miércoles, 27 de diciembre de 2017

CANTOR CANTA A TU PUEBLO - MARIO GONZALES INGA

(MARIO GONZALES INGA)
Eran las 3.00 a.m. a orillas del rio Huallaga y de pronto se oye un murmullo de voces:
-Adentro, salud carajo
-Salud Mario
-Salud buena moza
-Salud a todos los brujos y tunchis
-Salud a todas las sirenas ricas y arrechas
-Salud luna compañera de viajes
-Sigamos cantando Pacharaco tú mismo eres
-Olvidémonos de las costillas, ellas están lejos, bebamos un trago del licor de los pobres
-Vicharrita está bien borracho, hay que llevarlo a que duerma en la casa de su tía Luzmila.
-Profes, profes Uds., sí que se pasan.
Es la primera vez que hacemos un viaje tan largo, tantos días y tantas noches navegando por este rio-
-Mario, tu que dices de nuestra primera experiencia de maestros aquí en la selva.
Y dice: Es bueno sentirse útil, sentirse un revolucionario de esos de verdad. Que conocen y viven la pobreza, que saben lo que significa sobrevivir en esta tierra entre pobres comidas de inguiris y masatos.
Lo que significa vivir como unos tristes desgraciados.
Es bueno sentirse revolucionario cachero, no rosquetes como 3 o 4 cojudos que salen en la televisión de Lima y que nos hablan de mariconadas, de sus riquezas y que nos avergüenzan.
Tienes razón Mario, continuo Ernesto: Nuestra selva es tan distinta que mientras no se viva en ella no se la comprende porque a pesar de nuestra pobreza y de nuestra falta de educación que tanto nos echan en cara.
¿Cuándo hemos visto un indio maricon? ¿Cuándo mierda hemos oído hablar del SIDA? ¿Cuándo hemos tenido putas? Todos esos males llegaron con lo que ellos llaman el progreso.
El objetivo que impulso a que ese grupo de estudiantes y profesores del Instituto Pedagógico de Lamas viajaran hasta la zona del Bajo Huallaga era buscar la identidad del Perú selvático ofreciendo en los pueblos espectáculos de danzas, música y teatro popular.
De todo el grupo el que más destacaba era Mario el Pacharaco de tez blanca, risueño, guitarrista y charanguero y nadie presagiaba que iba a tener un triste final.
Juan Guerra poblado cercano a Tarapoto y al rio Mayo con una población que se dedicaba a la siembra del tabaco y del maíz.
Era noche de luna llena, llena de nostalgias, noche de runas mulas, de cantos lúgubres de lechuzas y búhos, de pronto una camioneta doble cabina bruscamente se estaciono frente a la casa de Mario.
De su interior bajaron diez individuos armas en mano irrumpieron violentamente en la salita de la vivienda en la que se encontraba reunida la familia.
Una voz aterrorizo a todos: Manos arriba, carajo.
Nadie se mueva porque les puede costar caro.
El cabecilla se fijó en Mario y Gilberto y apuntándoles con el arma ordeno a sus otros secuaces: A estos nos lo llevamos.
La anciana madre les suplico: No se lleven a mis hijos por favor, ellos no han hecho nada.
Apártate dijo uno de los individuos.
Quietos y a callar todos que esto va en serio- manifestó el jefe, saliendo apresuradamente de la vivienda, llevándose prisioneros a los dos hermanos ya dos amigos.
Subieron al vehículo y se dirigieron a la pequeña plaza y se estacionaron frente a una vivienda.
Comandaba este grupo de indeseables Juaneco, mercenario, asesino despiadado, fue traquetero de las firmas y perteneció a uno de los grupos subversivos y era soplón de la policía.
Aquel es Geyter. Agarren a ese desgraciado, lo quiero vivo, ordeno el asesino.
En la puerta de la vivienda, estaba un joven bien vestido y de un puntapié le derribaron al suelo, mientras le apuntaban con revólveres.
Sube mierda a la camioneta, gritaban al mismo tiempo que a rastras lo subían al vehículo.
Ya está carajo, ya tenemos lo que queríamos.
Shishaco, llévalos rumbo al puente Colombia.
Llegaron y la camioneta detuvo bruscamente su marcha. Bájenlos hemos llegado al final del camino-ordeno Juaneco, todos con los brazos en la cabeza.
Pálidos y temblorosos los prisioneros fueron bajando y fueron conducidos a la orilla del rio.
Mario se decía ¿Que quieren estos desgraciados? ¿Quiénes serán los tupas, los de Sendero o serán narcos, o quizás son tombos o milicos?
Por Dios ¿Que nos van a hacer?
De repente es por venganza a Geyter que es amante de la Juana y su marido dicen que es narco y el dinero lo puede todo.
Sus fueron interrumpidos por una voz que gritaba: Al suelo, carajo, al suelo.
Y dirigiéndose a Geyter, tu no Geyter, tu no pendejito. Contigo hay que ajustar cuentas, te crees cacherito, te crees revolucionario, pues, toma, toma, desgraciado.
Una andanada de puñetazos y puntapiés se estrellaban contra el cuerpo de Geyter m quien hizo un ademan para defenderse.
Dos de los indeseables sujetos lo sujetaron de los brazos, mientras la voz grito:  Tírenlo al suelo a este conchesumadre.
Bájenle su pantalón y en la oscuridad le iban cortando sus testículos.
Ay, ay, ay gritaba desesperado.
Mario al ver la suerte de su hermano, reaccionó con valentía, forcejeando con sus captores, logro ponerse de pie y le dio una fuerte patada en el estómago a uno de los criminales.
Y grito, déjenlo carajo, no le hagan sufrir, no sean mierdas, carajo no sean mierdas.
Y de pronto un culatazo de fusil de uno de los asesinos le rompió la cara y una puñalada de otro le destrozo la mano y una ráfaga de metralleta le destrozo los intestinos.
Ahí tienes cojudo por dártelas de valiente, gritaba el criminal, Mientras recargaba su arma.
A un costado, Geyter agonizaba que junto a Mario eran ultimados con disparos en la cabeza.
El otro prisionero, Belisario era también ultimado con disparos en el corazón y luego hicieron lo mismo con los otros prisioneros.
Los cuerpos de todos los asesinados fueron arrojados al rio Mayo.
Nuevamente se escuchó una orden: Vamos todos a la camioneta.
Hay angustia en los hombres y mujeres del pueblo, todos reunidos en la casa de Mario.
Alguien exclama; Al rio, vamos hacia el Puente Colombia, vamos de prisa.
Los primeros en llegar encuentran el cadáver de Mario, luego van apareciendo uno tras otro los cadáveres de Gilberto, Mario y Belisario.
Tres hermanos y un trágico fin, cinco víctimas asesinadas cobardemente en una fatídica noche. La guerra sucia estaba en su apogeo.
Mario, el Pacharaco desde el cielo mira con ternura a su pueblo. Su sacrificio no puede ser estéril.
La esperanza de un futuro mejor nacerá de las injusticias que con él y tantos otros se cometieron.


1 comentario:

  1. El tercer hermano era Gilberto no Belisario, el se encuentra vivo y fue mi profesor en el colegio Juan Guerra.

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