miércoles, 31 de octubre de 2012

LA LEYENDA DEL DILUVIO

Hubo en cierta ocasión, dos jovencitas nativas, hermanas bellas, de cuerpo esbelto, labios sensuales, tenían 14 y 17 años y hacia poco habían sido presentadas en sociedad.

Como eran mayorcitas, salieron solas de paseo por los Caseríos, sus padres no las reclamaban, pero esperaban que cada cual trajera su marido a su regreso. Pasaron dos meses fuera de casa y emprendieron el regreso, la mayor iba en la popa sentada dirigiendo la canoa y la menor empujaba con una caña brava desde la proa.

La hermana mayor desde la popa oia susurrar un canto y como un fantasma que se acercaba hacia ella, que le decía: “Yo te persigo, yo te he pusangueado, estas presa de mi amor, no puedes huir de mí, nunca podrás seguir a otro”.

Paso la tarde y vino la noche, cuando llegaron al Caserío de sus padres y atracaron en el puerto, ellas saltan a tierra y aparece de pronto el sujeto misterioso, la nativa no se extraña al verlo a su lado y conversan los dos durante largas horas, después se retiran , ella se va a su casa y él se hunde en las aguas del rio.

El hombre era una boa, la nativa y la boa están enamorados. La boa proveía a la nativa de toda clase de alimentos: pescados, charapas, sajinos, venados, sachavacas, la nativa y sus padres estaban contentos de aquel personaje, ellos le daban chapo y masato en abundancia.

Pronto apareció embarazada la nativa y nació el niño, era robusto y alto, también se estiraba y se encogía como una lombriz del mismo modo que su padre la boa.

Cierto día, su padre, la boa fue de caza y su madre salió a traer leña, el niño quedo a cargo de su abuela, el niño se durmió y la anciana le acostó en la hamaca, la vieja también se durmió y se echó en el suelo sobre una estera.

Mientras ambos dormían, llego una procesión de víboras y treparon por el horcón donde estaba amarrado la hamaca, entrando en la cama del niño, anidaron unas sobre el niño, otras debajo de él, otras a los lados, con el fin de darle calor, todas ellas parientes del niño que venían a celebrar su nacimiento.

Al mediodía despertó la abuela y fue a ver al niño a su hamaca, cuando vio el montón de víboras, la vieja dio gritos de espanto que despertó al niño, el cual al verse acompañado de las víboras se rio y se alegró de tan buena compañía y siguió durmiendo. Pero, la abuela creyó que su nieto seria de la familia de las víboras y con cólera tiro al niño en el fuego.

El niño se estaba quemando en la candela y llorando desesperadamente, pero en esos instantes llegaba su madre trayendo la leña, echo agua a la candela, la apago y saco a su hijo pelado y en carne viva.

La madre le dijo a la anciana:¿Por qué metes a mi hijo en las brasas?. Se lanzó sobre la anciana,le jalo de los cabellos, le mordió, le abofeteo y en esos instantes llego la boa con sus dos hermanas para visitar a su sobrino.

Las boas fueron a la cama del niño, lo descubrieron y vieron el estado tan lamentable en que se encontraba y sin decir nada lo tomaron y se lo llevaron. Su madre y su abuela las siguieron para rescatar al niño, las boas entraron en el rio, bucearon hasta el fondo y golpeaban con sus colas la superficie del agua para impedir que las nativas les siguieran.

Las mujeres nativas lloraban inconsolables la desaparición del niño, sin esperanzas de rescatarlo. La boa padre quiso vengar con un castigo mayor que el divorcio, el mal trato que las mujeres habían dado a su hijo.

Reunidos dentro del agua los hermanos boas , acordaron mandar un diluvio que inundara toda la tierra, hasta el cerro más alto, con el cual se exterminara la raza nativa, solo las boas quedarían dentro del agua para devorar a los cadáveres.

El niño escuchaba lo que hablaba su padre y sus tíos, pero él se acordaba de su madre y sentía que ella muriese, por eso un día se escapó y fue a la casa de su madre y le dijo :”Mama, aquí te traigo una semilla de huito, siémbrala”.

La mujer la sembró y esa noche creció dos metros y seguía creciendo, después el niño fue al rio y trajo pescado en abundancia y dijo a su madre:”Asa ese pescado”.

La mujer le aso y el niño volvió a decir a su madre: “Mamá, va a venir una gran inundación, pero tú te salvaras en este huito que ha crecido de mi semilla, harás una tarima, pondrás en ella plátano, yuca, pescado y te subirás en ella con tu hermana. Mi abuela no subirá , porque por su culpa mis familiares mandaran el castigo. Cuando veas que el agua llega a la tarima, golpea el árbol y la tarima subirá. Si así hacéis os salvareis” y diciendo esto, el niño se fue.

Al día siguiente se desencadeno una lluvia torrencial, las dos hermanas se subieron en la tarima que habían hecho en el árbol del huito, la inundación cubrió las casas, los arboles más altos y los cerros, la gente nadaba llorando y gritaban desesperados, no había árboles en donde se agarraran, se ahogaron todos, la vieja también y las dos hermanas golpeaban el árbol y no se mojaban. La lluvia duro un mes, murieron todos los nativos, solamente las dos hermanas se salvaron.

Cuando paso la lluvia, la boa hijo llego al huito en donde estaba su madre y le dijo:” Mama , aquí te traigo pescado para que comas”.

Tardaron diez días para que las aguas bajaran y ellas golpeaban el árbol para que la tarima bajara a la tierra.

La tierra era una playa inmensa, no había árboles, no había chacras y empezaron a caminar perdidas y cansadas por el hambre. Un día oyeron golpes de hacha y dijeron:”Allí estarán nuestros paisanos”. Siguieron en la dirección del ruido y encontraron a un mono, que estaba en la punta de un tronco seco cogiendo la miel de unas abejas, el mono les invito a comer.

Siguieron caminando, más animadas y encontraron frutas caídas y las comieron, siguen más adelante y encuentran al martin pescador haciendo pesca, les  da pescado. Al otro día llegaron a la casa de un añuje, les convida su masato, al atardecer llego el paujil, llorando porque le había picado una espina en la pata, el añuje dijo a una mujer:”sácale la espina” y la mujer se la saco, y estuvieron muchos días en la casa del añuje.
Un dia las mujeres ayudaban al añuje a sacar yuca para el masato, cuando de pronto escucharon a lo lejos que hablaban. Ellas se pusieron nerviosas y corrieron hacia el lugar de donde provenía esos sonidos, eran los nativos, las mujeres habían llegado a encontrar a sus paisanos. Allí se casaron y tuvieron muchos hijos.

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