jueves, 29 de marzo de 2012

E L B R U J O C H E J O

En las alturas del Tapiche, vivía don Isaías con su familia y un día la esposa de Ishaco fue víctima de una fuerte infección en el tobillo izquierdo.
La dolencia iba en aumento, hasta hacerse insoportable que la paciente no podía dormir con los dolores.Los vecinos que iban a visitar a la enferma no cesaban de recomendar la intervención de un brujo que podía curar el “daño” causado por otro.
Y la paciente pidió a su esposo para que la vea un renombrado brujo de las cercanías.
Así llegó a la casa el hechicero Rosalío Pezo, quién apenas examinó la llaga de la señora afirmó que era un daño causado por otro hechicero famoso, de quién se contaban muchas hazañas de brujería y cuyo misterioso poder era del mismo diablo.
Luego de examinar a la paciente, Rosalío se dirigió a don Isaías y le dijo:
- Esta noche va a venir su “yachay” del Chejo y tú vas a matarlo con tu escopeta, para que no le yape más a mamá Antolina.
- Yo volver mañana para comenzar curación y se fué.
¡Aura sí! Esto será una competencia entre los dos brujos.
El jefe de la casa ordenó a su hijo mayor que vigilara el tambo y se prepare para dar caza con su vieja escopeta al visitante nocturno: el “ yachay” del brujo Chejo.
Hasta que llegó la medianoche. Reunidos todos en el cuarto de la enferma, ya casi se habían olvidado de la visita del siniestro mensajero del Chejo.
Cuando de pronto se escuchó el rechinamiento de la puerta de la habitación que los paralizó de temor. El hijo que hacía la guardia disparó su escopeta,un instante después el padre aparecía en la habitación con el cadáver de un pequeño búho.
Al día siguiente, el brujo Rosalío puso en práctica el más extraño método curativo. Lavaba con el cocimiento de diversas hierbas la llaga de la paciente, chupaba varias veces, colocando entre la herida y sus labios un pedazo de tela blanca limpia.
A cada chupada, le echaba una pequeña cantidad de licor y con el cocimiento, el brujo extraía de la llaga el mal y lo lanzaba por los aires hacia el otro brujo que había originado el daño.
Cierta mañana, terminada la novena curación, se escuchaban gritos y amenazas fuera de la casa contra el brujo Rosalío por alguien que llegaba.
Rosalío sereno cogió su machete y fue seguido del dueño de casa al encuentro de su provocador.
Afuera, un hombre de raro aspecto que tenía la cabeza chata, una gran nariz de papagayo, orejas grandes, alto y un cuello flaquísimo, con los ojos rojos que parecían despedir candela, se hallaba parado en una actitud desafiante y cogiendo un machete filudito.
Este hombre era el brujo Chejo en persona, el rey de los Brujos del Alto Tapìche, que era un hechicero que podía mantenerse sumergido en el río durante muchas horas.
El brujo Chejo le dijo al brujo Rosalío: ¡ Hey sabido que quieres echarme la contra. También mian dicho que quieres echarme la culpa del daño de mamá Antolina.¡ Acércate, para que me conozcas!.
De pronto se escuchó un enérgico grito lanzado por don Isaías. Que inmovilizó a los dos brujos, en el preciso instante en que se disponían a pelear a machetazos.
Isaías le dijo a Rosalío¿ Quién es ese hombre? ¿ Qué quiere contigo? ¡ Apártense carajo o les baleo a ambos! ¡ Obedezcan y suelten los machetes, sino aquí mueren los dos baleados.
Poco a poco se fue aplacando la cólera de ambos brujos, quienes después acompañando a Isaías se presentaron ante la enferma, en cuya presencia el brujo Chejo afirmó no ser él, el causante del daño.
Entonces, ambos brujos reconciliados, bebían el masato que les convidaba la dueña de casa.
Días más tarde, la dolencia de doña Antolina iba disminuyendo, iba sanando y su esposo Isaías la trasladó a la ciudad de Iquitos donde se viene recuperando.

