada un viento soplo con insistencia apagándolo todo, como una señal para que no siga queriendo prender fuego.

Pero el hombre encendió mas palillos de fósforos y los fue rogando en cada árbol, cuando termino, sin saber cómo ni porque, estuvo en medio del bosque, donde había un árbol que no estaba seco, enorme y extraño de tallo abultado y el fuego se levantaba imparable.

Desesperado el hombre trepo el árbol, cuando estaba subiendo, una pequeña llama se impregno en parte de su ropa y estuvo encendido durante un buen tiempo.

Una vez arriba en la copa del árbol hizo esfuerzos para apagar el fuego que le quemaba sin parar. Se puso tan pálido, que la parte delantera de su cuerpo se volvió completamente amarillo y al  mismo tiempo el humo del incendio fue impregnándose en su espalda, tiñéndolo de negro.

Negro y amarillo fue el color de su piel y comenzó a pedir ayuda, gritaba fuerte, desesperado, pero sus lamentos nadie los oía.

No supo en que momento su boca se convirtió en un pico, ni como su piel termino cubriéndose de plumas, no obstante alzo vuelo y se retiro.

Y bajo en una laguna a tomar agua y en las aguas cristalinas vio que se había convertido en un  pájaro de colorido plumaje, vistoso y poseedor de cualidades superiores a las de las demás aves, pero su canto era estridente y poco melancólico.

Vio que su cuerpo era ennegrecido, manchas amarillas cerca de su pecho, su pico ¡todo!

Desde entonces el paucar trato de hablar, pero lo único que pudo lograr fue un llanto parecido al de los niños, risas de mujeres y el canto de uno que otro animal.

Un día resuelto a solucionar sus problemas y convertirse  nuevamente en hombre, busco el árbol donde se inicio su desgracia: la lupuna, posándose en sus ramas y le hablo así: ¿Qué me has hecho árbol? ¿ Y porque ?.

La lupuna le respondió: Lo que eres , te lo hiciste tu. Destruiste parte de esta vida, de tu mundo, por ello seguirás siendo una ave para siempre y los humanos querrán matarte cuando te vean.

Dirán ellos que tu presencia no es benigna, que traes malas noticias y tus mismos hijos van a intentar quitarte la vida.

El paucar no quiso seguir escuchando: ¡Basta! Pareció decir y se fue volando en busca de su familia abandonada, no había regresado antes, era la primera vez que lo hacía y sintió un gran temor al imaginar que no podrían reconocerle.

De pronto vio a sus hijos, los reconoció de lejos, caminando cerca del rio estaban crecidos, fuertes, muy parecidos a él cuando era hombre.

Quizás si les hablaba, pensó de repente de que ellos se darían cuenta de que su padre había regresado y se acerco a explicarles a su modo, de la única forma que podía quien era actualmente.

Sin embargo los jóvenes se alertaron ante el extraño suceso y uno de ellos cogió una piedra, pero en el instante en que levantaba la mano del suelo una serpiente le mordió en el brazo, el otro se resbalo y cayó sobre una roca hasta quedar inconsciente.

Afortunadamente un poblador que estuvo cerca observando, acudió a brindar auxilio a los hijos del paucar, los levanto, llamo a la madre y está acompañada de su nueva pareja un hombre bastante fornido dijo: Maten a ese pájaro.

Los hijos estuvieron de acuerdo, incluso el que se había resbalado se atrevió a lanzar una piedra que casi se lleva la cabeza del ave.

Estos pájaros no son buenos, traen peligro y se juntaron piedras y palos dispuestos a matar al paucar.

El paucar a tiempo  escapo de morir y voló hasta el árbol de la lupuna, este pareció reírse de su desgracia y no le hizo caso a sus suplicas.

El paucar decidió quedarse, por si alguna vez recuperase su forma humana.

En las ramas mas altas de la lupuna hizo su nido de forma esférica con restos de hojas y lianas colgantes y los hombres que siempre pasaban por allí trataban de matarlo y le oian cantar, hizo un convenio con unas avispas. Ofreciéndose en limpiar sus panales a cambio  de resguardo.

Los insectos aceptaron y desde aquella vez el paucar cohabita con las avispas que se enfurecen con facilidad y cumplen con su parte del convenio.

Pero, el árbol de la lupuna aparte de albergar al paucar, tiene su “madre” y la gente no se acerca mucho cuando cruza por ahí, más bien se aparta y busca otro camino, porque además de escuchar las maldiciones y malas noticias del paucar, bien podría un chullachaqui interrumpir su avance.

