sábado, 27 de febrero de 2010

COSTUMBRES RELIGIOSAS CATOLICAS EN LAMAS


LOS CARNAVALES

Es una fiesta religiosa pagana antigua impuesta por los españoles, celebrada en los mes de Enero, Febrero y algunas veces en Marzo de todos los años, tanto por mestizos e indígenas.
Fue impuesta por los conquistadores con la finalidad de adormecer, justificar y extender su dominio sobre los conquistados, teniendo como aliados a los misioneros para propagandizarla en la selva amazónica.
Para los pobladores antiguos, el Carnaval es la época en que los demonios andan libres, por eso se disfrazan de diablos para la fiesta.
Lo más típico es la umsha, se adorna un árbol o palo de palmera con diversos objetos, comidas y banderines. Al danzar alrededor del árbol, se va cortando hasta que caiga y se recoge los artículos que estaban colgados. El último en cortar antes de la caìda tiene que organizar la fiesta para el año siguiente, también juegan echándose agua, pintura, barro, etc.
Los carnavales son fiestas populares paganas, que se juega especialmente los domingos a través de pandillas, bailes de disfrazados, quienes en comparsas recorren las calles del pueblo acompañados de una banda típica y por una muchedumbre de acompañantes entre chicos y grandes, quienes portando globos, baldes y lanzachorros con agua mojan a todas las personas que encuentran a su paso.
Usan también pintura, aceite quemado, añilina y hasta agua de cocha, también betún, grasa, pichohuayo, etc. Las comparsas de disfrazados están acompañados del carnavalón (jocoso personaje gordinflón de más de 2 mtrs. de altura que va bailando) y de la vaca loca, que va corneando a las personas y bailando.
Para el día central: Martes de carnaval (un día antes de ceniza) todas las comparsas de pandillas se junta y alrededor de una umsha todos los danzarines danzan con un hacha en la mano para tumbarlo.
La población nativa del Barrio Wayku celebran los carnavales de una forma muy peculiar, en la que los cabezones son los responsables de organizar la fiesta apoyado por sus ayudantes. Cada cabezón está obligado a pasar la fiesta en retribución de haber recibido la misma el año anterior. Este al recibir la fiesta lo hace junto al voto(conjunto de bandejas conteniendo tortillas, presas de gallina, etc. acompañados de tinajas con chicha de maíz) y comprometer a sus familiares y amigos, haciéndoles probar una porción de las mismas a cada uno de ellos y éstos así están obligados a proporcionar algunos productos en señal de gratitud.
Los ayudantes hacen llegar sus productos como plátano, maíz, yuca, almidón, aves de corral, etc. al cabezón y poco a poco el grupo se hace numeroso y al son de una banda típica.
Todos los preparativos son realizados sin contratiempos, con mucha algarabía muelen maíz, preparan chicha y masato, sacrifican gallinas y chanchos, acarrean agua, leña, etc.
Faltando pocos días para la fecha central se inicia el afaneo con la preparación del voto, que consiste en hacer las tortillas y asarlos en los hornos, siempre al son de un conjunto típico y por las noches se realizan las fiestas bailables.

El día central grupos de jóvenes llegan hasta la Plaza de Armas portando pates y tazones para mojar a los transeúntes, sin respetar persona alguna y estas pandillas en su recorrido bailan cumbias, marineras, etc. Por la tarde entregan el voto a los nuevos cabezones que tendrán la responsabilidad de celebrar la fiesta al siguiente año de la misma forma y con la algarabía de siempre.
Después de entregar el voto, los bailarines recorren las calles bañándose con agua, ensuciándose y ensuciando a todo individuo que encuentran a su paso y finalizando en la misma casa del cabezón.
Esta popular festividad culmina al siguiente domingo del martes de carnaval con el entierro del Carnavalón, que es cargado en su ataúd de bambú y recubierto de tela negra, en hombros por sus seguidores y acompañado de la viuda y su respectivo nieto, quienes llorando como plañideras acompañan el féretro y al son de un bombo y seguida por una multitud.
Luego el ataúd es arrojado al fondo de un barranco, y antes de ser arrojado, el pregonero lee en voz alta el testamento del Carnavalón, donde se escucha sátiras, deseos y sandeces referidas principalmente al accionar de las autoridades y personas notables de la localidad.

Carlos Velásquez Sánchez

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