sábado, 22 de octubre de 2016

E L M A L I G N O


                      ( Oliver Tarazona Vela )
Cuentan que en las noches oscuras, vagan por los aires espíritus o almas de las personas recientemente muertas.
Dicen que cuando una persona muere, el espíritu debe recoger sus pasos por todos los lugares donde anduvo cuando estuvo vivo, antes de ir al cielo o al infierno y a ese espíritu se le conoce como “difunto”.
Sin embargo, si la persona fue mala, su espíritu queda vagando, errante por la tierra¸ pena por todos los  lugares porque no puede entrar al cielo y a este espíritu se le conoce como “maligno”.
Pero el “maligno” tiene una última oportunidad, si quiere entrar al cielo tiene que atrapar un alma buena o sea a un difunto u depositar todos sus pecados para quedar libre y entrar al cielo.
Es por ello que por las noches se escucha que el “maligno” persigue al “difunto” silbando furiosamente volando por los aires, tratando de escapar.
Cuentan que en una oportunidad, don Sixto, estaba regresando de su chapana aproximadamente a la 1.00 a.m. caminaba tranquilo cuando de pronto escuchó el silbido del temible “maligno”: ffiiiiiinnnnnnn, ffiiinnnnnnn.
Pero esta vez más cerca, estaba como a 20 mtrs. de él. El “maligno” no venía muy alto, entonces don Sixto se escondió tras un tronco de lupuna, cada vez más cerca seguía silbando y persiguiendo al “difunto”.
El desesperado “difunto” todavía iba muy bajo, casi caminando, seguramente había muerto recientemente, ya que conforme van pasando los días de su muerte va subiendo al cielo.
El pobre “difunto” lanzaba silbidos lastimeros, de pronto don Sixto escuchó que el “difunto”lanzaba gritos gangosos: “ayauuuuu, ayauuuuuuu, auxiliooooo”.
Miró con detenimiento y vio que como dos perros en el piso, se revolcaban violentamente.
Don Sixto se armó de valor y dando pena al pobre “difunto” quién pedía auxilio, sacó su correa y corrió hacia donde estaban.
Sacando fuerzas de flaqueza le dio sus correazos al “maligno” y asustado, seguramente con mucho dolor lanzando un fuerte silbido desapareció en la oscuridad de la noche, el difunto se levantó, se limpió de la tierra y un tanto avergonzado, se fue por el bosque.
Ese día don Sixto llegó a su casa como a las 3.00 a.m., se acostó y se quedó dormido.
En su sueño se le apareció el “difunto” quién le agradeció por todo lo que había hecho, diciéndole: “Gracias a ti, no estoy en el infierno”.
Al cabo de un rato se le apareció el “maligno”, para advertirle que se cuidara y que agradezca que su correa fue de color negro, puesto que a  ese color los espíritus malignos suelen temer.
Al día siguiente don Sixto, contó a toda su familia todo lo que le había sucedido y todos se sintieron orgullosos de él, enterándose de que hace dos días había fallecido un amigo.



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