Carlos Velásquez Sánchez

viernes, 23 de marzo de 2012

E L A R B O L E N C A N T A D O

Hijo de Estrellas, era un niño que vive desorientado por el mal comportamiento de sus mayores. Cierto día abandona su choza, aborda su canoa y la conduce por la Quebrada de Cumancay.
Observa que los peces están agitados, surcan el agua velozmente como transtornados y le resulta imposible dirigir sus flechas con acierto.
Hijo de Estrellas, acerca su canoa a un árbol y vé que sus frutos revientan, esparciendo sus semillas en el viento, las que caen al agua son devoradas por los peces y al instante remontan vuelo por los aires.
A los pájaros les sucede lo contrario, tan pronto comen las semillas se lanzan al agua y se sumergen como si fueran peces.
Hijo de Estrellas queda maravillado, abandona su canoa,llega hasta el árbol encantado, trepa, alcanza su copa, llena su bolso con sus hojas y frutos de dicho árbol y desciende.
Más tarde, llega a su choza, su madre se extraña de verlo regresar sin pesca, ve a su hijo sacar de su bolso las hojas y frutos, que lo comienza a moler, hasta volverlos en una pasta amarillenta que lo diluye en una tinaja.
Su madre que le está viendo, le pregunta: ¿Qué haces, hijo? Y él le dice: Lo que vés mamá.
Luego, Hijo de Estrellas comienza a regar esta sustancia por el frente de su choza y sigue haciéndolo por el terreno de las chozas vecinas.
Su mamá se alarma y corre advirtiendo a la gente: No abandonen sus casa por ningún motivo. Algo malo se avecina y sus vecinos le obedecen.
¡Pase lo que pase, no nos moveremos de nuestras casas!
Una zoncera- exclama un joven-riéndose del miedo de la gente. Ejé, yo me voy a cazar al monte.
Recoge su arco, flechas, pucuna y virotes, avanza el lindero marcado por el líquido y desaparece en el monte.
Ahí nomás, la gente oye un aterrador ruido subterráneo, parece que la tierra se esforzara en romperse, sacudiéndose violentamente por donde se había echado el líquido, y poco a poco la tierra se iba desprendiendo de aquella tierra que se encuentra fuera de la marca y esa gran tierra marcada por el líquido misterioso se va elevando, ante la mirada consternada de la gente.
Asustado por el gran ruido, el joven cazador da media vuelta y regresa corriendo y ve que su choza y las demás con toda la gente y sus familiares están suspendidos en el aire más arriba de los árboles.
Y grita: ¡ Ven a llevarme, tío!!Ven a llevarme tío! grita desesperado: tío, tío y se eleva tras ellos convertido en un pájaro que cantaba lastimeramente.
Cuentan los abuelos, que en todo el río se vio con asombro surcar el firmamento algo que parecía una montaña viajera y que en el sitio donde hoy se encuentra Contamana estuvo a punto de caer y aplastara a sus moradores.
Y dicen que esta montaña prosiguió su viaje para finalmente descender con suavidad en un bosque pantanoso: ese gran cerro ahora es conocido con el nombre de Canchahuaya.
Los navegantes que arriman sus canoas a este cerro por los caños del pantano, dicen que escuchan sonidos de la vida cotidiana, murmullos imprecisos, pero no logran distinguir a nadie, porque se trata de espíritus condenados a permanecer para siempre fuera del mundo de felicidad de los antepasados.
Se dice que la enorme cavidad, que al desprenderse, dejó la tierra en Cumancay, de la noche a la mañana se llenó de agua y se pobló con toda clase de animales acuáticos y peces: el manatí, las nutrias, el paiche, la gamitana, el acarahuasú, el tucunaré, los delfines,etc.
De donde vinieron, se siguen preguntando los pescadores que ingresan a esta gran laguna, alistando sus arpones y flechas para atraparlos.
Pero, antes, contemplan con detenimiento el agua, las copas de los árboles, no sea que otra vez el sol esté haciéndola hervir y reventando los frutos de ese árbol encantado.

