sábado, 21 de julio de 2012

EL MANACARACO

Jose Paima en uno de sus viajes de chapana,  encontró una bandada de manacaracos cerca de su nido, sigilosamente se acerco le cazo con una escopeta, encontrando un huevo en su nido, pensando que no obtendría mucho provecho para su hambre si lo comía, le dio a su joven esposa para que le diera el uso que considerara conveniente.
Prudencia tal como la conocían sus amigos, sin embargo prefirió no comerlo por que lo vio hermoso y lo puso con una gallina que estaba obando, con la ilusión y la curiosidad de tener un manocaraco que según le habían contado podría acostumbrarse y seria un excelente gallo de pelea si se cruzaba con una gallina fina.
Aproximadamente a al mes empezaron a nacer, primero nació un polluelo pequeño y manchado, mucho más pequeño que sus hermanos, que Prudencia lo reconoció como el manasho, alegrándose  por ello, la madre gallina extrañada lo cobijo con su ala, protegiéndolo de sus traviesos y mas grandes hermanos. 
Al crecer los polluelos, el Manasho  como solían llamarlo sus hijos compartía los juegos con sus hermanos, estos comían maíz y tomaban agua de los bebederos diariamente, y el buen  José amorosamente los llevaba adormir, encariñando con el pichón de ave silvestre al que llamaba cariñosamente "El Mano" y sus hermanos pollos. Cantaba con sus pollos, pavos, patos  y demás animales, pues el hombre pertenecía a un grupo religioso que solían cantar alabanzas los sábados y amaba mucho a las aves, a veces solía leerles salmos mientras las aves se subían a sus brazos.
Los pequeños escuchaban atentamente y según José entendían, pues este buen hombre alucinaba conversar con ellos según su esposa y pasaban largas horas en las tardes hablándoles y leyéndoles la vieja Biblia que les acompaña en sus reuniones sabatinas, desde hacía ya tantos años que ni el mismo sabia, les leía los sermones que preparaba para sus reuniones matinales, el pequeño recordaba mucho aquel sermón que decía : "...todo ser tiene un propósito en la vida...", y aveces se preguntaba que propósito le correspondía a él y por que era diferente a los demás, pero una fuerza interior inexplicable le impelía a seguir adelante, pero no sabia el rumbo.
 El mano, corría, saltaba y pronto aprendió a piar como un pollo mas, solo diferenciado de los demás pollos por su pequeño plumaje veteado de marrón y su inferior tamaño, y su tono agudo, que causaba risa entre sus hermanos y la protección de su madre comprensiva como toda madre, que quiere más al hijo más débil, pero él se daba cuenta que algo en él era diferente.
 El pichón .de manocaraco crecía muy ágil y habil, pero veía que sus hermanos pollos eran lentos no agitaban las alas como el y daban gritos diferentes a los de él.
 Con el paso del tiempo aprendió a piar al igual que sus sacha hermanos, más notaba que su voz nunca sería igual que sus hermanos, por alguna razón que desconocía.
 Un día una bandada de manocaracos generalmente acercaban a los árboles de renaco que crecían imponentes a unos cien metros del gallinero, y hacían resonar el ambiente con su canto madrugador y volaron a una velocidad increíble lo que era observado por el pequeño manocaraco, y generalmente los domingos escuchaba los cantos y sentía una nostalgia.
 La gallina tal vez comprendía y se apresuraba a protegerle bajo sus ala, para tranquilizar y en corazón de madre trataba de que no oyera esos gritos perturbadores, pero el manocaraco sufría,  sabia que algo había dentro de si que le llamaba hacia la manada de aves libres que cantaban.
 Un día el granjero copio una escopeta y cazo un de aquellos esbeltos y hermosos aves siendo observados por el  pichón, la madre corrió a abrigar protectoramente al oír el disparo, más el pequeño se quedó mudo del horror.
 El pequeño a veces se retiraba corriendo a un apartado árbol y solo trataba de entonar aquellas gritos que salían grotescamente de su garganta mientras soñaba, pero se decía así mismo que esas aves serian cazadas por la terrible escopeta.
 Sin embargo un día domingo mientras saltaba tirándose de un árbol tratando de remontar vuelo, escucho nuevamente el llamado y toscamente imito a las aves de brillante plumaje.
