domingo, 3 de marzo de 2019

ZENON EL PESCADOR




                           (Francisco Izquierdo Ríos)
Zenón ayudaba a su padre a pescar. El cordel del anzuelo llegaba desde el río a la choza, era un grueso cordel de hilo semejante a los que se usan para amarrar caballos, con un anzuelo grandazo que llevaba como carnada un pollo entero.
El padre de Zenón arrojaba el anzuelo en una poza profunda del río y extendía el cordel por sobre las ramas bajas de los árboles  hasta la puerta de su choza con una pequeña lata confeccionada como timbre al extremo.
El tintineo de esa lata anunciaba la caída de un pez y entonces padre e hijo corrían al río y sacaban la presa de las aguas enormes peces más grandes que un hombre.
De cualquier sitio de la chacra era oído el tintineo de la lata.
A veces a la medianoche sonaba la lata y Zenón era el primero en escucha el aviso y despertaba a su padre.
El ayudaba a su padre a jalar el cordel, era apenas un niño de nueve años, pero muy vivaracho y valiente.
Un día sus padres se fueron al pueblo a hacer compras, recomendando a Zenón que no se moviera de la choza.
Su padre enrolló el cordel del gran anzuelo y lo colocó en un rincón. Pero el muchacho tan luego que sus padres se fueron, decidió ir s pescar en el río con su pequeño anzuelo de caña.
¿Llevaré a mi perro? Se preguntó Zenón, mejor será que no – se contestó. Porqué me molestará y amarró a Otorongo, que así se llamaba su perro a un horcón de la choza.
Llevaré a la carabina, pero no mejor no, porque pesa mucho, también no llevaré a la cerbatana.
Y después de sacar lombrices para a carnada, cavando con su machete en la tierra húmeda de la chacra, se fue en busca de un sitio apropiado para pescar.
Y Zenón estaba pescando una regular cantidad. Tenía una gran sarta de pescados y ya era de volver.
Enroscó su sedal en la caña y caminó de regreso, de pronto se dio cuenta de que le perseguían unos caimanes, Zenón se trepó como un mono a un árbol, hasta que se acordó que esos animales le tenían pánico al tigre e imitó el rugido del tigre y los caimanes se tiraron al río desapareciendo en sus aguas
Zenón sonriendo bajó del árbol y con la sarta de pescados regresó a su choza.




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