Un día un cazador se acerco más de lo necesario y acabo mal. Había estado siguiendo el rastro de una huangana todo el día, sin imaginar que llegaría hasta la lupuna y fue que las grandes aletas de este árbol se abrieron para dar paso a un túnel oscuro y ancho que parecía que allí vvian huanganas, venados, pichicos, maquisapas, manacaracos, pinshas, guacamayos y otros animales que el cazador se imagino estar comiendo con su familia.

Entro al túnel, guiado por la codicia y de pronto las aletas se cerraron al instante.

Y vio de pronto unos ojos brillantes en el aire encima de su cabeza, otros enfrente y al costado.

Eran ojos de animales gigantes, raros, incompletos algunos, por ejemplo la huangana tenia cabeza de pinsha, el manacaraco cuernos de venado, los paujiles podían correr con cuatro patas y cada animal tenía sus propias rarezas.

El cazador enmudecido de miedo, se arrincono junto a unos enormes hongos. La huangana molesta y erguida sobre sus patas traseras, fue hasta él y le dijo amenazante :Podemos comerte, nos agradaría tu carne, todos estamos seguros de eso y dirigiéndose a los demás les dijo: Verdad que si y todos se rieron.

La huangana le dijo: Yo solo quiero tu cabeza, que agradable deben ser tuso ojos y tus orejas.

De pronto escucho una risa y vio a un hombre encorvado, viejo, narizón, envuelto en una piel larga y dorada, vio que sus pies eran grandes y  poseedores de uñas horrendas.

El cazador no pudo mas , vomito y su mano izquierda dio con el gatillo de su escopeta y con furia jalo de el mas de una vez y las aletas del árbol de la lupuna se abrieron.

Hasta hoy el cazador sueña con animales deformes y si por una casualidad una lupuna se atraviesa en tu camino, recuerda a su “madre”, en su mente ve su horrorosa cara y aquellos pies tan descomunales y sufre por los escalofríos que terminan por darle fiebres altas.