Carlos Velásquez Sánchez

jueves, 15 de marzo de 2012

EL LAGO ENCANTADO

Cuentan los antiguos moradores que a dos días de camino de la localidad de Papaplaya existe un inmenso lago llamado “Padre Cocha”, debido a que una vez un curita se metió aguas adentro y nunca más salió.
Cierto día, dos montaraces incursionaron por el canal de desague de u primer lago llamado “Yanayacu”(agua negra) y después de remar en su canoíta por espacio de siete horas y cuando el sol se ocultaba no pudieron avanzar ya que un enorme animal les cerró el paso.
Ante esto, los dos amigos se miraron asustados y uno de ellos exclamó:”Oye Puricho, creo que es una “sachamama” y si nos acercamos, nos puede echar hilo y comernos.
¡No creo!, respondió don Fulgencio, que así quería dar valor a su amigo. Después de un rato sacaron sus linternas y alumbraron hacia el lugar donde el animal se movía furioso y cual no sería su asombro, al ver dos enormes ojos brillantes y una enorme boca desdentada por la vejez.
¡Puri! Prepara la escopeta y baleále, es un lagarto negro y su cuero servirá para venderlo en Yurimaguas. Inmediatamente sonó un atronador ruido y el chapoteo en las aguas del Yanayacu; la primera presa había caído.
Tras un breve forcejeo lograron meter la presa a la canoa y se dirigieron a unos tambitos ribereños, donde se dispusieron a eviscerar al gran reptil que pesaba mas de 120 kgs.
La jornada duró toda la noche y en horas de la madrugada se acostaron ambos, quedándose profundamente dormidos.
Al amanecer don Fulgencio inició la conversación:”No he dormido rico, la pesadilla me ha querido dar, soñé que una tremenda sachamama salía del lago y nos tragaba a los dos.
Ante esto, don Puricho también contó lo suyo:”Yo también he tenido una pesadilla, soñé que en medio del Padre Cocha apareció una boa y su luz nos empañaba, luego aparecían muchos enanitos y nos hacían ahogar en el lago.
Procupados , los dos amigos continuaron su viaje, después de haber desayunado un pedazo de lagarto asado y el resto todo fileteado estaba en la barbacoa para secar.
Cruzaron el Yanayacu en tres horas, anclaron su canoa y caminaron medio día, cerca a una collpa en un tronco de ubos prepararon su chapana.
A las 7.00 p.m. más o menos, escucharon pisadas en las hojas secas y al oir que algún animal tomaba agua en la collpa, los dos enfocaron sus linternas, pero ¡Nada!. La noche era tan oscura que los dos amigos tuvieron miedo, en eso pasó un enorme murciélago(masho) que trataba de morder la oreja de Puricho, quién de un manotazo espantó al horrible “masho”.
A la medianoche , más o menos, de repente la chapana fue sacudida y los dos montaraces derribaron sus linternas y escopetas, las sacudidas eran más fuertes y ellos se aferraban bien a las ramas.
En medio de las oscuridad Puricho y Fulgencio temblaban y rezaban de miedo:Padre nuestro que estás en los cielos, no nos dejes caer.Santo Dios, Santo Inmortal, Santo Fuerte, Tata Roque, Tata Agonía, Ay Taitito, rezaban.
Hasta que después de un largo rato, escucharon llorar a una criatura, los dos se cogieron de la mano y coincidieron en decir:¡ Es la madre de la lupuna!.
Amaneció y pasado el susto, continuaron su viaje hasta divisar la majestuosa e inexpugnable laguna de “Padre Cocha” en medio de esa jungla.Era increíble lo que se veía: aves, lagartos, peces, culebras y todo tipo de vida estaba ahí en su estado primitivo.
Los montaraces no podían dar crédito a tanta riqueza y belleza a la vez, por mucho rato quedaron observando cuan grandiosa y misteriosa es la Selva Amazónica.
Luego se acercaron lentamente al lago, pero, ni bien habían caminado unos cuantos pasos, el cielo comenzó a oscurecerse y cayó una lluvia torrencial con rayos, truenos y relámpagos.