 Se admiro de lo bien que le salio y ensayo un salto y vio que sus alas respondían, pero no contó a nadie y gran nostalgia le invadió, algo estaba dividido en su alma el ser como sus hermanos y vivir una vida tranquila,  o vivir volando con su verdaderos hermanos y tal vez seria cazado por una bala, pero libre... horas se pasaba en el bosque cercano en profundas meditaciones.
 Una mañana mientras sus bullisocios visitantes estaban cantando en el bosque cercano oyeron el grito desabrido del polluelo congénere, se extrañaron inicialmente, pero algunos manocaracos se rieron, más  el más viejo de la bandada no se rió y acerco a explorar, lentamente se acerco y observo como por media hora como la pequeña ave hacia esfuerzos por afinar su canto y sus toscos vuelos, pero como cada vez le salían mejor, un gran respeto nació en el viejo pájaro por el pequeño animal que por extraña circunstancia se encontraba en lugar equivocado, callado regreso junto a su grupo y se quedo callado ante las preguntas y las risas de sus congéneres.
 El domingo siguiente cuando se había olvidado el incidente, se escucho nuevamente el sonido producido por el pichón que por alguna razón desconocida por ellos se encontraba con los humanos.
 El viejo animal se alejo sigilosamente hacia donde sabia que encontraría al párvulo tenaz, se escondió tras el matorral y cuando el polluelo saltaba del árbol para entrenar su vuelo, el ave mayor también salto y se encontró frente al aprendiz, este se asusto, mas el ave mayor extendió un ala protectora y acurruco al pequeño y le hablo, jovencito por algún designio mayor estas acá, no se la razón, solo se que sería muy bueno para la manada que nos cuentes el por que, veo aquí algo superior a mi entendimiento, vuelve acá.
El pequeño un poco por dar la contra como todo joven, le dijo yo solo soy un pollo diferente que ahorita volverá con sus hermanos, y se fue corriendo, tu no perteneces a este sitio, tu eres un manocaraco libre alcanzo a oir.
 La noche fue terrible, no pudo dormir, un grito retumbaba en su cabeza, tu eres un manocaracao libre..., vuelve con nosotros, cuéntanos, ayudanos....
 Un día sin embargo ocurrió algo que marcaría de por vida, acercando por unos matas se dirigió a la cocina donde siempre les daban de comer, mas lo que vio lo dejo mudo, la señora que siempre les acariciaba y los llamaba puyi,puyi,puyi..., mientras les daba su maíz molido agarraba al gallo de corral y le jalaba de la cabeza para matar al hermoso animal, se quedó petrificado, mas la señora dejo al gallo muerto y fue a la cocina, se acerco al animal muerto, topo sus plumas, mas tuvo que alejarse  corriendo pues la señora regresaba con una bandeja de agua caliente para desplumar al  gallo, se alejo corriendo asustado con un dolor en el corazón, pues avizoro por un instante el terrible fin que tarde o temprano llegaría.
 Se juro así mismo que a la mañana siguiente se alejaría  con su manada en busca de la libertad...
 Comprendió que a pesar de los peligros de ser cazados por la terrible escopeta prefería morir siendo libre, que morir con el cuello retorcido de manos sus seres a quienes había aprendido a querer, como le enseñara su papa José, si desde luego que emprendería vuelo y se uniría a la bandada.
 Sin embargo se juro a sí mismo que algo enseñaría a sus hermanos, aunque se entristeció por que estos nunca serian libres.
 Así un día mientras la bandada venia como todas las mañanas al árbol de renaco, se unió a la bandada pero se prometio a si mismo que volvería porque eran sus hermanos,... sus hermanos pollos, su mama gallina, su papa José.
José que desde un rincón de su huerta habia observado algo de estos movimientos, recito simplemente unos versos bíblicos : ...pero los que esperan en el SEÑOR renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán, y se retiro al bosque para que nadie viera que algunas lágrimas rebeldes corrían por rudos ojos de cazador...
A la Memoría de José Paima, un hombre integro del Huallaga.

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