Carlos Velásquez Sánchez


domingo, 26 de noviembre de 2017

PEPE CHOCLO

Pepito era un niño extremadamente blanco, tiene el cabello rubio y unas impresionantes pecas en las mejillas y en la nariz.
Cierta vez regresando de la escuela ingreso en su casa con el rostro rojo y lágrimas en los ojos.
Su mamita Isabel al verlo así, se alarmo y le pregunto; Hijito ¿Qué tienes? ¿Por qué estas llorando?
Mamita Isabel, se le acerco frotándole la cabeza.
Cuéntale a tu mamita lo que te pasa, hijito mío.
Pepito, levantando la cabeza y limpiándose las lágrimas, le contesto: “No me gusta que en la escuela me digan Pepe Choclo.
Pero hijito, ya te dije que no les hagas caso, tus compañeros son bromistas, te dicen así porque te quieren.
Pepito se puso de pie y le dijo: No, mamita Isabel, solo a mí me llaman por ese apodo, al resto le llaman por sus nombres.
Mamita Isabel, se cubrió el rostro con las manos y empezó a llorar.
Pepito alarmado al verla así, se abrazó a su cintura: Mamita Isabel, porque lloras, te pido que no llores.
Si quieres no hare caso que mis amigos me llamen así, pero no llores, Mamita Isabel, le dijo el pequeño.
Entonces Mamita Isabel, le tomó del brazo con mucha suavidad y cariño le condujo a un sillón grande en la sala, sentándose en el, abrazo al niño y recostó su cabeza en el regazo.
Hijito mío, no eres la causa de mi llanto, te voy a contar una historia que ocurrio acá en el pueblo.
Al final, estoy segura dejara de molestarte que te llamen por se apodo dijo Mamita Isabel.
Cierta vez, hace varios años, llego al pueblo un joven europeo, muy apuesto y encantador, su nombre era Jack, era muy blanco y tenía el cabello rubio.
Como era de esperarse causo admiración entre todos los pobladores, sobre todo en las chicas de ese entonces. Tenía 28 años y estaba viajando por los países de América del Sur, conociendo las culturas, como el mismo me conto en un español no bien pronunciado.
Una chica de 18 años se enamoró perdidamente de el y entonces comenzó a  acompañarle a diferentes lugares y chacras a donde iba a conocer a pobladores de la selva.
El joven europeo también se enamoró de la chica, iniciándose entre ambos una relación de amor y ternura que la chica nunca había vivido.
Producto de esa relación nació un niño hermoso y robusto a quien su mamita le puso el nombre de José.
A los pocos meses de nacido todos los vecinos del barrio conocían al pequeño y hermosos bebe como Pepito, quien tenía el cabello rubio y era blanco como su papa Jack.
La joven mujer callo, Pepito la miro al rostro y agrandando sus ojos, dijo:”¿ Pepito como yo?, la mujer movió la cabeza afirmando.
¿Quieres saber algo más, Pepito? Le pregunto ella.
Y donde esta ese bebe, mamita Isabel?
Ella sonrió y frotándole la cabeza le dijo: “Él bebe ahora es un niño, está junto a mí y eres tu mi amor.
Pepito se sentó rápidamente y miro a su madre interrogante.
Si, hijito él bebe hermoso que te mencione eres tu y la chica que siguió al europeo porque se enamoró de él. Soy yo o sea tu papa es Jack.
Por eso eres blanco y tienes los cabellos rubios como tu padre y por eso tus amigos te dicen Pepe Choclo, porque el maíz choclo tiene unos hilos sedosos amarillos y sus granos son blancos.
El niño le dijo :¡ Y dónde está mi padre , mamita Isabel?
Ella se puso de pie y tomando de la mano al niño le dijo:” Ven. Pepito, lo condujo a su habitación, abrió un cofre de madera que lo tenía con llave, saco una fotografía y se lo mostro a Pepito.
El es Jack, tu papa, le dijo.
Pepito mira la foto y dijo: es alto, blanco y rubio.
Pepito le pregunto a su mama ¿Dónde está el mamita Isabel?
Él está en su país Noruega, partió antes de que tu nacieras, sin saber que yo estaba embarazada.
Al partir, me dijo que al año siguiente, volvería para casarse conmigo, porque estaba enamorado de mí.
Pero ya ves, han pasado siete años y no se sabe nada de él.
Pepito abrazo fuertemente a su mama: No importa mamita Isabel , no llores, ya veras que ya no diré nada, ni me molestare cuando mis amigos me digan Pepe Choclo.
Paso un tiempo y Pepito se sentía feliz, había aprendido a aceptar el apodo que sus amigos le pusieron, siempre explicándoles la razón de su blanca piel y cabellos rubios, aunque nadie le creía, aun así se sentía feliz.
Y cuando ya iba a cumplir 08 años le dijo a su mamita Isabel que le va a regalar por su cumpleaños.
Su madre le dijo: A ver, a ver ¿Qué quieres que te regale?, ya se le dijo la madre, te comprare lo que vienes queriendo hace dos años ¡una bicicleta! Que te parece y corrió a abrazar a su madre.
En ese momento alguien toco la puerta de su pequeña casita, Pepito fuer a abrir la puerta y grande fue su sorpresa y susto al ver a un hombre alto, blanco, rubio y barbudo parado en la puerta cargando una gran mochila.
¿Acá vivir Srta. Isabel? Pregunto el extraño.
Pepito solo atino a mirar a su madre que al instante reconoció a Jack y se unieron en un fuerte abrazo.
Pasa Jack – le dijo mamita Isabel.
Luego de acomodar sus cosas y conversar de sus recuerdos, Jack miro al niño, quien en todo momento estaba junto a ellos.
Este niño hermoso, ser tu hijo pregunto Jack.
Si Jack, es nuestro hijo.
Cuando partiste de viaje, no sabías que estaba embarazada, por eso no te lo dije.
¿Verdad? ¿Es nuestro hijo?
Jack tomo al niño y lo abrazo. Pepito está feliz, estaba viendo a su padre por primera vez y le caía bien.
Jack lleno de besos y abrazos al niño y a la mujer.
Yo venir a casarme  contigo y encuentro sorpresa, dijo Jack.
Pepito Choclo comprendió de inmediato que aquel hombre llamado Jack era en verdad su padre y que había venido de tan lejos por amor a su madre y a el, para casarse finalmente y ser felices.
Jack e Isabel prepararon los papeles para el matrimonio.
Fue un acontecimiento nunca antes visto en el pueblo y todos en general admiraron a Pepito Choclo quien caminaba orgulloso junto a sus padres por el pueblo.
Luego anunciaron a todos el viaje de los recién casados a Europa, incluido Pepito Choclo.
El día del viaje los amigos y compañeros de la escuela de Pepito se acercaron a despedirlo. Todos decían chau Pepito. Feliz viaje.
Pepito sonreía feliz junto a sus padres, subidos en un tremendo camión que los llevaría a Lima y de ahí en avión a Europa.
Y cuando el camión salía del pueblo, todos le despedían levantando las manos a los viajeros, uno de sus amigos a la distancia grito: Chau, Pepito Choclo.
Pepito lo miro y sonrió contento, diciéndole CHAU AMIGO.
Carlos Velásquez Sánchez