domingo, 26 de noviembre de 2017

PEPE CHOCLO

Pepito era un niño extremadamente blanco, tiene el cabello rubio y unas impresionantes pecas en las mejillas y en la nariz.
Cierta vez regresando de la escuela ingreso en su casa con el rostro rojo y lágrimas en los ojos.
Su mamita Isabel al verlo así, se alarmo y le pregunto; Hijito ¿Qué tienes? ¿Por qué estas llorando?
Mamita Isabel, se le acerco frotándole la cabeza.
Cuéntale a tu mamita lo que te pasa, hijito mío.
Pepito, levantando la cabeza y limpiándose las lágrimas, le contesto: “No me gusta que en la escuela me digan Pepe Choclo.
Pero hijito, ya te dije que no les hagas caso, tus compañeros son bromistas, te dicen así porque te quieren.
Pepito se puso de pie y le dijo: No, mamita Isabel, solo a mí me llaman por ese apodo, al resto le llaman por sus nombres.
Mamita Isabel, se cubrió el rostro con las manos y empezó a llorar.
Pepito alarmado al verla así, se abrazó a su cintura: Mamita Isabel, porque lloras, te pido que no llores.
Si quieres no hare caso que mis amigos me llamen así, pero no llores, Mamita Isabel, le dijo el pequeño.
Entonces Mamita Isabel, le tomó del brazo con mucha suavidad y cariño le condujo a un sillón grande en la sala, sentándose en el, abrazo al niño y recostó su cabeza en el regazo.
Hijito mío, no eres la causa de mi llanto, te voy a contar una historia que ocurrio acá en el pueblo.
Al final, estoy segura dejara de molestarte que te llamen por se apodo dijo Mamita Isabel.
Cierta vez, hace varios años, llego al pueblo un joven europeo, muy apuesto y encantador, su nombre era Jack, era muy blanco y tenía el cabello rubio.
Como era de esperarse causo admiración entre todos los pobladores, sobre todo en las chicas de ese entonces. Tenía 28 años y estaba viajando por los países de América del Sur, conociendo las culturas, como el mismo me conto en un español no bien pronunciado.
Una chica de 18 años se enamoró perdidamente de el y entonces comenzó a  acompañarle a diferentes lugares y chacras a donde iba a conocer a pobladores de la selva.
El joven europeo también se enamoró de la chica, iniciándose entre ambos una relación de amor y ternura que la chica nunca había vivido.
Producto de esa relación nació un niño hermoso y robusto a quien su mamita le puso el nombre de José.
A los pocos meses de nacido todos los vecinos del barrio conocían al pequeño y hermosos bebe como Pepito, quien tenía el cabello rubio y era blanco como su papa Jack.
La joven mujer callo, Pepito la miro al rostro y agrandando sus ojos, dijo:”¿ Pepito como yo?, la mujer movió la cabeza afirmando.
¿Quieres saber algo más, Pepito? Le pregunto ella.
Y donde esta ese bebe, mamita Isabel?
Ella sonrió y frotándole la cabeza le dijo: “Él bebe ahora es un niño, está junto a mí y eres tu mi amor.
Pepito se sentó rápidamente y miro a su madre interrogante.
Si, hijito él bebe hermoso que te mencione eres tu y la chica que siguió al europeo porque se enamoró de él. Soy yo o sea tu papa es Jack.
Por eso eres blanco y tienes los cabellos rubios como tu padre y por eso tus amigos te dicen Pepe Choclo, porque el maíz choclo tiene unos hilos sedosos amarillos y sus granos son blancos.
El niño le dijo :¡ Y dónde está mi padre , mamita Isabel?
Ella se puso de pie y tomando de la mano al niño le dijo:” Ven. Pepito, lo condujo a su habitación, abrió un cofre de madera que lo tenía con llave, saco una fotografía y se lo mostro a Pepito.
El es Jack, tu papa, le dijo.
Pepito mira la foto y dijo: es alto, blanco y rubio.
Pepito le pregunto a su mama ¿Dónde está el mamita Isabel?
Él está en su país Noruega, partió antes de que tu nacieras, sin saber que yo estaba embarazada.
Al partir, me dijo que al año siguiente, volvería para casarse conmigo, porque estaba enamorado de mí.
Pero ya ves, han pasado siete años y no se sabe nada de él.
Pepito abrazo fuertemente a su mama: No importa mamita Isabel , no llores, ya veras que ya no diré nada, ni me molestare cuando mis amigos me digan Pepe Choclo.
Paso un tiempo y Pepito se sentía feliz, había aprendido a aceptar el apodo que sus amigos le pusieron, siempre explicándoles la razón de su blanca piel y cabellos rubios, aunque nadie le creía, aun así se sentía feliz.
Y cuando ya iba a cumplir 08 años le dijo a su mamita Isabel que le va a regalar por su cumpleaños.
Su madre le dijo: A ver, a ver ¿Qué quieres que te regale?, ya se le dijo la madre, te comprare lo que vienes queriendo hace dos años ¡una bicicleta! Que te parece y corrió a abrazar a su madre.
En ese momento alguien toco la puerta de su pequeña casita, Pepito fuer a abrir la puerta y grande fue su sorpresa y susto al ver a un hombre alto, blanco, rubio y barbudo parado en la puerta cargando una gran mochila.
¿Acá vivir Srta. Isabel? Pregunto el extraño.
Pepito solo atino a mirar a su madre que al instante reconoció a Jack y se unieron en un fuerte abrazo.
Pasa Jack – le dijo mamita Isabel.
Luego de acomodar sus cosas y conversar de sus recuerdos, Jack miro al niño, quien en todo momento estaba junto a ellos.
Este niño hermoso, ser tu hijo pregunto Jack.
Si Jack, es nuestro hijo.
Cuando partiste de viaje, no sabías que estaba embarazada, por eso no te lo dije.
¿Verdad? ¿Es nuestro hijo?
Jack tomo al niño y lo abrazo. Pepito está feliz, estaba viendo a su padre por primera vez y le caía bien.
Jack lleno de besos y abrazos al niño y a la mujer.
Yo venir a casarme  contigo y encuentro sorpresa, dijo Jack.
Pepito Choclo comprendió de inmediato que aquel hombre llamado Jack era en verdad su padre y que había venido de tan lejos por amor a su madre y a el, para casarse finalmente y ser felices.
Jack e Isabel prepararon los papeles para el matrimonio.
Fue un acontecimiento nunca antes visto en el pueblo y todos en general admiraron a Pepito Choclo quien caminaba orgulloso junto a sus padres por el pueblo.
Luego anunciaron a todos el viaje de los recién casados a Europa, incluido Pepito Choclo.
El día del viaje los amigos y compañeros de la escuela de Pepito se acercaron a despedirlo. Todos decían chau Pepito. Feliz viaje.
Pepito sonreía feliz junto a sus padres, subidos en un tremendo camión que los llevaría a Lima y de ahí en avión a Europa.
Y cuando el camión salía del pueblo, todos le despedían levantando las manos a los viajeros, uno de sus amigos a la distancia grito: Chau, Pepito Choclo.
Pepito lo miro y sonrió contento, diciéndole CHAU AMIGO.
Carlos Velásquez Sánchez



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