viernes, 3 de abril de 2015

EL PAUCAR

Cuentan que en un pueblo de la selva hubo un niño que siempre usaba pantalón negro y chaqueta amarilla. Además tenía demasiada suelta la lengua, pues a la menor noticia que oía la difundía inmediatamente a los cuatro vientos y en un abrir y cerrar de ojos ya lo sabía la población entera. Más aún, solía burlarse de las flaquezas del prójimo, razón por la cual se hizo mal querer del pueblo, quien no veía la hora de castigarle y corregirle ese defecto.
En una de estas ocasiones el muchacho contó que una vecina anciana Mama Llicu era runa mula y que los viernes por la noche volaba montada en una escoba, noticia que en el acto llegó a oídos de la anciana; y como ésta era una gran hechicera, decidió inmediatamente aplicar un severo castigo al incorregible niño.
Preparando una pócima en un dulce que dio de comer al muchacho, no bien lo había probado, al instante le crecieron plumas y pico, convertido en un ave de color negro y amarillo -que eran los colores de de sus vestidos-, y le llamó Paucar.
Pensaba que, con eso era suficientes para corregirlo y no siga difundiendo chismes.
Sin embargo, el muchacho, aún convertido en un ave, no se enmendó de su defecto y continúa difundiendo noticias a través de su reconocido canto. Por eso es que continuamente oímos decir que cuando canta el paucar es buen augurio, pues está anunciando la llegada de cartas, telegramas, visitas y buenas noticias.
El paucar es muy inteligente; imita con perfección los cantos y llamados de los campesinos y de algunos animales, en especial, el cacareo de las gallinas. Por eso los indígenas dan de comer a sus hijos el cerebro bien caliente de este animal, con el objeto de que sean inteligentes y aprendan pronto las cosas que les enseñan.
Sin embargo, cuentan que esta ave siempre tiene presente el castigo que le impuso el hada y por eso construye su nido en los árboles más altos, junto a caserones de avispas, para su defensa.


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