Puricho y Fulgencio corrieron a guarecerse debajo de una poloponta y una vez que pasó la lluvia, dieron un rodeo y se sentaron cansados sobre un “viejo árbol caído”. Aquí Fulgencio se puso a jugar con su sable y cortar algunas malezas.
Repentinamente sintieron un temblor nuevamente y resulta que se habían sentado, nada más y nada menos sobre el Sachamama.
Los dos montaraces corrieron como alma que lleva el diablo, cayendo y levantándose, hasta que por fin se detuvieron a descansar.
Así estuvieron mucho tiempo,luego retornaron al lago donde ver cantidad de peces negros y paiches voluminosos que nadaban libremente.Había boas de diferentes tamaños que salían y se sumergían en el lago.
Al atardecer regresaron a su improvisado campamento donde pasaron la noche y al amanecer prepararon su desayuno: una canguita de panguana.
Rápidamente recogieron sus enseres y regresaron al Lago de Yanayacu, aquí encontraron un árbol de moena, donde pudieron notar que era una hermosa collpa, sin pensarlo más, cortaron palos y armaron de nuevo sus chapanas para aumentar el mitayo.
Al atardecer,Fulgencio mató de un solo tiro a dos hermosas aves, y más tarde ya de noche, se oía el pisotear en las hojas secas, los amigo alumbraban la collpita con sus linternas, pero no veían nada, así iba pasando la noche y a lo lejos e escuchaba el canto lastimero del ayaymama produciéndoles escalofríos.
Pero repentinamente, la selva entró en un silencio los agudos oídos de Puricho y Fulgencio percibieron que algo sucedía abajo, enfocaron sus linternas listos para disparar y vieron que frente a su chapana estaba mirándoles un tremendo otorongo que hambriento raspaba la tierra con sus enormes moquetes y sin pérdida de tiempo le dispararon.
El tigre rugió de rabia y dolor, luego reaccionando se abalanzó a uno de los horcones que servía de soporte a la chapana.
Los amigos intentaban dispararle nuevamente, pero el animal era muy inteligente y se metía debajo de la barbacoa, que intentaba trepar por los palos, pero, como eran delgados no podía subir.
La chapana se balanceaba, cayeron las armas y las linternas y antes que cayera Puricho sacó su pretina e hizo un lazo que lo amarró en la rama más grande y gruesa del árbol que le servía de base para su chapana, trepó y se sentó como si estuviera en un columpio.
Mientras tanto, Fulgencio que era el más joven, logró trepar a una rama de otro árbol cercano y se acomodó en el preciso instante en que la chapana caía.
Los dos amigos se llamaban y el otorongo porfiaba en su intento de trepar a los árboles, así pasó la noche y al amanecer pudieron ver lo grande que era el otorongo, éste se retiró con la cabeza ensangrentada y cojeando.
Los dos amigos bajaron y persiguieron al otorongo herido, que lo vieron que se metía en el hueco de una roca y ahí se desquitaron, lo mataron de dos certeros disparos,
Los dos amigos con esto, ya no quisieron saber nada de mitayo y retornaron a sus hogares, llegaron con fiebres altas, producto del miedo.
Las familias preocupados, trataron de averiguar que les había pasado, pero ellos solo atinaban a llorar, hasta que por fin Fulgencio pudo relatar todo lo que les había sucedido y por fin el curandero del pueblo supo como curarles del manchari.
Después de toda esta aventura, los dos montaraces narraban a sus vecinos los misterios y maravillas que encontraron en su viaje al “lago encantado” del Padre Cocha y cuentan también ellos que vieron a una enorme “sirena” que viajaba encima de una taricaya y que sobre el lomo de una “sachamama” había crecido un cético.
Así que amigos, les puedo llevar al Lago Encantado “Padre Cocha”.

Carlos Velásquez Sánchez

lunes, 12 de marzo de 2012

L A S H U S H U PE

Una vez nos fuimos a cazar monos , baleándolos para secarlos, entonces un peón por seguir una trocha para agarrar crías de monos, no se da cuenta que la shushupe está amontonado.
Cuando está despierta , la shushupe se lanza contra ti y te muerde..Cuando está dormido , la pisas y antes de que se despierte, tú ya has pasado.
Se hace un lote así, cuando menos de un metro de alto y su cabeza lo pone encima. Y este hombre se tropieza precisamente al lado del animal y con una mano al caerse le apreta.
Entonces, el animal ahí mismo: faaa, le agarra de la parte de la espalda, le jaló porque era un animal grande.
El hombre al sentir que le muerde la víbora shushupe, quiso avanzar otra vez, le pega otra mordedura, le da en la rabadilla tres mordeduras más el bendito animal.
El gritó. Escuchamos su grito y corrimos y le hallamos al hombre ya agonizando y poco después murió.
Encontramos su escopeta, hallamos a la shushupe y le matamos y al hombre le enterramos en la montaña, porque a nuestro caserío era demasiado lejos para trasladarlo.
Por eso cuando la víbora shushupe te muerde bien, duras quizás media hora y a este hombre le había mordido tres veces haciéndole tres terribles rajaduras profundas.

Carlos Velásquez Sánchez

sábado, 10 de marzo de 2012

E L T I G R E

Dos nativos, padre e hijo salieron a negociar por el río a los caseríos, llevaban caucho, cushmas, flechas, tinajas y otras cosas. Cuando se acercaban al primer caserío ven las huellas del tigre en la playa y a medida que van surcando aumentan las pisadas, van con miedo y vadean el río a la otra orilla.
Llegaron al caserío al atardecer, atracan en el puerto, silban , puquean, pero nadie les sale a recibirles, suben y ven un campo desolado con casas sin habitantes, sembrado de huesos y calaveras de gentes y las pisadas de los tigres y deciden regresar.
Al entrar en la canoa, les sale un pichón de paujil, el joven quiere flecharlo, pero su padre le dice que no lo mate, pero el hijo le desobedece y disparó una flecha contra el paujil hiriéndole. Al picarle, rugió un tigre, el mismo paujil era un tigre, que abalanzándose sobre la canoa, devoró en unos instantes al anciano padre.
El joven se dio a la fuga,de jando la canoa, nadando río abajo y al llegar a una quebradita entró en ella y se hundió en un pozo para esconderse del tigre.Pasa el tigre al anochecer, pero el joven se hunde dejando fuera la nariz para respirar y el tigre no le vio.
Luego el joven sigue nadando río abajo y se esconde entre dos piedras,desde allí ve pasar una canoa vacía. Era la canoa de su padre y oye la voz de su padre que también viene río abajo y le dice:”Hijo, ven, ven…”.
El joven no contesta, porque a su padre le comió el tigre y se había convertido en el mismo tigre. La voz se oye más cerca:”Hijo, ven, espérame..”.Se acerca más:”Hijo, porque me dejas…”.Le vio de cerca y le pareció su padre.Pasó , regresó y volvió a pasar.
El joven tuvo intenciones de hablar, pero se resistió, acordándose del tigre, la última vez que pasó de nuevo su padre, djo:”Sino te hubieras escondido, te hubiera comido, carajo.”.
El joven se alegró de no haber hablado y el tigre entró en el monte. Al amanecer el joven siguió río abajo a nado, llorando de miedo y llegó a su casa al anochecer. Ya estaba salvado, pero en su casa no había nadie, pues los mismos tigres los habían comido.
No sabía que hacer, si huir o morir.Por fin, decidió convertirse en gavilán y para esto reunió hojarascas de plátano y se metió debajo de ellas.Poco a poco le iban saliendo plumas y a los tres días era un gavilán y voló por el espacio.
De este modo se salvó de las garras de los tigres.

Carlos Velásquez Sánchez